Capítulo 50

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Cuando me encontré en el amplio pasillo que me llevaría hasta Ashton las intensas ganas de llorar volvieron a mí. Esta despedida fue tan inesperada como la forma en la que llegue a las manos de Debram, las mismas de las que hasta hace un instante quería huir, pero que ahora no quiero que me sueltes nunca jamás.

Lleve una mano a mi boca para ahogar el jadeo de dolor que estaba por salir. 

La cabeza me estallaba de dolor, tenia partes de mi cabello pegado al rostro y mi nariz además de mis parpados delataban el gran desastre donde me encontraba. Pero ¿Cómo alguien puede verse bien después de haber causado su propia destrucción?

Quién sea capaz de poder soportar tanto dolor y verse radiante es inhumano.

Respire hondo y sin prestarle más atención a mi aspecto fui hasta la habitación de Ashton e ingresé. 

-Hola revoltosa - dijo con una gran sonrisa que se le borro en segundos.

-Hola -intente sonreír, pero solo conseguí hacer una mueca.

-¿Todo esta bien? -pregunto con preocupación a lo que yo solo me limite a asentir-. Gema, somos amigos. Dime que es lo que te ocurre - frunció el ceño.

Carraspee. 

¿Y ahora que se supone que iba a decir? 

-Me iré de la ciudad - mentí.

-¿Por qué? - pregunto poco convencido.

Se me formo un nudo en la garganta, tras recordar todo lo que había pasado hasta ahora. 

Sacudí la cabeza con brusquedad.

-Es algo difícil de explicar, pero es eso lo que me ocurre - respondí desviando la mirada. 

-¿Podremos volver a vernos? 

-Claro que sí, eres mi amigo -sonreí-. Ahora debo ir me. 

No podía seguir más tiempo aquí. No solo porque odiaba el hecho de seguir mintiéndole a alguien que dio la vida por mí, sino porque necesitaba encontrar a Debram y aclarar todo de una buena vez.

-¿Tan pronto?

-Si. Me están esperando.

-Bueno revoltosa, esta bien -suspiro rendido.

-Hasta pronto Ashton.

-Adiós Gema. 

Tras salir de la habitación me recargue en la puerta. Las lagrimas brotaban sin que yo pueda detenerlas. Mi corazón.... ¿aun tenia uno? ya no lo sé. Solo sabia que todo mi interior estaba vacío. 

Tras reincorporarme comencé a caminar en dirección hacia el ascensor. 

-Gema... -escuche que susurraban en mi oído a la vez que un trapo cubría mi nariz y boca.

Mi piel se erizó por unos cuantos segundos... ¿Debram? 

De pronto no había más que oscuridad a la cual ya estaba acostumbrada....

(...)

 Al sentir como un enorme de agua helada me empapaba por completo abrí los ojos. Parpadee repetidas veces hasta que mi visión se aclaro por completo y mis ojos se posaron en un hombre de traje que se hallaba frente a mí. 

-Así que tu eres la famosa Gema -sonrió-. Mucho gusto, soy Said. 

Bostece. 

-¡¿Acaso no te enseñaron modales?! ¡maldita perra! -me abofeteo. 

Me sorprendía que no reaccionara al dolor, a pesar de que el golpe hizo un gran sonido que retumbo en el lugar donde estábamos.

-¿No te quejas? Vaya, Debram se consigue a las perras más fuertes y además las más buenotas -dijo tocando uno de mis pechos.

La esposa jovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora