Capítulo 46

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Tras una pequeña charla que tuvo mi esposo y la mujer por fin hicieron "las paces", pero no de una forma muy convincente pues el pelinegro no se encontraba muy feliz.

Cuando se acerco a mí sentí un gran nerviosismo recorrer mi cuerpo.

‐Listo.

Sonreí tímida.

-¿Crees que te arrepentirás de lo que me dijiste?

-En lo absoluto. Como te dije, todos merecemos una segunda oportunidad - me encogí de hombros. 

-Tic tac hermosa Gema. Veremos si es así - sonrió maliciosamente. 

¿Acaso es un maldito juego y esa chica es una actriz? ¿o por que rayos estaba actuando así? Había momentos en los que Debram se mostraba más extraño que lo normal y eso hacia que me confundiera. 

Estaba tan perdida en mis pensamientos analizantes sobre el comportamiento de mi esposo que no me dio tiempo de prevenir su agarre que me hundiría al mar junto a él. Sentí como sus manos se deslizaban de mi espalda hasta mi cintura para luego ayudarme a subir a la superficie, por instinto rodee su cuello con mis brazos hasta que por fin pude respirar. 

-¡Eres un tonto! - exclame enojada.

-Yo creo que más bien soy inteligente - susurro cerca de mi oído. 

Fruncí el ceño confundida, hasta que me di cuenta lo juntos que estaban nuestros cuerpos. 

-Ya me aburrí de estar aquí, me quiero ir. 

Él rio por lo bajo. 

-Ash, ya suéltame. 

-Preciosa, por favor no te enojes. 

-Suéltame ya -insistí mientras me removía en los brazos de mi esposo.

-Debram, ya déjala. Aprende a ser un caballero - dijo una tercera persona interviniendo. 

Era ella. 

-Es mi esposa y solo estamos jugando - afirmo el pelinegro volviendo a su expresión seria. 

Esto era más que incomodo para mí. Es como estar en una fiesta a la que no fui invitada y solo estoy de colada aquí. 

Mientras que Debram ponía más firme su agarre la mujer nos observaba con una sonrisa. 

-Se ven tan lindos juntos.

¿Oh de verdad? 

-Lo sé, escogí muy bien a mi esposa. 

-Debram por favor, no hables como si fuera un objeto - rodé los ojos.

Dios mío. No sabia como Debram podía llegarme a caer tan mal en tan solo unos segundos. 

-Lo siento preciosa -besó mi mejilla.

Cuando Debram saco su lado cursi frente a su amiga algo raro note en ella. Sus ojos comenzaban a reflejar lo mismo que Mia.

Odio. 

Por más que tratara de ocultarlo los ojos siempre reflejan lo que sentimos. Aunque cabe la posibilidad de que sea algo más. Era odio hacia mi o ¿hacia Debram?

Esperaba que fuese hacia él. No quería verme nuevamente involucrada en problemas de mujeres que quieren estar con él.

-Bueno muñeca ¿nos vamos? - pregunto rompiendo así la tensión. 

Asentí.

(...)

La noche había llegado y la tipa que respondía al nombre de Ariana convenció a Debram de no solo acompañarnos a la casa de playa, si no que también de pasar la noche aquí. Algo que claramente le favorecía al pelinegro, pues tendríamos que dormir en la misma habitación.

Pero él no contaba con que lo haría dormir en el sofá. Después de lo que había pasado hoy, ni loca compartía cama con él.

Luego de tomar un baño de agua tibia, fui hacia la cocina para coger la ultima rebanada de pizza que hasta hace unos minutos le había dicho a Debram que no quería. 

-¿Es enserio? Comes como una marrana. 

Gire sobre mis talones para encontrarme cara a cara con Ariana. 

-¿Disculpa? 

-No lo entiendo de verdad, como es que el tío Damián permite que la esposa de su heredero sea una simple niña que además es muy glotona -con que ahora si sacaba su verdadero rostro. 

Bien. Que comience el juego. 

-Pues así como me ves, yo salve la vida de Damián.

-¿De verdad? - fingió asombro - ¿Y como lo hiciste? ¿espantaste al monstruo que tenia debajo de su cama?  

-No tengo porque contarte cosas que no te conciernen - me encogí de hombros. 

Ariana resoplo para después acercarse a mí y tomarme por las mejillas.

-Yo no soy como Mía, ni mucho menos como alguna de las mujerzuelas con las que Debram pasaba el rato. Yo soy la verdadera mujer con la que debe estar - con la mano libre que tenia me daba golpes en la cabeza con su dedo índice. -Grábatelo muy bien. 

-Ni siquiera la amante podrías llegar a ser querida. Mejor sigue soñando - reí con sarcasmo. 

-Pobrecita. ¿acaso no vez que solo te esta utilizando?

-Ujum -musité.

-Espero que hayas disfrutado de tu corto reinado con el rey de la mafia. Porque hoy, cuando me haga el amor y escuches mis gemidos tu coronita pasara, a mi cabecita - sonrío para luego soltarme. 

-Ariana, yo no necesitaré coquetearle o desnudarme frente a él para hacerte entender que ese hombre, es mío. 

¡Zas! Le di justo en el clavo. 

Es una lastima que sea yo a la que odia. Pero ni modo, si me tocaba demostrar quien era la debilidad de aquel hombre sin piedad, que mataba a sangre fría ¿Quién era yo para no dejarlo en claro? 


La esposa jovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora