Un pueblo y brujas, la rueda gira

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La mañana siguiente empezó como inicia cualquier buen día: un buen desayuno y ausencia de discusiones o reclamos, simplemente paz mientras comía pan y bebía leche. Así es como debía ser la vida, ya muy cansado era tener que preocuparme por mis inalcanzables objetivos para estar gastando mis pensamientos en esos dos.

Ambos, al que yo estaban en sentados en la mesa, uno a la izquierda y otro parado a la derecha. Para ser un "adulto" Alzer si que se veía muy afectado por las palabras de un niño, supongo que, al ser ambos igual de tontos es normal que se enojen entre ellos, lo que no es tan normal es que me tengan a mí como una pared entre ambos. Vamos, si tanto quieren insultarse hablen entre ustedes, no me tengan a mí como un intermediario.

Puede que la mañana este tranquila, pero la tensión en el ambiente no ha disminuido ni un poco, y mi hermano sigue molesto.

Por suerte, nada de eso importa. Hoy me darán igual estos dos.

—Señorita, ¿ha terminado? —Mi día esta más haya de su absurdo pleito mudo.

—¡Si! Prepara todo, saldré de inmediato. —Así que de una vez les digo hasta pronto muchachos, solucionen sus diferencias mientras yo exploro este pueblo de fantasía.

Con aires alegres me levante de la mesa y me despedí con media mano de ambos, para correr luego hacia la criada que me acompañaría el día de hoy: aquella que nos recibió ayer y que por las circunstancias no le di mucha importancia, una joven de quince años diría yo, de largo cabello amarrado en un nudo con grandes ojeras bajo sus ojos, los cuales nerviosos saltaban con cada palabra que le decían. Una mujer de poca estatura que parecía que saltaría de los nervios en todo momento. Puede que no sea bueno comparar, pero me recordó a un conejo, no puedes ser indiferente ante un conejo.

—Señorita, ¿está segura de querer salir? Su padre vendrá pronto... podríamos esperarlo. —Tocaba sus dedos denotando poca confianza y sus ojos como ya comenté estaban en cualquier lugar excepto en esta conversación. Si, es como un tierno conejito.

—¡Si estoy segura! Vámonos. —La joven soltó una queja sin voz de la cual se arrepintió de inmediato dándose la vuelta.

—Como usted ordene... —Tener a una niñata de jefa debe ser de lo peor. Por supuesto, no es algo que me preocupe cuando lo estoy usando a mi favor.

El plan original era quedarme a esperar al señor Wincunteer, pero no me puedes pedir que acepte eso cuando puedo ser... caprichosa supongo. Quiero ver más del pueblo y eso es lo que haré.

Con buena comida en mi estómago, un vestido de una sola pieza soportable en mi cuerpo y con una criada para cuidarme dada mi condición, ¿qué podría pasar?

Salimos entonces por la puerta y el bullicio del pueblo comenzó a resonar con fuerza en mis oídos. Mi emoción volvió a dispararse. Iba a caminar por un verdadero pueblo medieval, tal cual fuese un RPG, esto es sin dudas el cielo.

O...

Una tarde en un mercado como cualquier otro.

Mi emoción se apago bastante rápido, solo fue dar unos cuantos pasos y soltar una risa al pisar el suelo de piedra, para que una oleada de personas sudorosas y un olor a sobaco combinado con orinada me hiciese darme cuenta de que las cosas no eran tan glamurosas como esperaba que fuesen. Desde un carruaje, lejos del suelo y con el viento golpeando tu frente te quedas tan solo con las vistas, pero, al estar al pie de los mortales...

La criada como pudo llego hasta a mí, que había corrido apenas cruce la puerta y me agarro del brazo.

—¡Sabía que era una mala idea! —Se grito a si misma, aunque yo también pude oírle.

Ya en este punto haberme quedado esperando al señor Wincunteer con esos dos no sonaba como algo tan malo, pero, si me retractase, ¿dónde quedaba mi orgullo? Apenas se me presento la opción le insistí a la criada para salir, no podía dar marcha atrás como si nada. Bueno, puedo decir eso, pero también dudo de que pudiera retroceder de todos modos, con estas pequeñas piernas ir en contra de la ola de personas que quieren ir hacia adelante, es algo imposible por no decir más.

Sin más opción la salida continua.

Fue un poco más de lo mismo que en el viaje en carruaje: comida, ropa, artesanías y una que otra cosa brillante. Resultaba decepcionante, y ya... hay que decirlo, porque a pesar de mis deseos de estar en un mundo de espada y brujería, este mundo es bastante "normal".

Mis ojos siguieron rodando y mi camino se fue haciendo más y más largo siguiendo ese mismo pensamiento. No seria magia o un dragón lo que vería, eso me susurraba mi subconsciente, únicamente normalidad, cosas y personas corrientes como yo...

Mi deseo tomo un tinte macabro. Mis ojos se abrieron de golpe y la criada que me siguió en todo este camino en silencio me arrastro hacia su pecho cuando llegamos hasta... cuando luego de tanto caminar, nos adentramos sin saberlo al "mercado negro" del pueblo, una zona reducida de la que solo pequeños rayos de sol lograban penetrar debido a que los tejados de las casas estaban unos encima de otros.

¿Quería ver algo de espada y brujería? Nunca se dijo que de haberlo sería de una historia con finales felices.

"Cabezas de bruja" "Cabello de bruja" "Carne y sangre de bruja". Atendido por un hombre deformado por la vejez y las quemaduras que poblaban su rostro, en este lugar estaban vendiendo "lo que ellos creían especial". Cuerpos de chicas jóvenes partidos en pedazos.

El hombre viejo y calvo me miro y sonrió. Mi criada ni siquiera espero a soltar un chillido antes de comenzar a correr arrastrándome consigo.

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Y la rueda empezó a girar.

Creo que ya tengo algo en mente.

Reencarne en una esclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora