Verdades a medias, pero verdades

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Mi encierro autoimpuesto es bueno, no he querido salir a ningún lugar y los días pasan sin más, Ekland no ha venido a verme, y yo no he preguntado tampoco por él. La herida por esa extraña planta ya casi no se ve, creo que la cicatriz no será tan grande después de todo y a pesar de lo grave que fue. Axiz y Dritka vienen temprano, me traen comida, café claro, y me ayudan a asearme, cosa que no me gusta, me ayudan con todo aquello cuanto necesito, y me preguntan siempre si quiero salir a tomar el sol. Dicen que los jardines son hermosos y que me encantarán. Pero, honestamente no tengo energía algo en mí cambió, lo siento, es algo extraño y diferente, me siento débil, tengo malestar en el cuerpo, además casi no me da hambre, y creo que él no quiere verme, bueno yo tampoco, aunque lo extraño.

Sé perfectamente que mi comportamiento es infantil, lo sé, pero necesito respuestas. Después de comer un poco de fruta hoy, que es lo único que tolero sin que me sienta asqueada, Dritka dice que su Rey quiere verme, que la acompañe, yo solamente asiento y la sigo, me acomodo la túnica, hoy llevo una en color miel, que he de ser honesta, resalta el color de mis ojos, tanto Dritka como Axiz me acompañan fuera de la alcoba se coloca una en cada lado de mí como protegiéndome, los pasillos son hermosos este lugar es como el de las películas, grande, hermoso, como de cuentos, me gusta, la arquitectura es impresionante, pasamos un arco muy distintivo, y bajamos por unas escaleras muy amplias, luego otro pasillo idéntico al anterior, y nuevamente bajamos otras escaleras. Al llegar a la planta baja, el vestíbulo se abre por completo, El lugar me deja perpleja, tanta belleza no lo hubiera imaginado ni siquiera en sueños, la luz natural entra a raudales, hay arreglos de flores en las esquinas, un escudo de hoja como la insignia que llevaba Ekland el día que viajamos, hay una especie de sala color marfil, el salón se ve muy amplio y una puerta custodiada por 2 sujetos muy apuestos al fondo, sigo caminando junto a Dritka y Axiz por el lugar, al salir al exterior del palacio seguimos un sendero de rocas planas muy bonitas y plantas. Después de pasar por una parte muy iluminada y donde pude apreciar varias orquídeas, el arco natural de helechos me da la bienvenida, Dritka se hace a un lado para que pase y se aleja cuando atravieso la cortina de helechos, ahí está, Ekland, si bien no he querido verle, le he extrañado mucho, y aunque desearía no haber venido acá sé que cada instante a su lado es indispensable para que mi corazón siga estando vivo, el sol que traspasa es poco en los extremos, solamente algunos rayos que se cuelan por los árboles y a un costado está él, sentado en la raíz de un árbol frondoso, parece una Ceiba, su rostro luce preocupado y se pone de pie en cuanto me ve entrar por la cortina de helechos. Siempre tiene ese efecto en mí, su sola presencia me calma.

― ¡Hola! Por fin te dejas ver, ¿Estás bien? ― Hace todas estas preguntas mirándome fijamente y estudiando mi expresión. ―Me han dicho que no estás comiendo, y te niegas a salir de tus aposentos. ¿Quieres volver a tu hogar? es eso, quieres irte de aquí. ― Me escruta con sus hermosos ojos violeta de una manera dolorosa, no es que quiera volver a casa, es simplemente que creo que el veneno de esa horrible planta aún está en mi sistema.

― Hola... Yo... Bien, estoy bien si es eso lo que más te preocupa, ya me viste, así que supongo puedo volver a "mis aposentos". Estando parada frente a él es como si mi universo entero se redujera a él.

― Ariel, por favor, mírame...

Me siento tan frustrada y enojada, siento tantas cosas en mí que incluso no sé qué es más fuerte, mi deseo de estar cerca o lejos de él. ―¿Qué es lo que en verdad quieres saber Ekland?

―Saber si estás bien, nada para mi es más importante que tu bienestar. Aun cuando es obvio que no deseas que me acerque a ti. Ailén, soy el mismo sujeto que te abordó en Kahvé, el mismo que se quedó a tu lado, el mismo que te ama y solamente quiere que le ames como lo has hecho en estos meses. ¡Por favor hablemos! ―su voz suena como un susurro, y yo me siento tan traicionada por mi corazón.

―Muy bien, te escucho. digo esto mientras siento un agujero en mi pecho tan grande como este jardín, viendo la desolación en sus ojos, pero no estoy dispuesta a ceder si no me dice cuál es el hermetismo de esto, no sé en dónde estamos, las plantas, algunas frutas, los escudos, nada es igual a todo lo que conozco, el mareo constante que siento, estoy segura que es producto de esa planta, necesito saber por qué absorbió la sangre de mi herida si se supone que esa planta es venenosa. Muchas interrogantes surgen de mi interior y quiero exteriorizarlas todas, aunque sé muy bien que no las responderá.

―Primero, perdón por traerte a Sælickê sin contarte que en efecto soy alguien más que común. Yo deseaba tanto que me aceptaras en tu vida sin todas esas tonterías reales. No pretendo que te sientas responsable de mi o de las inseguridades que he desarrollado desde que apareciste en mi vida. A decir verdad, es la primera vez que me siento inseguro de algo en mi existencia. Segundo. Lo siento, siento tanto el hecho que te sientas como una extraña, ya que no lo eres, todo el mundo sabe que mi mujer llegó y está conmigo en el palacio. Tercero, Me disculpo por estar demasiado ocupado para hablar contigo estos días. Te he extrañado mucho, me has hecho falta de tal modo que no he podido concentrarme en todo lo que tenía que realizar. Pero ya estoy de vuelta, anoche pasé por tus aposentos y dormías, pero tenías un poco de fiebre, así que espero que hoy te sientas mejor. Ariel, yo... Sabes, me gusta tanto que estés aquí.

― ¿Hay algo más que necesite saber? porque de querer saber hay demasiadas cosas.

― Ven, siéntate a mi lado, déjame ver tu rostro por favor, ― En vista que no tengo energía ni voluntad para moverme él extiende su mano y me ayuda a colocarme en el espacio de la raíz en donde se encuentra, me mira de una forma que no estoy segura poder descifrar. Cielos extrañé tanto sus manos, el calor de su cercanía hace todo más fácil y llevadero, no estoy segura del camino que lleva esta relación, pero, sí sé que no podré estar bien nunca sin él a mi lado, lo amo, eso no tiene discusión, pero es más que amor, es como si mi alma y la suya en efecto como él dice se reconocen y se exigen. Toma mi rostro entre sus manos para verificar mi fiebre, »supongo« sus ojos hermosos no se despegan de los míos mientras coloca una mano en mi frente ahora sí por la fiebre, esa sonrisa que aniquila todas mis barreras aparece en su rostro y con dulce sonido me dice que afortunadamente ya no tengo fiebre. Pero yo solamente necesito que me abrace, y como si mis pensamientos le dieran instrucciones me abraza muy suavemente y coloca mi cabeza en su amplio pecho mientras acaricia mi espalda, y yo que soy la persona más débil del mundo cuando de él se trata solamente lo abrazo y absorbo el tranquilizante aroma de mi sol.

AilénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora