El día de mi muerte

1.1K 65 9
                                    

Mientras moría no hubo nada en mi mente, a pesar de lo repentino que era o lo trágico que podía parecer no sentí ninguna clase de ira o arrepentimiento. La persona que me asesino fue un hombre que jamás había visto, se le veía desesperado, asustado, tanto que al presionar el gatillo del arma escapo sin haberme robado. Mi cuerpo ahora reposaba inerte, apoyado en el callejón que tome tantas veces para regresar a casa, se sintió algo reconfortante saber que moriría aquí, en un lugar que conocía tan bien.

No fui una persona exitosa y no me arrepiento de ello, viví mi vida paso a paso, tomando pequeñas decisiones y dejándome llevar por las agradables distracciones que me topé en el camino. Libros, películas, caminatas, juegos. Mi historia es tranquila, si años después de mi muerte alguien me recordase, pensaría en esos momentos en los que detuve la marcha y me senté en una banca a observar el mundo y no me molesta, así fue como quise vivir mi vida.

Soy alguien joven a pesar de todo, tengo veintitrés años, pude haber vivido un poco más. Pero si lo pongo de esa forma, hay cientos de personas que pudieron vivir por más tiempo sin poder hacerlo, gente que añoro ver la luz del amanecer sin conseguir ese sueño. Pedir más de lo que tuve seria ser codicioso, como ya dije, tuve una buena vida y no me arrepiento de esta.

Mientras la sangre abandonada mi cuerpo cansado imágenes revolotearon por mi mente.

Cierto, no estuve solo en la historia de mi vida. Mis padres no fueron muy amorosos ni pasaron mucho tiempo conmigo, sin embargo, allí estuvieron, en preciosos momentos irrepetibles; mis compañeros desde la primaria hasta la universidad me trataron bien, compartíamos gustos, debatíamos y de vez en cuanto peleábamos, para luego de ello reconciliarnos; y... hay una persona más, una de la que no podría permitirme partir sin dedicarle unas palabras.

Mi mejor amigo. Ni siquiera le conocí en mi infancia, mi primer encuentro con él fue a partir de los trece años, era joven eso si, y había mucho que desconocía y esperaba. Él me tendió la mano en ese tiempo y se hizo mi amigo, casi podría decirse que me convirtió en su hermano por todo el tiempo que pase en su hogar. A mis ojos es una persona deslumbrante que velo por mí, aun de no tener que hacerlo, me ayudo y guio sin esperar nada a cambio, recuerdo aquella vez que te pregunte el motivo y solo dijiste: "¿Por qué no te ayudaría? ¿Eres tonto o algo? Lo hago porque eres mi amigo, no creo que se necesite otra razón para ayudar a alguien". Y a pesar de poder decir eso sin dudar en lo más mínimo, eras algo tonto, lo suficiente para que tuviese que interrumpir lo que hacía para ayudarte. Sin dudas él es así, un chico que no conectaba bien sus neuronas de buena apariencia, tan distinto a mí con su vida alocada y llena de sueños, que algunas veces no me sentí digno de ser su amigo. SI pudieses escuchar ese pensamiento seguro te enojarías, "quiere a ti mismo hombre. No te voy a levantar el ego todo el tiempo". Tienes razón en eso, estando al borde de la muerte y sintiéndome tan satisfecho me doy cuenta que todo lo que critique de mí no importo en realidad, fui feliz, me siento alegre.

Agradezco haber sido tu amigo, espero que tú sintieras lo mismo... no, cierto que debo quererme, así que asegúrate de haberte sentido igual imbécil. Un último insulto no está mal.

Cuando te esteres que estoy muerto no te entristezcas. Puedes llorar y sentir nostalgia, pero sigue siendo aquel al que llamo con orgullo mejor amigo.

Ahora que lo pienso, si me arrepiento de algo: "hubiera sido genial haber deslumbrado a alguien como tú lo hiciste".

Las últimas gotas chorrearon de su cuerpo al pavimento mojada. En la ciudad que vivió y que jamás se detuvo, yace el cuerpo de un hombre que disfruto su vida y que solo se arrepintió de no haber ayudado a nadie.

Estando muerto los sueños se acaban, las vivencias se pierden y teniendo suerte alcanzarías el descanso eterno. Siendo un alma joven que murió con dicha y sin haber cometido un gran crimen su destino era reposar en alegría, a la espera de sus seres queridos. Siendo alguien común ese destino era justo. Sin embargo, en su momento final un deseo floreció, un pensamiento que estremeció su alma y la obligo a moverse.

Reencarne en una esclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora