Advertencia: Sexo sin protección, consentido.
—Hey, buen juego.
Kunigami sintió cómo alguien le daba una palmada en la espalda con camaradería. Le habían hablado en japonés, así que no tuvo que mirar quién era pasar saber que se trataba de Chigiri.
El partido amistoso entre ambos equipos había terminado 1-2, bastante reñido. El equipo de Chigiri había logrado el gol decisivo casi en el último minuto del tiempo extra.
Pero Chigiri no estaba satisfecho porque había notado que su ex compañero de Blue Lock había estado distraído. Aún tratándose de un partido amistoso, no le parecía justo de parte de Kunigami.
Se molestó aún más cuando notó que el chico simplemente lo ignoró.
—Hey, ¿Qué diablos te pasa?—le espetó.
Kunigami lo miró sin expresión alguna en el rostro.
—T/N y yo nos peleamos... Y ella me dejó—le explicó Kunigami, casi sin voz.
Chigiri se quedó perplejo. Casi no te conocía, pero las pocas veces que había compartido contigo siempre habían sido en compañía de Kunigami y se notaba que simplemente lo adorabas.
—Quita esa cara y ve a hablar con la prensa. Luego anda a darte una ducha y espérame afuera del estadio—le dijo Chigiri, antes de darle una última palmada en la espalda y alejarse de él.
—¿A dónde vamos?—le preguntó Kunigami con extrañeza.
—A que te tomes algo para que se te pase el despecho—le respondió Chigiri, aún dándole la espalda.
Kunigami lo dudó un poco. Jamás se había emborrachado por una mujer. Pero se sentía tan mal que no le vendría mal olvidarse de ti por un rato.
De seguro Chigiri lo llevaría a un bar o a una discoteca costosa, de esas en las que todos los clientes eran demasiado famosos o importantes como para fijarse en un futbolista que lloriqueaba mientras se embriagaba.
¿Qué podía salir mal?
***
—Es que yo la adoro, ¿Sabes? Joder, es la criatura más adorable que he visto en mi vida. Bueno, tal vez solo después de los osos polares. Por cierto, le compré un kigurumi de oso polar que le queda demasiado lindo. Se lo traje desde Japón. Diablos, ¿Soy un idiota, verdad? Los otros chicos del equipo le compran a sus novias pijamas de seda en tiendas de lencería, por eso me dejó, ¿Cierto?
Kunigami estaba tan ocupado lamentándose, mientras se tomaba el enésimo vaso de whiskey, que ni siquiera había escuchado cuando Chigiri le dijo que iba a ir al baño, para después levantarse.
O sea que llevaba rato hablando sin que nadie además del bartender lo escuchara, el cual así quisiera brindarle apoyo no entendía ni una palabra de lo que estaba diciendo, pues además de estar balbuceando entre lágrimas también estaba hablando en japonés.
—Hey, Chigiri. ¿Qué puedo hacer para recuperarla?—le preguntó al asiento vacío que estaba a su costado.
Al no recibir respuesta, se volteó para encontrarse con que su amigo lo había abandonado.