"¿Cásate conmigo?"
Se forzó un matrimonio de la nada con Jimin uno de los tantos nombres " de Afrodita, la diosa del amor y la belleza, y el novio era el dios masculino más feo del Olimpo, Hefesto. Todos simpatizaban con el pobre novio, pero no sa...
"¿Todavía no me crees?" preguntó JiMin, "¿A pesar de que soy un desastre para ti en este momento?"
"No es así", dijo, avergonzado.
"Mmm", murmuró JiMin. El había tenido la intención de seducirlo, pero JiMin, a su vez, se había excitado. Bajó la tela y reveló su pecho. "Me gusta todo lo que me haces", dijo, "incluso amo tus pequeños instrumentos".
"¿Debería ir a buscarlos?" preguntó con voz ronca.
"No", dijo JiMin, "eres a ti a quien amo". El lo atrajo hacia sí, su pecho contra su pecho. JiMin le susurró al oído: "Haz lo que quieras conmigo". besó a su marido. "Pero por ahora, solo tú", dijo, "solo te quiero a ti".
"¿Será eso suficiente?" preguntó, su voz baja.
"Sí, por favor", dijo JiMin, apretándose contra él, "Date prisa".
Pareció en conflicto por un momento, luego sus grandes manos la abrazaron. Al ceder a su seducción, se rió a carcajadas de su propia felicidad.
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La noticia de que Ares había invadido el santuario de Hefesto y había sido aplastado debajo de una roca se había extendido como la pólvora en el Olimpo. Había que agradecer a Hermes por eso. Había difundido el chisme por todas partes, ya que había sido testigo de todo desde un pueblo cercano. Le dio a su aburrida existencia algo por lo que vivir, en sus propias palabras.
Por lo tanto, para cuando YoonGi y JiMin terminaron el uno con el otro y se vistieron. Los doce olímpicos habían llegado a su santuario. "¡Hola a todos!" dijo NamJoon grandiosamente, "ha pasado demasiado tiempo desde que todos nos reunimos así".
"¡Afrodita!" Zeus puso una sonrisa cuando la vio salir a saludarlos.
JiMin puso una sonrisa sardónica. "Vaya, vaya, ¿a qué debo el placer?" dijo JiMin con fingida felicidad, "¿Por qué todos los atletas olímpicos se arremolinan alrededor de mi porche? Podrías haber llamado.
"La puerta estaba cerrada", dijo NamJoon, "y no queríamos molestar".
"Oh, Zeus, tan cortés", sonrió JiMin, "¿De qué sirve una puerta cerrada cuando tu hijo ya se ha dado cuenta de que tiene autoridad para entrar en la casa?"
La sonrisa de NamJoon se volvió tensa. Estaba, al menos, fingiendo ser cortés, que era mucho más de lo que otros atletas olímpicos podían lograr en este momento. JiMin lo habría reprendido más, ya que tampoco estaba exento de maltratar a YoonGi. Pero el no estaba tan enojado con él como lo estaba con Hera. NamJoon, como Rey de los Dioses, había tratado a YoonGi con justicia, por lo que no tenía agravios hacia él.
"Mocoso grosero", dijo Hera con vehemencia, "entrega a JungKook".
Con Hera, sin embargo, JiMin no tuvo reparos en contener su ira. Miró a su alrededor para ver a JungKook todavía aplastado bajo la roca. "¿Debes mantenerlo así?" dijo Hera, con voz temblorosa. "Es muy brutal. ¡Debe estar completamente desfigurado bajo esa cosa!"
La difícil situación de Hera fue acompañada por un resoplido de risa desde atrás. ¿Fue Atenea? ¿Apolo? ¿Artemisa? Quienquiera que haya sido, no tenía ningún afecto por JungKook. Quizás la Reina de los Dioses arrastró a la mayoría de los dioses, de mala gana, para protestar por la liberación de Ares. De todos modos, ¿quién podría rechazar a Hera cuando se enfureció? Hera se dio la vuelta para dirigir una mirada de muerte a cualquiera que se estuviera riendo.
JiMin sonrió radiantemente. "Bueno, creo que es justo recuperar lo que queda de él", obligó JiMin, "pero eso no lo decido yo".
"¿Qué quieres decir con eso, tonto insolente?" rezongó Hera.
"Este santuario pertenece a mi marido", dijo JiMin alegremente, "Pertenecía a YoonGi cuando tu hijo consideró apropiado invadirlo, y todavía le pertenece a él cuando estás aquí para recuperar al perpetrador. Entonces, es lógico que pidas permiso al dueño del santuario. Sería preferible que todos guardáramos la cabeza y las asentáramos como dioses racionales. Con lo que quiero decir, mantén un tono de respeto y cortesía mientras pides permiso".
"JiMin, no hay necesidad...", dijo YoonGi apresuradamente.
"Hay todas las necesidades", lo interrumpió JiMin. "Es un intruso que representaba una amenaza para ti y para mí. Necesitamos llevar a cabo un juicio para castigar al perpetrador como seres civilizados. ¡Él trató de lastimarte! Si dejamos ir a los criminales así como así, ¿qué otros esquemas malvados habrá en el futuro para lastimarnos nuevamente? ¿Puedes garantizar que todo estará bien?" JiMin dirigió una mirada a YoonGi para que se callara.
"Sí, Señor NamJoon", dijo JiMin, "Él declaró con mucha vehemencia que estaba aquí para matarlo. Es un delito grave que un dios olímpico mate a otro, ¿no es así? JiMin señaló el corte de la herida en la frente de YoonGi. "Puedes ver la evidencia por ti mismo". Los dioses estaban estupefactos. Ellos jadearon cuando vieron que la herida en su frente era profunda.
