1.Un matrimonio de 800 años

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—¿Qué haces cuando...? — Feng Xin tragaba galletas que Xie Lian estaba insistiendo con mucha ferocidad que le ayude a comer.

Eran obsequios, regalos de doncellas que sus padres, altos funcionarios, acercaban al príncipe heredero. Alguna especie de ritual de cortejo. Y Xie Lian comía, y comía, pero a veces era insoportable. Y él no podía comer delante de Feng Xin si este no lo hacía, no se sentía bien. Obligar a Feng Xin a deglutir galleta tras galleta junto a él parecía solucionar todos sus problemas.

—¿Qué hago cuando qué cosa? — Xie Lian levantó la cabeza, estaba leyendo un libro grueso sobre cultivo del cual Feng Xin no entendía ni una palabra.

Feng Xin tragó, vaciando sus mejillas, y se acercó la taza de té para no ahogarse.

—¿Cuándo ya has confesado tus sentimientos y aún no tienes respuesta?

—¿Es una situación hipotética o me estás preguntando...? — Xie Lian se detuvo a pensar. Confundido. ¿Cuándo él... Confesó sentimientos? ¿Y de qué sentimientos estaban hablando?

—¡No, no! Es mi situación, no suya— Feng Xin sacudió sus manos, negando.

—Oh— Xie Lian lo miró por un segundo— ¡Oh! — exclamó.

Feng Xin rió una carcajada por sus expresiones, y Xie Lian le sonrió incómodo. Feng Xin encontraba divertidas cosas de él, a las que él mismo no le veía sentido.

—Bueno, es... ¿Fue algo reciente? — Xie Lian bajó a tomar otra galleta.

—Cuatro días.

—Mph, creo que es tiempo suficiente para elaborar una respuesta.

—Temo que no habrá una respuesta— Feng Xin tamborileo con sus dedos sobre la mesa.

—¿Y eso por qué? ¿No le dejaste claro a esta persona que querías una respuesta?

Feng Xin bajó la mirada, con los ojos en las betas de la madera. Bufó un suspiro. Que exhausto estaba de pensar.

—No, yo... No quiero ser una molestia... Para esta persona. Y es... Una relación complicada. Dianxia, al fin entendí... Veo el mundo desde sus ojos, y creo que he estado siendo una molestia extra que no necesitaba. Y no sé si pueda amarme después de eso, él dice que no puede— Xie Lian no lo estaba mirando a los ojos mientras hablaba. Feng Xin estaba hablando como a la nada misma, a un dulce fantasma, hablaba mirando al lugar donde tendrían que estar los ojos de Xie Lian, si tan solo tuviera la cabeza erguida.

Era un secreto, un truco que Xie Lian sabía. Si no mirabas a las personas a los ojos, estás hablaban más y mejor, directo desde el corazón. Pero no pudo escuchar más, levantó la cabeza y frenó a su guardia con solo una mirada severa. Feng Xin guardó silencio esperando una respuesta de su príncipe.

—Mi dulce Feng Xin, ¿Puedo decirte algo?

—Por supuesto, su alteza.

—¿Tú sabes que yo sé que estamos hablando de Mu Qing?

Feng Xin se ahogó con té. Tosió fuerte y seco, y casi cae de espaldas de su asiento. Y Xie Lian solo lo observaba, pestañeando y sonriéndole.

—¡Yo no...! — Feng Xin buscó otra galleta para hacer algo con las manos, tamborileaba con los dedos de la otra mano. Estaba nervioso. Y su corazón iba a toda velocidad. Que doloroso.

Xie Lian carcajeo divertido, él también veía cosas divertidas en las expresiones de Feng Xin. Se inclinó sobre la mesa de té y estiró un dedo delgado y suave sobre su sien.

Los Extras de la Pareja Secundaria (FengQing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora