🌠Michael Kaiser🌠

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Hacía ya un tiempo desde la última vez que te habías enamorado de verdad. Por lo general, en tanto la relación comenzaba a fallar no dudabas en terminarla. El mismo cliché de siempre, tu primer amor te había lastimado.

No era una ley universal, pero por lo general los hombres eran los que se aburrían más rápido en la relación. Por eso, en tanto notabas falta de interés simplemente los dejabas. Era mejor eso a ver cómo te iban dejando de lado poco a poco.

Jamás te esforzarías de nuevo por sostener una relación unilateral.

El chico con el que estabas saliendo actualmente era el mejor que habías tenido en mucho tiempo, no tenías ninguna duda de eso. Querías convencerte a ti misma de que pensabas así porque era bastante guapo y con buena posición económica a su corta edad. Además, todo lo que poseía era de él, ya que era un jugador de fútbol profesional. No era como esos niños ricos que le debían todo a sus padres.

Pero la verdad era que había algo más. Su personalidad altanera, su sonrisa chispeante, sus ojos vivaces...

No, debía ser porque era guapo y tenía dinero. No había otra cosa especial en él.

La noche anterior te habías quedado a dormir con él. Extendiste un brazo hacia su lado de la cama, aún medio dormida, pero no lo encontraste.

—¿Kaiser?—lo llamaste, apenas abriendo los ojos.

Siempre lo llamabas por su apellido porque así escuchabas que lo llamaban en los medios. Él no te decía nada, pero parecía divertirlo.

El chico no estaba en ninguna parte de la habitación. Vislumbraste una de sus camisetas colgada en la cabecera de la cama y la tomaste con la intención de ponertela. Tenías algo de hambre y ese día la señora de servicio de Kaiser no iría a trabajar, así que pensaste en ir a preparar el desayuno para los dos.

Detuviste tu accionar cuando te diste cuenta en lo que estabas pensando. ¿Tú haciéndole el desayuno a un tipo? El maldito de Kaiser debía de haberte lanzado un hechizo.

Arrojaste la camiseta lejos de ti y te dirigiste a la ducha. Luego te pusiste tu propia ropa y saliste del cuarto, encontrando a Kaiser embelesado en la sala viendo un partido de fútbol en su inmenso televisor. Tú no entendías mucho de fútbol, pero le echaste un vistazo al marcador y viste que se trataba de la selección japonesa contra otro equipo llamado Blue Lock.

No tenías ni puta idea.

De lo que si tenías idea, era de que Kaiser esos días lucía extraño y distante. Ya sabías lo que eso significaba, así que te tocaba actuar.

—Ah, buenos días, preciosa—te saludó en tanto reparó en tu presencia, con una amplia sonrisa.

Echó la cabeza hacia atrás para apoyarla en el espaldar del sofá y estiró los labios en tu dirección, claramente pidiéndote un beso. Tú no te moviste de tu lugar.

—Veo que amanecimos de mal humor hoy—soltó Kaiser entre risas, enderezándose para apagar el televisor—. ¿Quieres desayunar?

—Desayunaré afuera, gracias—lo rechazaste, dirigiéndote a la puerta.

—De acuerdo. Por cierto, debes estar lista a las nueve.

Blue Lock After A Break UpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora