Tres días después...
-Gema ¿como te sientes hoy pequeña?. - pregunta Ana entrando a mi habitación.
No respondo.
No quiero hablar con nadie. Solo quiero ir me de este lugar. Ya paso tres días desde que Debram me daño cruelmente, dejando unas marcas en mi espalda, brazos y piernas.
Ya no me duelen tanto gracias a los cuidados de Ana. Pero siento que ya no puedo más. Tengo que ir me de aquí ¡Ya!.
Hace una semana fui condenada a ser la esposa joven de esta mansión, marcaron mi destino con alguien que desconozco por completo. Quiero volver a casa, es todo lo que quiero.
-Vamos Gema. Dime algo. - insiste.
-Me siento mejor Ana, gracias. Es solo que...extraño a mi madre. - respondo con un nudo en mi garganta.
-Lo se pequeña. Pero ahora estas aquí, Debram no te va dejar ir. Es mejor que te adaptes a esta vida...- ella se detiene al escuchar que la puerta de mi habitación se habré.
Es Debram. Ese maldito.
-Hola Gema. - saluda Debram.
-Hola Debram. - respondo casi en un susurro.
-¿Como te encuentras hoy?. - pregunta acercándose a mi.
-Estoy bien. - digo sin mirarlo.
-Ana, dejanos solos. - ordena.
-Si señor. - rápidamente Ana sale de mi habitación dejándome con él.
-Ven aquí Gema.
Camina hacia la mesita de noche que esta al lado de mi cama y toma la pomada para mis heridas.
-No quiero.
-Por favor. - insiste.
Suspiro.
Bajo de mi cama y camino hacia él con los pies descalzos.
Debram hace que este de espaldas para luego quitarme el camisón de dormir que traigo puesto.
-Lamento lo que te hice Gema. - dice posando sus manos en mis hombros.
-Sería bueno si tus palabras salieran del corazón, pero se muy bien que no lo tienes. - respondo enojada. ¿Qué se cree?, que me puede lastimar cuando quiera. Aunque supongo que eso es lo que le enseñaron.
-De verdad lo siento...- comienza a deslizar el camisón por mi cuerpo, haciendo que este baje lentamente hasta caer al suelo.
Mi corazón comienza a latir muy rápido. Tengo miedo a que intente hacer algo.
De pronto siento su aliento muy cerca de mi nuca.
Trago saliva.
Lentamente Debram comienza a dar pequeños besos en mis heridas.
Siento vergüenza y asco. ¿como puede hacer esto?.
Al llegar a mi cintura se detiene y siento como aplica la pomada sobre mis heridas que están a punto de cicatrizar.
Mi cuerpo comienza a temblar bajo su tacto. Me siento asqueada.
-Bien. Gema, te llevare a ver tu madre.
Me quedo atónita.
-¿De verdad?. - pregunto aun sin creerlo.
-Si.
Giro para encontrarme frente a frente con él. Debram me muerta una sonrisa tierna, me agrada. Pero a la vez tengo miedo de que me vuelva lastimar, capaz es uno de sus juegos. Debo conservar la calma.
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La esposa joven
RomanceCumplir los quince años no siempre es lo mejor, aveces es simplemente una maldición.