Capítulo 8

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Tres días después...

-Gema ¿como te sientes hoy pequeña?. - pregunta Ana entrando a mi habitación.

No respondo.

No quiero hablar con nadie. Solo quiero ir me de este lugar. Ya paso tres días desde que Debram  me daño cruelmente, dejando unas marcas en mi espalda, brazos y piernas.

Ya no me duelen tanto gracias a los cuidados de Ana. Pero siento que ya no puedo más. Tengo que ir me de aquí ¡Ya!.

Hace una semana fui condenada a ser la esposa joven de esta mansión, marcaron mi destino con alguien que desconozco por completo. Quiero volver a casa, es todo lo que quiero.

-Vamos Gema. Dime algo. - insiste.

-Me siento mejor Ana, gracias. Es solo que...extraño a mi madre. - respondo con un nudo en mi garganta.

-Lo se pequeña. Pero ahora estas aquí, Debram no te va dejar ir. Es mejor que te adaptes a esta vida...- ella se detiene al escuchar que la puerta de mi habitación se habré.

Es Debram. Ese maldito.

-Hola Gema. - saluda Debram.

-Hola Debram. - respondo casi en un susurro.

-¿Como te encuentras hoy?. - pregunta acercándose a mi.

-Estoy bien. - digo sin mirarlo.

-Ana, dejanos solos. - ordena.

-Si señor. - rápidamente Ana sale de mi habitación dejándome con él.

-Ven aquí Gema.

Camina hacia la mesita de noche que esta al lado de mi cama y toma la pomada para mis heridas.

-No quiero.

-Por favor. - insiste.

Suspiro.

Bajo de mi cama y camino hacia él con los pies descalzos.

Debram hace que este de espaldas para luego quitarme el camisón de dormir que traigo puesto.

-Lamento lo que te hice Gema. - dice posando sus manos en mis hombros.

-Sería bueno si tus palabras salieran del corazón, pero se muy bien que no lo tienes. - respondo enojada. ¿Qué se cree?, que me puede lastimar cuando quiera. Aunque supongo que eso es lo que le enseñaron.

-De verdad lo siento...- comienza a deslizar el camisón por mi cuerpo, haciendo que este baje lentamente hasta caer al suelo.

Mi corazón comienza a latir muy rápido. Tengo miedo a que intente hacer algo.

De pronto siento su aliento muy cerca de mi nuca.

Trago saliva.

Lentamente Debram comienza a dar pequeños besos en mis heridas.

Siento vergüenza y asco. ¿como puede hacer esto?.

Al llegar a mi cintura se detiene y siento como aplica la pomada sobre mis heridas que están a punto de cicatrizar.

Mi cuerpo comienza a temblar bajo su tacto. Me siento asqueada.

-Bien. Gema, te llevare a ver tu madre.

Me quedo atónita.

-¿De verdad?. - pregunto aun sin creerlo.

-Si.

Giro para encontrarme frente a frente con él. Debram me muerta una sonrisa tierna, me agrada. Pero a la vez tengo miedo de que me vuelva lastimar, capaz es uno de sus juegos. Debo conservar la calma.

La esposa jovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora