DEBRAM
No, definitivamente no. Era consiente de que dejar a Gema en la mansión no era mi mejor elección, pero traerla conmigo era mucho peor. Aunque admito que jamás pensé que terminaría metiéndose en problemas en tan pocas horas, ni mucho menos que se escaparía con un chico de su clase.
Esa chiquilla tan escurridiza solo conseguía que la quisiera cada vez que me contradecía.
Desde que la había tomado, no dejaba de pensar en la calidez de su cuerpo, en sus pezones erectados y en el erizar de su piel bajo la mía. Capaz no había sido la mejor forma de que haya tenido su primera vez, pero estaba dispuesto a cambiar ello.
-Hola - dijo una voz femenina cerca de mí oído -¿Cuánto tiempo eh?
No respondí.
-Ay, mírame. Soy yo Debram.
¡No es posible!
Gire sobre mis talones para ver a mi pequeña amiga de la infancia.
-Vaya, cuanto tiempo ha pasado - sonreí.
-Demasiado - río - veo que sigues siendo el mismo de siempre - añadió.
Negué con la cabeza.
-No Ari, nada de eso.
-Pues yo veo al mismo Debram Russo de siempre - se encogió de hombros.
-Pronto te darás cuenta, de que el Debram que conociste ya murió Ariana.
Entre cerro los ojos, intentando intimidarme como si no creyera en lo que le estaba diciendo, pero su "mirada interrogatoria" solo consiguió hacerme reír.
-¡Qué mala racha! Mi mirada ya no hace efecto en ti - fingió llorar - eso quiere decir que eres todo un hombre.
-¡Óyeme! ¡siempre lo fuí! - exclame en mi defensa.
-Ya, ya tranquilo. Mejor cuéntame, ¿que es lo que te trae por aquí? ¿algún negocio? - pregunto curiosa.
-Uhm, no exactamente.
-¿Entonces?
-Nada que sea de tu incumbencia.
La castaña puso los ojos en blanco para después ponerse en marcha hacia el bar donde hace muy poco me había encontrado.
-¡Entremos! - grito agitando las manos.
Ariana siempre mostraba ser muy enérgica, como toda una niña. No importaba que edad tuviera, ella jamás dejaba ese comportamiento tan inmaduro.
La tarde se hizo presente y el alcohol ya estaba causando efecto tanto en ella como en mí.
Entre recordar los viejos tiempos en los que éramos sólo niños y sobre nuestras vidas actuales las horas pasaban rápido y la noche iba cayendo lentamente.
-Me tengo que ir.
-¿Tan pronto? - pregunto un poco apagada.
-Sí Ari, tengo algunos asuntos pendientes que resolver. Fue agradable volver a verte - le di una pequeña palmada en la espalda.
-Lo mismo digo - sonrío.
-Hasta pronto - dije para después salir del bar.
(...)
Abrí las enormes puertas del balcón dejando que la brisa del mar ingrese a mi habitación. La luz de luna alumbrando la oscuridad que se encontraba al rededor de mí solo me recordaba a ella, tan hermosa y esplendida.
Contemple mis manos con la claridad que se filtraba y sin poder evitarlo recordé su cuerpo, cerré los ojos deseando, sintiendo su presencia aquí, justo como la necesitaba.
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La esposa joven
RomanceCumplir los quince años no siempre es lo mejor, aveces es simplemente una maldición.