Comencé a escribir este OS antes de que saliera el primer capítulo del partido contra los Ubers y mi headcanon de que Aiku sería un hermano mayor para ellos, incluído Barou, así como lo era con la sub-20, se hizo canon.
Es que mírenlo regañandolo y llamándolo idiota. No puedo.
También me imaginé a Barou como jugador profesional siendo tipo Cristiano, cuidándose mucho para no lesionarse y pues, como que también se hará canon.
Amo cuendo mis headcanos se vuelven canon.
Y hablando de eso, tengo el headcanon de que le gustan todos los deportes, o de que al menos está al día con quién gana los partidos y eso.
Yo digo que apoya a los Yankees de Nueva York. Fijo que después de Balotelli su ídolo es Derek Jeter.
O tal vez como su diseño es parecido al de Sanada-senpai de Diamond no Ace por eso me lo imaginó con un jersey de béisbol blanco con líneas verticales negras. No lo sé.
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Advertencia: Sexo sin protección, consentido.
Mareado.
—Te amo, te amo, te amo—canturreabas en medio de cada beso que dejabas sobre el rostro de Barou.
Él no reflejaba emoción alguna. Se limitaba a posar las manos en tus caderas mientras dejaba que le demostraras todo el amor que sentías por él.
Pero en realidad, tanto cariño y ternura lo hacían sentir mareado.
Te separaste apenas unos milímetros de su rostro. Tu cabello le cayó en la cara, pero no le importaba. Te veía mientras detallabas su expresión seria con una encantadora sonrisa en los labios.
—Pronto cumpliremos cinco años juntos—le recordaste en un tono rebosante de alegría.
Deslizó sus pulgares flojamente por tu cintura.
—Así es—fue su única respuesta.
Su dinámica de pareja era como la que describía Horacio Quiroga en "El almohadón de plumas", solo que la frialdad de Barou no hacía que tú te desanimaras en lo absoluto. Sabías que él también te amaba, solo que tenía otra forma de demostrarlo.
—Adivina—lo animaste, mordiéndote el labio para intentar contener las risitas de emoción que se te escapaban.
Barou pensó que te veías jodidamente adorable. Pero su expresión facial no cambió y solo se encogió de hombros.
—Conseguí entradas para el Juego de las Estrellas de la MLB. Ya compré los boletos de avión e hice la reservación en el hotel. Es el mismo día que nuestro aniversario.
Te miró con la boca abierta. De todas las sorpresas que pudiste haber preparado para él, jamás se hubiese imaginado algo como eso.
Él lo sabía. Sabía que iba a estar libre, pero también sabía que ese día coincidía con su aniversario. Y ni siquiera habría pensado en hacer que pasaras ese día metida en un estadio de béisbol en otro país.
Pero al ver la ilusión en tu rostro, supo que a ti no te importaba. Con tal de hacerlo feliz eras capaz de hacer cualquier cosa.