-Debram...no hagas esto. Por favor. - ruego.
-Tranquila Gema. No te haré nada - rueda los ojos - es solo que mi madre quiere tener nietos ya. - ríe.
¡Idiotas!.
-Tengo quince años Debram, sería una niña cuidando de otra niña. - esto me ha puesto muy mal.
-O niño. De preferencia un niño. - sonríe.
Lo detesto por completo.
-Pero aun te falta mucho para ser una mujer de verdad, y no tengo apetito aun. Así que solo vamos a fingir la perdida de tu virginidad. - explica rápidamente.
¿Fingir?. Pero, ¿como vamos hacer eso?
Es realmente algo ilógico. Tengo mucho miedo.
-Desnudate. - ordena firmemente.
-¿Qué?. - estoy confundida.
-Que te desnudez.
Sus ojos penetran los míos. Y el miedo es cada vez mayor.
Trago saliva.
Comienzo a quitarme el camisón de dormir lentamente. Es algo vergonzoso la verdad. Puedo sentir la mirada de Debram clavada en mi, disfrutando de esto. Cuando el camisón toca el suelo, me inclino para recogerlo y dejarlo a un lado de la cama.
No soy capaz de mirar a Debram a los ojos. Es demasiada vergüenza para mi, solo quiero que acabe con esto y rápido.
-A comodate en la cama. - su voz aun más ronca de lo normal.
Esto es incómodo.
Hago lo que me pide. Voy hacia la cama y me tiendo en ella.
Dios por favor, no permitas que Debram me haga algo. Te lo suplico.
Llevo mi mirada hacia Debram. Quien se esta terminando de quitar el pantalón quedando solo en ropa interior. Al darme cuenta de eso, cierro los ojos de golpe.
-Esto es mucho para ti. - ríe.
Siento mis mejillas arder. ¿Por qué?.
Abro los ojos nuevamente, Debram tiene una navaja en las manos. Se acerca hacia la cama. Mi corazón late aun más rápido.
-¿Debram?. - pregunto asustada por lo que pueda hacerme.
Él solo me observa y luego corta un poco su mano izquierda, dejando caer la sangre en las sábanas blancas.
-Al ver esto, mi madre pensara que ya no eres virgen. Pero tu y yo sabemos que eso no es verdad, y por tu bien será mejor que guardes el secreto. - sonríe.
No se si debo agradecerle o no. Estoy confundida.
-Ahora duerme. Es muy tarde y no deberías estar despierta. - besa mi frente.
¿Como puede ser malo pero a la vez tan bueno?.
(...)
-¡No!. - gritan, haciendo que pegue un salto del susto.
Abro los ojos rápidamente y me encuentro con Mía, la hija adoptiva de los Russo y hermana de Debram.
-¿Qué haces allí perra arrastrada? - se acerca a mi echa una furia - ¡¿Como te atreves?!.
-¿De que hablas?. - estoy confundida y asustada.
Me quita la sábana que cubría mi cuerpo desnudo.
-¡Zorra maldita!. - me abofetea.
-¿Que esta pasando?. - la señora Isabella entra a la habitación con una expresión de preocupación.
ESTÁS LEYENDO
La esposa joven
RomansaCumplir los quince años no siempre es lo mejor, aveces es simplemente una maldición.