Where is home?

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Decir que todo pasó sin inconvenientes es una mentira descarada, el Condado Judith, apoyado por el Ducado Alpheus, demandó justicia por el incidente y castigo a los culpables, cosa que la familia real no logró del todo, se castigó a los magos que debían monitorear el área para impedir el uso de magia no consensuada y también a los "Escoltas" del príncipe Claude por no cumplir con su deber.

La cosa es que el Conde sabía que, al menos en ese momento, el segundo príncipe no poseía escolta.

Debí negarme desde un principio a este compromiso...─ pensó con tristeza.

No hallaron al perpetrador del incidente debido a que había al menos 1500 magos escritos en el registro de la familia Imperial cerca del lugar en el momento del incidente, pero ninguno poseía la capacidad para hacer magia del nivel que el Emperador había presenciado y sentido.

Se concluyó que era un mago no registrado extremadamente peligroso.

La Emperatriz extrañamente no se asomó en el asunto tampoco, supuso que por la pelea que había tenido con su esposo (Pelea que era un chisme extendido por todas partes)

La investigación seguía en pie y a las tres semanas aún no había repuesta.

─Mira, eso un barco Ros, ¿No es hermoso? ─preguntó la Condesa mientras acariciaba la cabeza de su hija, las tres mujeres estaban mirando desde la ventana del carruaje hacia la ventosa bahía de una de las zonas costeras más implacables del imperio.

Para la sorpresa de muchos nobles, la familia del Conde actualmente se estaba mudando a la fortaleza de Måne, que se encontraba al noreste del imperio, más adentro en el territorio del condado y junto al mar, era una de las zonas más frías de Obelia y perfecta para que la mayor de las niñas pudiera recuperarse.

O esa es la versión oficial, la verdad era que el líder de la familia deseaba una excusa para mudarse a esa fortaleza.

─ ¡Barco! ¡Barco! ─chilló con alegría la pequeña mientras señalaba hacia donde la silueta de otro barco que se vislumbraba en la distancia.

─Sí, eso es un barco Rosalía ─exclamó Penélope con una sonrisa.

─Hay más de esos en el pueblo cerca de la nueva casa Ros ─añadió el Conde mientras miraba como su hija mayor se movía hacia la otra ventana que daba a las llanuras para ver una cabra.

Su hija menor parecía más asombrada por las vistas del mar que los acantilados brindaban que por el animal, se felicitó a si mismo por decidir ir por este camino.

No tardaron mucho en volver a adentrarse en el bosque y la observación a los animales ocasionales y flores que aparecían en el camino volvieron a ser la actividad de distracción para la inquieta Rosalía, Penélope por otro lado estaba mirando por la otra ventana a lo profundo del frondoso bosque, perdida en sus pensamientos.

Algo que su padre sabía qué hacía mucho.

Últimamente era difícil no ver a su hija pensativa y distraída, incluso a veces la veía hablar con el aire o reírse de la nada, en especial luego de una visita del Príncipe, pero no solo ella, sino que Rosalía también preguntaba constantemente por él y cuando vendría a jugar con ella... Su esposa había bromeado acerca de que era por las continuas visitas de Claude y al hecho de que él había hecho un camino al corazón de sus dos hijas.

Primero muerto a que sus nenas apreciaran a Claude.

─Penélope, ¿Has visto algún animal silvestre por ahí? ─preguntó el Conde con la esperanza de que su hija no divagara demasiado hacia lugares inaceptables.

Para su consternación, solo un suave asentimiento fue su respuesta.

La madre de ambas niñas cubrió su risa con su abanico, le parecía muy simpático como su esposo parecía desesperado con evitar que su hija mayor le tomara cariño a su prometido, cosa que era difícil por como el príncipe y Penélope parecían cada vez más cómodos el uno con el otro.

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⏰ Última actualización: Aug 15 ⏰

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