Ready or Not? | Scream 4

Capítulo 4

El sol brillaba jovialmente a través de las cortinas, iluminando la habitación y proyectando su luz natural sobre dos figuras enredadas en la cama. Estaba tu brazo aquí, estaba la pierna de Stu allí, pero a ninguno de los dos pareció importarle. Era natural y pacífico.

Lo era, al menos, hasta que un rayo perdido se propuso despertar a uno de vosotros.

Los ojos de Stu se abrieron de golpe, se ajustó muy mal a la luz y empezó a lagrimear cuando un gemido ronco salió de su garganta.

Se acostó cómodamente contigo, observando los lugares donde la camisa blanca con cuello de pico de Billy te había subido por la piel, un recordatorio de que eras tan suya como de Stu.

No había nada en este mundo que Stu Macher quisiera hacer más que quedarse en la cama contigo y abrazarte por el resto del día, pero tenían un horario y, por lo que parece, su amigo ya estaba despierto y fuera de la cama.

Con cuidado, Stu trató de desenredar su brazo de ti para limpiar sus lágrimas, sin embargo, tu yo somnoliento no quería soltarlo. Se vio obligado a tratar de usar el hombro de su manga con éxito, pero no sin que su cuello crujiera mientras gemía.

Pasó unos momentos mirando al techo y pensando en lo que dijiste.

¿Cuándo iba a terminar esto? ¿Cuándo planeaba Billy dejar de matar? ¿Cuándo iban a dejar de matar? ¿Cuándo podríais tener un lugar propio?

¿Valió la pena pasar por todo eso? Bueno, por supuesto que lo era, porque ahora te tenían.

Ese pensamiento fue suficiente para que se diera la vuelta y echara un vistazo a su premio. ¿Estaban siendo demasiado egoístas para ignorar lo que querías?

Pero Stu se alegró de haberte conocido en la escuela secundaria en una de sus muchas fiestas. Tu cabello brillaba al sol, y la luz hacía que tus mejillas iluminaran tu rostro. Stu sabía que cuando tuviera que despertarte, podría mirar tus lindos ojos.

Para ti, era solo despertar. Para Stu, era el momento más preciado de sus días.

"Despierta" Estuvo alrededor de un minuto o dos de miradas desvergonzadas y esbozó una sonrisa enamorada cuando entrecerraste los ojos, solo para cerrar los ojos con más fuerza mientras fingías que era solo parte de lo que anteriormente había sido un muy buen sueño.

"Princesa... No hagas esto más difícil de lo que debe ser."

"Ahora no". Murmuraste incoherentemente, rodando hacia tu otro lado mientras tratabas de salir de tu soñoliento juego de trabalenguas, forzando tu almohada sobre tus oídos para bloquear la voz cantarina.

"Diez minutos más, por favor..."

Tu tono no era tan malhumorado como pretendías, pero te sentías demasiado cansada para sonar convincentemente malhumorada.

Intentaste imaginarte a ti misma en un entorno diferente. Sería cálido, tan cálido que la luz del sol se derretiría sobre tu cuerpo y te cubriría con su glorioso amor. Dejando escapar un suspiro de contenido, sentiste que tus párpados caían perezosamente.

"¿Es hora de un cubo de agua?" Stu bostezó y acurrucó su rostro en tu hombro, dándote un beso tierno y un mordisco juguetón. "No es la forma en que quiero mojar a mi chica, pero un hombre no puede quejarse".

Stu te miró fijamente un poco más, los labios se dividieron en una sonrisa que se movía hacia tu cuello, sin siquiera contener lo bien que se sentía a tu alrededor. Simplemente no pudo evitarlo. No después de que pensó en lo mucho que significabas para él. Su boca se abrió para enmascarar sus sentimientos con algún comentario irónico, pero no lo hizo.