we do terrible things for the people we love
El daño estaba hecho, el simple hecho de verlo le causaba a Alice una ansiedad horrible, sentía la bilis subir hasta querer vomitar todo, como si ella misma fuera Astrid.
—Despierta, por favor despierta...—Alice vio a Maddie acercarse a un cuerpo inconsciente con una enorme grieta en la cabeza, de la cual no dejaba de brotar sangre. —Un médico... ¡Traigan a un puto médico!
La sangre seguía saliendo, ¿¡por qué no se detenía!? Se mezclaba con la de su nariz rota, y estaba allí sin poder hacer nada... Alice dio un paso atrás y sintió como el líquido sabor óxido, la misma sangre de Astrid, se filtraba por sus labios, y de la llaga en la cabeza de el, esa que parecía hacerse cada vez más grande, de donde salía más y más sangre, —¡saldría todo de él! — ¡Temía que fuera a salirse su cerebro, si eso pasaba no lo podrían salvar! — ¿Era su culpa? No... Busco a Matías con la mirada, a sus costados... Las personas se juntaban a su alrededor mientras a ella se le nublaba la vista, apenas podía ver cómo Maddie intentaba detener el sangrado, ¡pero él ya estaba desfigurado! Ya no tenía esa nariz respingada, su boca ahora no se distinguía y el músculo al descubierto en su mejilla, — no parecía ser real — había dientes regados, ¡dios era horrible! La sangre volvía a resbalar por sus mejillas y ella la intento alejar, ¡no la quería! ¡Odiaba la puta sangre! Y vio sus manos, llenas de la misma...
—¡Alice! —el grito de Maddie le hizo levantar la mirada. Y la cara de espanto la hizo girarse, atisbo apenas el coche que se dirigía en su dirección, pero no lo pudo esquivar, ella estaba estática.
Algo la impacto, no tan fuerte como esperaba, pero algo la impacto.
...
Nicolás la vio acercarse y guardo el sobre mientras le sonreía.
—Se me ha hecho muy tarde, perdón, no quería dejar la cama—Alice tomo asiento mientras acomodaba el cuello de tortuga de su blusa. Nicolás pudo ver una marca roja en el cuello de ella, pero no dijo nada. Se habían reunido para desayunar, solo ellos dos, una semana después de la muerte de Matías. Estaban en un pequeño restaurante a lado de la empresa, del enorme edificio negro, de la familia de Alice.
—Te he pedido un café—le informe él, mientras ella lo miraba con amor y sonreía. Alice tenía unos preciosos ojos y combinaban con su sonrisa, Nico también sonrió.
— Eres el mejor, —dijo, tomando el menú y cruzando sus piernas. —¿Y que es ese sobre?
Nicolás abrió sus ojos miel, y sacudió la cabeza, sacando el sobre blanco sin destinario o remitente, de su saco.
—Estaba aquí, cuando me senté, pregunté, pero nadie dijo nada. Y no han vuelto por él.
—¿Ah? —Alice levanto la mirada—¿y por qué no lo tiras?
—No lo sé.
—Entonces solo ábrelo—lo regaño ella. Nicolas negó, ¿podía hacer eso? Estaba mal, pero...
Abrió el sobre, no supo por qué lo hizo, ni siquiera por qué lo había guardado, solo que algo le decía que era para él... Frunció el ceño, perplejo...
—Que dice—volvió en si Alice. Nicolás se encogió de hombros mientras ella tomaba la hoja.
Cultivo una rosa blanca
en junio como enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
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SERENDIPIA #2
Teen FictionSegundo libro. Alice mantenía la foto en Milán con Nicolás, colgada a lado de su espejo. Sus zapatos a juego, guardados en perfecto estado, a la vista en su armario. Los anillos de oro y zafiro, que encajaban como ella y el, todos los días en su m...