Capítulo 29 (Maratón 1/3)

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"Se buena conmigo, que yo haré de este mundo un lugar perfecto para ti" Mi mente no dejaba de torturar me repitiendo una y mil veces las malditas palabras de Debram, como si se tratara de un príncipe azul.

Ya es suficientemente asqueroso estar casada con él como para aguantar sus intentos de ser supuestamente bueno conmigo. Esto es cada vez más complicado para mí y no se como haré para fingir que él me agrada.

-Señora Gema. - dices tras la puerta de mi habitación.

-Adelante.

La puerta se abre mostrando a Ana quien traía en las manos un uniforme de colegio. 

-El señor Debram encontró el uniforme perfecto para usted y ordeno que se lo entregarán ahora mismo. - dicho eso deja las prendas perfectamente planchadas sobre la cama.

-Gracias Ana.

Luego de unos segundos me quedo nuevamente sola, aunque no por mucho tiempo dado que mi esposo aparece de golpe a puntandome con su arma.

-Piun.

-¿Piun? - pregunte confundida.

-Acabo de matarte, ahora tienes que morir en mis brazos. - sonrío y en cuestión de segundos se desmayó.

Reí por la idiotes que acababa de hacer y solo me límite a acercarme. Con lo que pude confirmar que esta muy borracho, ¿que cosa lo tiene tan preocupado como para beber hasta el límite? Usualmente Debram se encarga de sus asuntos con una llamada, pero esta es la segunda vez que lo veo beber hasta perder la noción del tiempo. Y solo pasa cuando algo se les está yendo de las manos.

-Gema... - murmura entre sueños.

Salgo de la habitación pisando su pierna para después pegar un grito de ayuda, en lo que Nick aparece inmediatamente.

-¡Señor! - exclamó preocupado.

-Levantalo y llevatelo a su habitación. - ordene con frialdad.

Nick me miro con asombro.

-¿No me entendiste?

-Si señora.

El castaño levanto a Debram y siguió mi orden, desapareciendo de mi habitación. Cuando por fin me quedé sola pude respirar en paz, dar órdenes y poner una expresión de seriedad simplemente no es lo mío.

(...)

Desperté de golpe al sentir como tiraban de mi cabello.

-Levantate zorra.

Mia Russo.

-¡Sueltame! - grite con desesperación.

-Eres una maldita traidora.

-¿Estás es tu forma de ganarte a Debram? - pregunto sarcásticamente.

-Y tú que sabes de eso estúpida. - me soltó de golpe.

-Créeme que ni deshaciéndose de mí vas a conseguir a tu adorado hermano - sonreí a lo que Mia me abofeteo.

-¡Cállate!

‐¿Le temes a la verdad Mia? - reí - así te desnudez frente a sus ojos, él no te va a mirar - reí más fuerte.

-¡Eres una zorra! - grito para volver a abofetearme.

-¿Tú crees? Veamos si Debram piensa lo mismo. - dicho eso procedo a gritar con otras mis fuerzas mientras rompo el pequeño espejo del baño y hago un ligero corte en mi pierna.

-¡Estás loca!

-¡Debram ayúdame! ¡Ayúdame por favor! - grite mientras comenzaba a llorar sin cesar.

El pelinegro aparece con un arma en mano.

-Aléjate de ella Mia, no hagas que te mate. - advirtió con la voz ronca.

-Ella lo hizo todo Debram. - intento defenderse.

-Gema es demasiado frágil como para hacer todo esto, aléjate de ella no hagas que lo repita Mia. - apretó los puños.

-Es una maldita perra, ya lo verás. Mátame, pero tendré el gusto de escupir le en la cara - sonrío maliciosa.

-¡No te atrevas Mía! ¡No estoy de humor para esto! - grito mi esposo apretando la mandíbula.

Mía se acerco a mi rostro y en menos de un segundo cae al suelo arrodillandose ante mí mientras tocaba el estómago.

Trague saliva.

Debram se acerco a mí y me tomo en brazos.

-Vamos - susurro para luego plantar un beso en mi mejilla.

El pelinegro me lleva hasta su habitación y me deja en su cama para después dejarme sola, a lo que en unos minutos aparece Ana con un botiquín.

-Mi niña, otra vez lastimada. - me abrazo.

Asentí.

Está familia poco a poco me está envenenando, pero no me importa, yo hago lo que sea con tal de proteger a mi madre y mis hermanitos.

La puerta de la habitación es abierta una vez más y la presencia más terrible me observa con odio y deprecio.

-¿¡Qué hiciste!? - grito la anciana.

-Déjanos solas Ana, por favor. - pedí sin siquiera mirar a ambas mujeres.

-Si señora. -dicho eso nos dejó con una gran tensión que se formó en el lugar.

-Por tu culpa mi nieta esta de camino al hospital, ojalá te hubieras muerto.

-Uhm.

-Maldita la hora en la que te encontramos, estas destruyendo la poderosisima familia Russo.

-Destruire su familia como todos ustedes destruyeron la mía. - espete furiosa, lanzando una mirada fría.

-No se te será tan fácil.

-Eso esta por verse. - sonreí.

(...)

-¿Estás bien? - pregunto el pelinegro mientras se acercaba a la cama.

-Sí.

-Ya hable con mi padre y mandara a Mia manejar uno de sus negocio a Corea, así que no te va a molestar más.

¿Y espera que le de las gracias?

-Que agradable noticia.

-En la siguiente semana iras al colegio, así que descansa mucho porque este fin de semana eres toda mía. - giño un ojo.

-¡Claro!

La esposa jovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora