6.Una Boda

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—Feng Xin, creo que necesito advertirte que no estás en la obligación de cumplir ninguna promesa, en especial las producto de un juego de niños de hace muchos, muchos, años— Mu Qing hablaba sin levantar la vista de sus tareas. Decenas de pergaminos sobre su escritorio nuevo, en su despacho nuevo, en su nuevo palacio.

Feng Xin estaba allí, sorbiendo el té que le habían ofrecido los elegantes juniors de Mu Qing. Y escuchar eso lo hizo querer escupirlo todo de nuevo a la taza. La voz de Mu Qing estaba neutral, cómo era usual, y sus ojos, de dónde más se filtraban sus emociones, lo ignoraban fijos en los papeles y documentos.

—¿Qué dices?— Feng Xin quería que repitiera eso, y Mu Qing al fin lo miró.

—Que... conozco bien como luces antes de hacer algo, puedo anticipar mucho de lo que haces si lo piensas demasiado. Y no necesitas arrodillarte para pedirme matrimonio. Es infantil.

—¿Infantil? ¿Anticipar?

—Feng Xin fue bonito las primeras veces, y estoy... Soy muy recíproco por el cariño que me tienes, pero hubiera preferido que no te encadenes a él durante tantos años.

—Yo no... no lo hice.

Feng Xin estaba un poco en shock, en realidad, quería morder las mejillas de Mu Qing hasta que se quejara de dolor, ¿Qué demonios estaba diciendo? Intentaba pasar con él la mayor parte del tiempo, estaban viviendo uno al lado del otro al fin y al cabo. Pero era demasiado trabajo, las primeras semanas, los primeros meses. Demasiado que hacer. Palacios que construir, oraciones que responder, ganar fama y estatus en sus territorios, construir templos, educar subordinados. Mu Qing se lo tomaba demasiado en serio, era mucho mejor en esto que él, mucho mejor con la burocracia. Feng Xin solo quería verlo, solo quería encargarse de él y nada más. Delegaba muchas cosas, respondía solo las oraciones urgentes, iba a misiones solo si Mu Qing también estaría allí. Por las tardes tomaban té y hablaban, o tomaban té en completo silencio. Con el tiempo había pensado que el efusivo y feliz primer reencuentro solo era producto de un shock de serotonina, porque con el pasar del tiempo Mu Qing no paraba de estar más y más distante, hasta esa tarde en su escritorio. Y Feng Xin ya no estaba del todo seguro sobre nada.

—Mu Qing

—Ni siquiera hace falta que estés aquí, ¿No tienes tareas? No me gustaría que tú...

Mu Qing no quería que Feng Xin haga nada de eso, no quería que ponga en riesgo sus labores como dios solo para pasar tardes enteras mirandolo a los ojos y dedicandole sonrisitas. Porque él sería el culpable si algo malo pasaba. No quería que Feng Xin lo visite en su jardin nuevo y lo vea entrenar durante horas, con los ojos rebotando entre él, su sable y el suelo a los pies. Porque el tiempo había erosionado esa promesa y apagado el fuego en su corazón hasta que todo le da igual ahora, él no necesita eso para ser feliz. Pero Feng Xin seguía allí, y sus manos temblaban, y lo miraba expectante, como esperando el momento perfecto para desenterrar el tema de donde lo habían dejado ese día en el bosque y sacudirlo para quitarle toda la astilla.

Feng Xin azotó una palma contra la superficie de madera y Mu Qing abrió los ojos en advertencia, amenazante.

—¿¡Te vas a casar conmigo?!

Mu Qing parpadeó... ¿Qué? Era un grito enfadado, amenazante, y no estaba arrodillado, lo estaba mirando a los ojos, a la misma altura exacta, con las cejas fruncidas.

—¿Me lo estás preguntando o estás obligandome... te dije que no era necesario.

—¡Preguntando! ¡Tu fuiste quien me pidió que recuerde nuestra promesa y ahora me dices que no debí encadenarme a ella! ¿¡Quien te crees?!

La boca de Mu Qing hizo una pequeña "oh" con sus labios rosas y suaves.

—Tu aun si quieres...— Mu Qing susurró esa revelación. Moviendo los dedos sobre su escritorio, abandonando su pluma en el tintero— ¡Pase años creyendo que me odiabas, como iba a saberlo!

Los Extras de la Pareja Secundaria (FengQing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora