Los Extras de la Pareja Secundaria (FengQing)

7.El Dios Marcial con Corona de Flores

•| ⊱✿⊰ |•

En el año 750 de matrimonio, el palacio de Feng Xin se derrumbó en picada como si de naipes se tratara y una campana cayó sobre Mu Qing con poca gracia, el príncipe heredero de Xian Le ascendió a los cielos por tercera vez.

Ling Wen ordenó la construcción de un rápido palacio de emergencia para Feng Xin, quien no supo cómo denegar la oferta. Él caminó un par de pasos desde sus escombros y ya estaba dentro del palacio de su esposo. Había traído a todos sus diputados consigo, los menores iban y venían trayendo calmantes y agua fresca, todo por órdenes de Mu Qing. Al parecer cuando Feng Xin necesitaba calmantes era incapaz de reconocerlo por sí mismo.
El palacio de emergencia estaba completamente vacío.

—Mi general, le juro que comenzaremos la construcción cuanto antes, mañana a primera hora recuperaremos los escombros, nosotros...— los diputados de Feng Xin, inclinados hacia él, no parecían reconocer la raíz del problema real. Solo veían a su señor en pleno colapso nervioso, sin saber qué hacer. Realmente preocupados.

—¡Cierren la boca, el palacio no me interesa! — Feng Xin acariciaba el puente de su nariz.

—Está bien, es todo, gracias— Mu Qing echó a los diputados de la habitación con amabilidad y cerró la puerta— trata bien a tu personal, es...

Iba a seguir hablando, regañándolo, pero Feng Xin no paraba de dar vueltas por los aposentos. Tan pulcros e impecables como siempre, iba a gastar el suelo en una enorme línea recta delante de la cama. Mu Qing lo seguía con la mirada hasta el mareo, se quitó las túnicas exteriores y se sentó en el borde del colchón.
Lo observaba con las manos sobre las rodillas, y los pies tamborileando contra el suelo, en sus túnicas interiores de seda grises y suaves, mal atadas en su cintura estrecha y el cabello suelto derramándose por sus hombros. Feng Xin hacía gestos con manos y cara mientras hablaba, mirando un punto fijo en la distancia. Mu Qing iba a marearse de solo verlo.

—Estoy por enloquecer— Feng Xin soltó, pausando para respirar.

—Ya lo veo.

—Qing-er

—¿Si, cielo?

—¿Tú no me odias, cierto? — Feng Xin preguntó eso con ojos de cachorro y Mu Qing parpadeó, demasiado desprevenido.

—Estamos casados hace siete siglos...

—...Y medio

—Y medio. Feng Xin, creo que me gustaría que te sientes y tomes tu té.

—Tú quieres sedarme y dormirme, no, no... Esto... Tengo que pensar. Voy a volverme loco.

—Estás ansioso y emocional. Y cuando tú duermes es el mejor momento del día.

Feng Xin giró a mirarlo con ojos acusadores y Mu Qing estaba aguantando una risa entre sus labios, Feng Xin se acercó a pasos rápidos y se paró entre sus rodillas. Mu Qing lo abrazó por la cintura, enterrando el rostro en su pecho.

—Estás tan nervioso por algo que sabíamos que pasaría tarde o temprano.

—Mu Qing yo te amo, pero necesito que te sientas con la misma intensidad que yo.

—¿Y que ambos nos volvamos locos? ¿Entonces quién te cuidaría? ¿Quién aportaría la mitad cuerda de la relación en situaciones así?

Feng Xin lo miró desde arriba, con maldiciones en la punta de la lengua. Tomó la armadura de su hombro y se deshizo de ella, ruidoso. Mu Qing lo ayudó con los pesados mantos y túnicas exteriores.

—Tiene una misión— Mu Qing comenzó a hablar con la vista baja, quitando capas de ropa a su esposo— en el norte

Feng Xin buscaba su mirada, Mu Qing dobló sus túnicas y las guardó, luego volvió y retiró su arete y Feng Xin estaba demasiado en shock como para detenerlo. Dejó que lo acostará en la cama y acomodará las almohadas bajo su cuello