Lucas no esperaba sentir la presencia de la magia del guardián de la puerta cerca de él en Obelia, ni mucho menos ver a una niña inconsciente y a un niño mirándolo con sorpresa, él de verdad no esperaba nada de esto después de dormirse en el bosque del Palacio Esmeralda por unos meses
¿Donde mierda esta el guardián?
Estuvo a punto de irse y empezar a buscar el rastro del guardián pero la respuesta llegó a él rápidamente, venía de la niña desmayada pero al momento en el que dio un paso hacia ella, el niño la cubrió parándose frente a él y alzando su pequeño mentón lo más que su diminuta estatura le dejaba.
─Identifícate ─exigió con un tono firme el rubio.
El mago alzó una ceja ante el desafío: ─ ¿No sabes quién soy?
Claude lo pensó por un segundo, sus ropas no eran el uniforme actual de la torre negra pero lo que llevaba definitivamente eran túnicas de mago, lo sabía porque Anastacius lo había llevado a ver a unos magos reuniéndose con su padre hace algún tiempo.
─Un mago ─respondió con seguridad.
El hombre inclinó la cabeza antes de exclamar: ─Debes ser un descendiente directo de la familia real a juzgar por tus ojos, ¿Eres el hijo de Kyilum o algo así?
Claude se erizo, si mal lo recordaba en sus clases le decían que ese era el nombre de uno de los Emperadores anteriores: ─Ese no es mi padre.
─Oh mierda, debí dormir más de lo que pensé ─exclamó poniendo un dedo en su frente: ─Entonces, ¿Eres el hijo de Aeternitas?
─No, mi padre es el emperador Aeternius VI
Lucas sabía que ese fue el nombre del primer Emperador, solo hubo un solo descendiente que se llamó así después de él, ¿Por qué mierda ahora habían seis? ¿No podían ser originales? Mierda santa.
Suspirando el mago movió una mano y atrapó con magia al pequeño príncipe, lo apartó y se acercó a la niña con seguridad, Lucas estaba decidido a saber porque esa niña tenía la magia del guardián sobre ella, no solo eran restos, había algo diferente en como la magia se filtraba de ella.
─ ¡Déjame ir! ─ pidió Claude mientras se retorcía en el lugar en donde el mago lo había dejado tirado.
─Agradece que aun puedas respirar chico ─exclamó Lucas mirando de reojo como el rubio cerraba la boca inmediatamente.
El mago se agachó mientras un círculo de magia se formaba en su mano, él estaba hambriento, su maná estaba bajo pero aún podía usar un poco de magia, tocó la frente de la niña con un dedo y al instante la conciencia de él fue absorbida a otra parte.
Para el príncipe fueron unos instantes, pero para Lucas fueron horas, su conversación con el guardián se alargó más de lo esperaba.
─Bueno, ¿No es eso interesante? ─preguntó al aire mientras se levantaba con una sonrisa.
A Claude no le gustaba esa sonrisa.
─La niña estará así unos días ─dijo al niño agrandando su sonrisa, parecía de buen humor ─Gracias a ella pude comer bien.
A Claude definitivamente no le gustaba esa sonrisa.
─Bueno príncipe, los llevare a ambos al palacio del Emperador.
─ ¿Por qué...? ─ el niño no pudo terminar su pregunta porque de inmediato su visión cambió a él y Penélope en el aire.
Ambos empezaron a caer.
─ ¡AHHHHHHHHHHHHHHHH! ─gritó a todo pulmón el rubio mientras se abrazaba a la inconsciente niña.
─Por cierto, me llamo Lucas.
Ambos niños se acercaban peligrosamente al piso, Claude empezó a llorar y cerró los ojos con fuerza, no quería morir, no quería dejar a su mami, quería jugar con Anastacius y Félix otra vez, quería terminar ese libro que estaba leyendo sobre magia, había mucho que él quería hacer.
Pero el golpe jamás llegó, solo sintió los brazos de alguien sosteniéndolo a él y a Penélope.
No abrió los ojos, estaba demasiado asustado para hacerlo, solo sintió como intentaban quitar a la inconsciente niña de sus brazos, no lo permitió, la abrazó con fuerza y negó con la cabeza, las lágrimas no dejaban de caer y ya estaba empezando a moquear.
─Claude, soy yo, tu padre, ─exclamó el Emperador intentando calmar a su hijo, ─Penélope estará bien, suéltala para que puedan cuidar de ella bien.
El emperador estaba usando magia para sostenerlos a ambos, la niña obviamente estaba inconsciente y su hijo estaba tan aterrorizado que su magia se dispersaba por el jardín, destrozándolo por completo.
─Claude, escúchame, te tengo, te tengo ─empezó a decir suavemente, unas gotas de sangre caían por su mejilla ─Estas a salvo, estas bien, ambos están bien.
Su suave toque y voz lograron que el pequeño rubio aflojara lo suficiente a sus brazos de la niña para que su caballero la pudiera sacar de sus brazos y se alejara.
─Yo te cuido hijo.
El pequeño rubio se aferró al cuello de su padre y siguió llorando, la magia se detuvo y finalmente el conde Judith pudo correr y alzar a su inconsciente hija.
El Emperador ordenó entonces un rastreó por magia por toda la zona y que se redoblaran la cantidad de Guardias, él sabía que la magia que usaron para enviar al par de niños era magia poderosa y peligrosa, lo sintió en sus huesos.
El Emperador y el Conde compartieron una mirada antes de que el castaño corriera con su hija en brazos hacia un mago recién convocado.
Aeternius VI sostenía a su hiperventilado hijo suavemente, el pequeño estaba hipando, era la primera vez que lo veía llorar... no, eso no era cierto, era la primera vez que lo cargaba en años, ¿Por qué es tan pequeño? Anastacius era mucho más grande a su edad...
Oh, sí, su esposa.
─Te tengo Claude... ─susurró mientras se preparaba mentalmente para la inevitable pelea que tendría con la Emperatriz y muy probablemente con el Ducado Alpheus y el Condado Judith.
Al menos el abrazo de su hijo menor calmó su inminente dolor de cabeza.
A lo lejos un hombre de ojos rojos con una cabellera negra y larga estaba observando como los magos de su torre desplegaban los hechizos más mal logrados que había visto en siglos, era un espectáculo que mostraba lo patético que se habían vuelto en su ausencia.
No solo se encontró con un miembro de la realeza sin ningún tipo de protección en el interior de un bosque, sino que su torre era actualmente una basura, casi le dieron ganas de llorar, casi.
Suspiró antes de sonreír ligeramente: ─Veamos, ¿Sería bueno molestar al guardián?
Siempre fue curioso por la magia y el mana del guardián, era ligeramente diferente a la que un mago podía tener, era diferente en sus bases a la magia y mana normal, él mismo no podía usarlo, ¿Podía igualarlo? Sí, pero la diferencia seguía ahí.
La niña era algo nuevo, un alma "Atada" y la próxima guardiana, la última vez que se había cambiado de guardián, su maestro recién había empezado a ser el dueño de la torre negra, lo cual era aún más interesante.
Recuerda escucharlo hablar sobre el proceso... Lucas sacudió la cabeza, no necesitaba recordar eso.
Por el tiempo que llevaba conociendo al guardián sabía que ese hombre jamás dejaba su puesto y por más que trató de convencerlo de irse con él por ahí, la respuesta era la misma, "No puedo Lucas, lo siento", mierda, odiaba esa frase.
─Esto será divertido ─exclamó sonriendo,
Ver a ese aburrido hombre literalmente lejos de su amada puerta y que le dejara absorber una pequeña parte del mana almacenado del castillo en esa visión decía lo mucho que el guardián quería a ese par de almas, o al menos demostraba su importancia para él.
Adrenalina era lo que le faltaba.
¿Debería buscar al árbol del mundo? Aunque... Quedaba algo de tiempo para que diera frutas.
Uh, decisiones.
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The green who left
FanfictionPenelope Judith odiaba muchas cosas. Pero en especial ese lago. y a sí misma.