Hemos obtenido un nombre

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Desperté en una cama cómoda, abrazado por un grueso edredón que cubría de mi cuello hasta mis pies. Lo que vi momentos antes de desmayarme me daba un buen indicio de lo que había terminado sucediendo: ese hombre de aspecto aterrador se apiado de mí y me permitió pasar una noche en su hogar.

Que persona amable, comparado con el hombre que acompaño a esta niña era un ángel, o ¿debería decir el hombre que nos acompañó? Era algo complicada esa cuestión. Así que, al caso, estoy en la casa de un hombre desconocido en un mundo desconocido, ¿qué debería hacer primero? ¿Qué te gustaría ver?

Cerrando el puño frente a mi cara me daba cuenta de mi propia debilidad. Cierto en este momento soy un niño... no, una niña, ya el cuerpo adulto que cultive y cuide no existe, soy débil en este momento, infinitamente débil.

Ah, esta situación es demasiado desfavorecedora. Dije que dejara todo en mis manos y sigo con la motivación para cumplir eso, pero es algo difícil en este momento.

—Eh... disculpen. ¿Hay alguien allí? —No se me ocurre otra forma de iniciar que dar penita con mi voz aguda y rogar por algo de comida.

Mis palabras no le llevaron a nadie. Es un cuarto grande, debería ser un cuarto principal para tener este tamaño, ¿no? Digo, recordando vi que ellos tenían armaduras y caballos, no debería de ser un lugar muy grande.

—Oigan, ¿alguien me escucha? —No, nada.

De un salto bajé de la cama y con algo de dolor me mantuve en pie. Sigo sintiendo el cuerpo algo cansado, tengo hambre, mucha hambre si lo pienso.

Salí dando tumbos al pasillo luego de abrir la puerta de madera. Me equivoqué en el tamaño de este sitio, si, sin dudas lo hice, este pasillo es largo, mucho más de lo que puedo ver a simple vista, y no solo es eso, la decoración es bastante sofisticada, bella tela y candelabros de cristal, ¿dónde se supone que estoy? Ese hombre debe ser muy rico para permitirse estos lujos, bueno tenía una armadura de cuerpo completo cuando sus compañeros apenas tenían trozos de metal.

Hubiese deambulado sin rumbo por el pasillo si mis propios pensamientos no me hubiesen hecho notar un dato de mayor peso.

¿Armadura completa? ¿Caballos? ¿Un volcán enorme que ataca sin aviso? Esto es otro mundo, obvio, de otra forma seguiría muerto. Pero, ¿en qué época se supone que estoy? Las armaduras solo son útiles en las fantasías medievales y un desastre natural podría ser contenido en mi era. Acaso, ¿estoy en uno de esos delirios medievales?

No, no, perdóname por llamarle delirio a tu mundo. Tú que viste mi mundo debes de saber que la fantasía de magia y espadas era muy popular, es irreal por supuesto... ¿o no lo es?

Una gran ventana estaba frente a mí, el sol radiante entraba y revotaba en el suelo y en los candelabros de cristal que iban en fila hasta donde podía ver. Me acerque a la ventana cubriendo mi rostro del sol.

Un mundo grande y verde, esto es, ¿por dónde debería empezar? Recorriendo esos valles y campos que van más lejos de lo que puedo ver. Una sonrisa paso por mi cara, no se sentía como una gran labor explorar este mundo con esas grandiosas vistas.

—Señorita ha despertado. —Una mujer bastante alta con delantal blanco y ropa negra paso por el pasillo y me vio. Tenía el aspecto clásico de una criada en esas historias.

—Si... eso hice.

—El señor Winculteer estuvo muy preocupado por su estado, ¿cómo se encuentra? —Hablaba tomándose muchas pausas con cada palabra.

—Me siento bien. Aunque tengo algo de hambre. —Me gustaría haberlo dicho después, ya pensara que soy un aprovechado que explota cada acto de amabilidad.

Reencarne en una esclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora