🌙Sae Itoshi🌙 (+18)

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Advertencia: Sexo sin protección, consentido. Relación tóxica. Relación Dom-Sub.

—¿Vas a seguir con eso?

Escuchaste la voz de Sae a tus espaldas. Estabas sentada en el suelo de la habitación, enrollando tus prendas para que pudieran entrar todas en la maleta.

—¿Tú qué crees?—le preguntaste con ironía, sin voltearte a mirarlo.

Lo oíste soltar un pesado suspiro.

—Creo que tu comportamiento es estúpido.

Pusiste los ojos en blanco y lo ignoraste. Escuchaste sus pasos sobre el suelo y luego viste de refilón cómo se acercaba hasta quedar frente a ti. Alzaste la vista y lo viste mirarte desde arriba con expresión altanera.

Pero tú no te ibas a dejar. Te levantaste y cruzaste los brazos mientras lo mirabas de la misma manera.

Igual no sirvió de mucho porque él era más alto que tú. Seguía mirándote desde arriba.

—Sí, fue estúpido de mi parte soportar a un tipo como tú por tanto tiempo. Pero ya no más.

Sae esbozó una medio sonrisa burlona.

—Tú no te vas a ir—declaró Sae con suficiencia.

Antes de que pudieras pensar en una respuesta, Sae ya se había agachado para alzar tu maleta. Ni siquiera tuviste tiempo de preguntarte qué iba a hacer, pues de inmediato se acercó a la cama y vació el contenido de la maleta sobre esta.

—¿Qué estás haciendo, idiota?—le espetaste, aproximándote hacia él para arrebatarle tu maleta.

Sae no puso resistencia. En cambio, alzó la ropa y la llevó al armario para guardarla.

Corriste detrás de él y lo jalaste del brazo, pero Sae continuó como si nada le impidiese caminar. Metió toda la ropa en el armario y cuando intentaste sacarla de nuevo te sujetó por los hombros con firmeza.

—Te digo que no te vas a ir—dijo, mirándote con seriedad.

Lo fulminaste con la mirada y apretaste la mandíbula, sintiéndote por completo impotente.

Sae no te lastimaría físicamente, pero eso no impediría que utilizara su fuerza bruta para no dejar que te marcharas.

—Eso contaría como secuestro y es ilegal, ¿Sabes?—le advertiste.

—Las víctimas con síndrome de Estocolmo no denuncian, así que estaré bien—bromeó con su usual humor negro.

—No tengo síndrome de Estocolmo, Sae. Quiero irme—le dijiste casi en una súplica.

—No, no quieres—negó él.

La frustración hizo que las lágrimas comenzaran a acumularse en tus ojos. Bajaste la mirada. No querías mostrarte débil ante ese imbécil.

Igualmente, Sae se dio cuenta de que estabas a punto de llorar.

—T/N, tú sabes que es verdad. Si quieres grítame, insúltame o hasta golpéame. Pero no digas que quieres irte, porque no es cierto—te delató Sae.

Blue Lock After A Break UpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora