Capítulo IX

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APRENDER A SEGUIR

Lunes:

-El mundo caerá uno por uno-. Instigó Eutropio a todo su grupo, manada o clan. Ya que era una mezcla de seres, no se sabía con exactitud como debía llamarse. Abrí mis ojos estando aún en el jardín, había estado practicando el contacto con la muerte porque si la muerte me llamaba y podía llegar a lugares desconocidos, entonces podía ver a Eutropio ya que en teoría estaba muerto por su parte vampírica. Tuve suerte de poder ver eso aunque no vi nada más, lo intenté pero fue lo único que conseguí. Al menos era algo.

Necesitaba un día normal para ir a clases pero justo era el entierro de mi madre y necesitaba acudir. Así que me vestí apropiadamente para un entierro, más o menos, ya que me vestí toda de blanco porque necesitaba un color que no me recordara como es mi propia alma.

-Voy contigo-. Entró Bruce en la habitación entregándome una rosa roja para dejarla en el ataúd. Le sonreí agradecida aunque rápidamente volví a mi cara de pena, acarició mi mejilla para después besarla al darse cuenta de mi cara. Cerré mis ojos y solté el aire de mis pulmones sintiéndome cansada, cansada de todo, de mis sentimientos y me estaba hartando. Al abrir los ojos mi amigo levantó su brazo doblado, prestándomelo para rodearlo con el mío y apoyarme en él para empezar a movernos de camino al coche.

×××

Los familiares más cercanos a mi madre, nos sentamos en primera fila mientras el resto se quedaba de pie alrededor del agujero donde se quedaría el cuerpo de mi madre enterrado eternamente.

Vino un cura a decir unas palabras, además sería el único que dijera algo porque si yo lo hacía seguro lloraba y no quería hacerlo delante de tanta gente, no quería sentirme vulnerable.

-Estamos aquí reunidos para despedirnos de una gran persona, una madre maravillosa, una esposa perfecta y una amiga insuperable-. En ese momento dejé de escuchar, estaba segura de que me iba a dar otro ataque de pánico y tuve que levantarme del sitio para marcharme pero antes, dejé la rosa sobre el ataúd despidiéndome de mi madre. Salí de allí siendo seguida por alguien pero no quise darle importancia así que seguí mi camino hasta salir del cementerio.

Se puso a chispear, así que aceleré el paso para refugiarme bajo un árbol o algo pero empezaron a llamarme para que parara, era Bruce y sin querer hacerle caso continué hasta llegar casi al coche pero me paró cogiéndome de la mano. Las gotas empezaron a caer más rápido, lloviendo tan fuerte que me ayudaba a esconder mis lágrimas.

-No puedo más, mi corazón no lo soporta-. Hablé alto para que me escuchara ya que el sonido de la lluvia golpeando el suelo era bastante fuerte. -No sé si vamos a poder con todos. No sé si vamos a ganar o nos van a matar a todos. No sé nada. No lo sé... Pero lo que tengo claro es que tengo tanta rabia acumulada que me quiero vengar. Y el miedo me supera convirtiéndose en pánico y siento que me va a dar algo en el corazón hasta romperse y me duele, me duele sentirme débil aunque yo sea un puto ángel. Solo quiero sonreír sin tener que fingir que estoy bien a cada rato. Solo quiero estar lo más normal posible... ¿Soy egoísta por pedir sentirme bien?- Me cogió de las manos y estiró de mí hasta abrazarme, apoyé mi cabeza sobre su hombro y cerré mis ojos intentando tranquilizarme. Nos estábamos empapando pero me daba igual.
Todo este tiempo había fingido ser fuerte o al menos intenté creérmelo desde que tuve que devolver la reliquia.
Sentía que cada día me acercaba más a la muerte y sólo quería sentirme libre de presiones y obligaciones.

Bruce me hizo entrar en el coche cuando empezó a sentir el frío que helaba las gotas de lluvia, no quería que se enfermara aunque él se preocupaba por mí.
Llegando a casa, dos vampiros chocaron con la parte delantera del coche provocando que el auto volcara quedándose del revés, como mi chico y yo, con el cinturón puesto no podíamos salir tan fácilmente.
Bruce llegó a soltarse pero el mío estaba enganchado y en ese momento no tenía la fuerza suficiente para romper el cinturón, aunque seguí intentándolo varias veces más hasta que me di cuenta que me golpeé la cabeza. Él cayó de cabeza, apoyando sus manos en el techo para que no doliera la caída, en ese justo momento arrancaron la puerta del piloto y le sacaron para luego empujarle contra el coche.

EDAS Dame una razón para decir adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora