Nada que ver la multimedia con el OS, pero me partí de risa cuando la vi. Pido perdón.
Y ya sé que Recoba está retirado, pero Sae debe de haberse ido a España en el 2013 si mis cálculos no me fallan. Entonces, ajá.
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Cuando Sae tenía ocho años, a pesar de su rostro, las niñas no se interesaban en un niño que ni siquiera hablaba en clase y que después de la escuela no hacía otra cosa que no fuese jugar fútbol.
Porque a esa edad la mayoría de las niñas no pensaban que los chicos que practicaban deportes fuesen geniales. Ellas solo querían crecer rápido para casarse con un príncipe.
—Eres genial, Sae. Cuando seamos grandes, ¿Quieres casarte conmigo?
Y aún sin saber eso, Sae supo que eras una niña muy rara.
—¿Por qué querría casarme contigo?—te preguntó, enarcando una ceja.
—Porque los adultos siempre dicen que cuando seamos grandes tendremos que casarnos. Y como tú vas a ser un futbolista profesional, necesitaras una esposa que te apoye y que no le importe que no puedas pasar tiempo con ella porque tengas que entrenar o jugar en partidos.
Sae se lo pensó por un momento, rascándose la mejilla.
Era cierto que sus padres siempre le decían que cuando creciera tendría que casarse y tener hijos. Así como también era cierto que su mamá a veces le demandaba a su papá que le prestará atención o le dedicará más tiempo.
—¿Y hasta entonces qué vamos a hacer?—te preguntó Sae.
—Vendré a ver tu entrenamiento todos los días e iré a animarte en los partidos.
A su mente infantil le pareció que eso sería suficiente para mantener un compromiso, lo cual al no suponer ningún esfuerzo de su parte, era completamente idóneo.
—Está bien—accedió Sae.
—Prométemelo—le demandaste, alzando la barbilla.
Sae hizo una mueca de disgusto.
—No nos hemos casado y ya me estás pidiendo cosas—se quejó.
—Será lo único que te pida—le aseguraste.
Tras un par de minutos, Sae alzó su mano derecha con el meñique extendido. Sonreíste con alegría y lo imitaste para entrelazar sus meñiques.
—Es una promesa. Cuando seamos adultos, siempre y cuando cumplas con tu parte, nos casáremos.
Pasaste cinco años yendo a los entrenamientos de Sae después de clases y asistiendo a sus partidos para animarlo. Algunas semanas después de que Sae y tú se "comprometieran", sus padres también inscribieron a Rin en el club.
El niño se llevaba muy bien contigo, ya que ambos idolatraban a Sae. Los primeros años él se colgaba de la manga de Sae y tú de su brazo, mientras los tres comían helado de paleta.
Cuando Sae y tú comenzaron su primer año de secundaria, Rin simplemente caminaba a un lado de ustedes y tú tomabas a Sae de la mano, ya que le habías dicho que ahora tenían "suficiente edad para ser novios".