UN ACTO CONSCIENTE, DE INTENTO DE AMOR
Hades la recorrió con la mirada al salir de casa de Nicolás. ¿Cómo podía ser que siempre se viera tan hermosa? Que, con una sola sonrisa, esas que eran remarcadas por unos ojos vivaces, seductores y unos labios... sus labios. Hades sabía que eran el tesoro por el que cualquier ser pensante en el universo perecería buscando tenerlos. Y en un acto inconsciente, al terminar la sonrisa, ella relamía su labio inferior... ¡y que tortura era para Hades! Que ser tan divino era ella...
Hermes lo miro de reojo cuando Alice se acercó, ¿¡cómo nunca se dio cuenta!?
—¿Vas de...? —pregunto confundido Nicolas, al llegar a su lado. Hermes lo miro, ignorando como su hermano le acariciaba la mandíbula a Alice y ligeramente los labios.
—Ah, pues de Hermes — sonrió este. Nicolas parpadeo un par de veces, parecía sin duda un dios griego. Llevaba un casco de metal, una trompeta, alas que adornaban su casco y zapatos y... —, ¿te gusta mi ropa? Se llama himaton, lo usaban los antiguos griegos.
Nicolas abrió sus ojos cuando Hermes le sonrió, de oreja a oreja, era esa típica sonrisa pícara que hacia sus ojos grises brillar, Hermes tenía un hoyuelo casi imperceptible a media mejilla y hasta ese momento, noto Nicolás, era muy guapo. Aparto la mirada, sintiendo el sonrojó adueñarse de sus mejillas. En el tiempo compartido con él, lo último que le interesaba era su atractivo. Se había quedado callado por que el llevaba sus piernas, fuertes y torneadas, al descubierto, al igual que su pecho. Hermes era tan grande, deportista, no tenía el cuerpo tan estilizado y elegante —pero igual marcado —que Hades... Nicolás lo detallo más de la cuenta de camino a la fiesta...
La casa era grande y, para sorpresa de los chicos, quedaba demasiado cerca de la ciudad. Con un pequeño jardín al frente, minimalista, moderna y con muchos, muchos ventanales. En la sala toda una pared, desde el piso hasta el techo del espacio abierto que daba vista del balcón del primer piso hasta la planta baja. Y no estaba tan poco iluminada como las otras fiestas, habían llegado temprano....
—¡Bienvenidos! —chillo Carter. El vicepresidente del consejo estaba vestido de ángel, les sonrió tomo unos tragos de la bandeja que una chica, igual del consejo, le extendió, y se los ofreció. Su cabello castaño iba desordenado y sus ojos igual cafés con pupi lentes blancos. —Han sido los segundos, adelante.
Los chicos aceptaron los tragos y al Alice ver que Carter los detallaba uno por uno, con esa sonrisa, para ella, falsa de amabilidad, devolvió el trago a la bandeja mirando directo a los ojos a la chica bajita y entro.
—Ah, discúlpenla. Mala semana. —Escucho que se disculpaba a su espalda Hermes mientras la seguían. Y cuando la tomo del brazo antes de cruzar el recibidor. —¿Que paso?
—No me agradan los del consejo —miro con disimulo a Nicolás cuando este le sonreía a Carter al devolver el vaso, —son demasiado falsos.
Hermes se quedó en silencio y la siguió hasta la sala. La decoración era oscura, había bocadillos, alcohol y un rincón para fotos donde encontraron a los chicos. Carla y Su se tomaban una foto una a cada lado de Charles, quien sonreía cuando ambas se inclinaban a susurrarle algo al oído. Alice frunció el ceño, iban de cisnes, Carla de cisne blanco, Susie del negro. Y era increíble lo bien que se veían... la ropa tan provocativa y hermosa. Mientras charles.
—Se supone que va de mago casa talentos. Yo le digo dueño del circo —se rio Martín acercándose a ellos con las manos en sus bolsillos. Agrando la sonrisa falsa, pintada de rojo alrededor de su boca. Su payaso se veía malévolo, tentativo a las chicas. —¿Monja? ¿Sera que quieres ir por ese camino?
ESTÁS LEYENDO
SERENDIPIA #2
Teen FictionSegundo libro. Alice mantenía la foto en Milán con Nicolás, colgada a lado de su espejo. Sus zapatos a juego, guardados en perfecto estado, a la vista en su armario. Los anillos de oro y zafiro, que encajaban como ella y el, todos los días en su m...