El cielo en sus ojos

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――Mi Ariel, ven a la cama, que te necesito, sabes que no puedo dormir hasta que no te abrazo.

―Sí, mi sol, ahora me acuesto, solamente tomaré una ducha porque mi cuerpo se siente muy tenso.

―Está bien, pero no tardes, de lo contrario entraré ahí y te meteré en la cama con jabón y todo.

― jajajaaja, ya sé, ya sé, claro que eres capaz de hacer eso.

Después de una ducha rápida, me quedo un poco más en el cuarto de baño, para ponerme la crema que tanto le gusta, debo de admitir que en las últimas noches me ha costado trabajo dormir a su lado, ya que mi ser exige más de él, nuestros besos se han vuelto más intensos y el deseo arde en ambos, sé perfectamente que él no va a tocarme si yo no le doy luz verde, ya que él me lo dijo desde la primera noche que se quedó en mi cama, sus manos hacen que me olvide de todo, cuando no estamos en mi cuarto tiene la capacidad de hacerme perder el control, recorre mi cintura, mis caderas y mis muslos con una delicadeza tal que siento que nada importa solamente él, pero, en nuestra habitación apenas me besa, una caricia fugaz en mi espalda al abrasarme, un beso tierno para decir buenas noches, y un te amo en mi oído todas las noches, pero a decir verdad tengo miedo de tomar la iniciativa, y supongo que hoy será de la misma forma.

―Qué bueno que volviste, ya iba a levantarme para ir a por ti.

― Sí, bueno traté de apurarme lo más que pude, debes darme tregua para asearme, sabes que no puedo dormir si no me ducho antes de acostarme, mejor abrázame, por favor... ―sabes que no puedo negarte nada Ariel, ven aquí. Sin pensarlo dos veces me acerque a su pecho y clave mi rostro en el hueco de su clavícula amo respirar su olor, sus brazos en mi espalda hacen que la calidez se distribuya por todo mi cuerpo, cosa que amo, su mano acaricia mi cabello húmedo como todas las noches, pero no estoy dispuesta a tener solamente esto de él, no esta noche, lo necesito de tal forma que duele, así, que sin pensarlo acerco mis labios a su barbilla y lo beso rozando con suavidad la parte de la línea de su barbilla, él inmediatamente se tensa ante mi arrebato, y me aparta de una forma muy sutil pero firme, al ver su mirada veo que también me desea.

― Calma mi Ariel. No... si no estás completamente segura de esto no me provoques Ariel, no tienes ni idea de lo difícil que es para mí todas las noches no poder tocarte por completo y besarte sin restricciones. Por favor no me provoques si no me permitirás amarte.

― Sin decirle ni una sola palabra acaricie su rostro, atraje su cara con suavidad y firmeza hacia mí, y lo bese de una manera que nunca lo había hecho, es más, ni siquiera estaba segura que algún ser humano haya besado así a nadie en su vida, tomó mis manos y las colocó en su pecho, me tomó el rostro y continúo besándome sin apartarse ni un milímetro de mi cuerpo, sus manos bajo mi playera hicieron que no deseara tenerla más, que nada se interpusiera entre su cintura y la mía, le levanté la camisa y con mucho desasosiego por despegar mis labios de los suyos, la pasé por su cabeza y continúe besándolo con más pasión y fervor que nunca antes, él ahí de costado frente a mí devorando mi aliento y yo el suyo nos enredamos en una burbuja de gemidos incontrolables llenos de amor sus manos recorriendo mi cuerpo y mi boca protestando por su ausencia, mi sol, besando cada parte de mi rostro, ni cuello, posando su boca en mis clavículas con tanto placer, sus besos me cortan la respiración y él lo sabe, sonríe al verme tan alterada y sedienta de él, su boca baja por mi esternón hasta mi estómago haciendo que mi espalda se arquee y se detiene ahí, mirándome fijamente, ― Te amo Ariel, dice, sin despegar sus ojos de los míos no estoy segura si soy yo o si el deseo me está enloqueciendo pero sus ojos cambiaron de color de su habitual violeta se volvieron color naranja pero no un naranja común sino el naranja que posee el cielo cuando se oculta el sol. Son hermosos sin más regresa sus labios a los míos y sus manos se deshacen de mi ropa y la suya con una urgencia que no estoy segura si es suya o mía, se coloca sobre mí, si bien es un hombre grande y musculoso y aunque tiene un mes quedándose en mi casa, jamás le había visto sin camisa, es muy respetuoso, pero ahora no quiero que lo sea, y como si leyera mi pensamiento comienza un frenesí de besos más intensos. Y sus manos describen sensaciones que jamás había sentido antes, ¡Cielos es tan hermoso! Sus músculos totalmente definidos y duros, su ancha espalda eclipsa mi cuerpo, su cabello plateado cae sobre mí mientras lo recorre con sus cálidos labios, sus manos estrujan mis muslos y mis caderas y mis manos no hacen más que recórrelo con deseo, acomoda su cuerpo al mío tensándose tan sensualmente que pierdo los sentidos, se estira para abrir la gaveta que le di para sus posesiones personales, y saca un preservativo de la gaveta, lo coloca con manos temblorosas y regresa a mi regazo para amarme por lo que queda de la noche. Nos amamos durante largo tiempo, hasta que el cansancio nos venció a ambos, nos dormimos abrazados sin nada que se interpusiera entre nuestros cuerpos, amo su calor, y rodea mi cintura de una forma tan posesiva que siento tanta necesidad de él nuevamente.

AilénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora