Ailén

De vuelta a Casa ¡Eso creo!

―¡¡¡BEBÉ!!! ¿Qué bebé? Te volviste loco Josh...

 ―Instintivamente coloqué la mano izquierda en mi vientre y lo comprendí, no fue efecto de la medicina, la horrible planta espinosa esa, estoy en cinta, ¿Pero? ¿Cómo es posible? sí, ya sé ¿cómo? hemos tenido mucho sexo, pero no al grado de tener una panza de cuatro o cinco meses, esto, no... simplemente no puede ser posible. No sé a ciencia cierta cuál fue mi expresión, pero esos tres hombres me veían con atención y dulzura en sus rostros aparte de la preocupación.

―Creo que será mejor tener estas conversaciones en Palacio, Alteza, debemos irnos, todo en casa está muy mal y debemos llegar antes que todo se vuelva irreversible. ―Él le dice a Ekland como si lo que yo acababa de descubrir no fuera nada, o peor no fuera importante. Estoy en shock, literalmente mi mente vuela a toda velocidad.

― Lo sé, pero, pueden darnos un momento por favor, ambos... ¿Joshua vendrás con nosotros? ― Josh solamente me observaba, nadie me conoce como él, y sabe todo lo que está cruzando por mi cabeza en este momento, así que sin decir palabra alguna sale de la sala y se lleva al príncipe a su recamara cerrando la puerta tras de sí.

―Ariel, mi cielo, necesito que me escuches con atención, por favor. ―colocó su mano en mi rostro para que pudiera verle bien y no sé por qué en lugar de estar enojada, o llorar como lo haría cualquier otra chica, solamente toque mi vientre, cerré los ojos y sentí a esa pequeña personita que crecía dentro de mí, sin saber ¿Cómo? ¿Cuándo? o un simple ¿En qué momento? solamente sentir, e iniciar a amarle sin importar todo y todos los demás, ni siquiera me importaron las explicaciones que Ekland podría darme, esto era inverosímil, sí, pero sabía, que a partir de ahora no volvería a sentirme sola, sí antes sobreviví, ahora viviría por esta personita que se instaló en mí, que me eligió para ser su madre, y no le defraudaría, Amo a Ekland pero mi prioridad será este pequeño ser, debo estar bien, cuidarme y sobre todo protegerle. Al abrir los ojos, mi sol me veía con tal devoción, con tanto amor, pero había algo más en sus ojos violeta que no puede descifrar, algo me indicaba que esto no era todo, pero, para variar lo dejé hablar, explicarse si es que todo esto tenía explicaciones lógicas.

―Posiblemente enloquecerás con todo lo que está ocurriendo y te prometo que te contaré y sobre todo no te ocultaré las cosas, te juro que lo haré...

sin embargo, por ahora solamente puedo decirte que yo... yo... bbueennoo, tú sabes que ostento un título real, eso no define quién soy ante tus ojos, pero sí ante mi pueblo, las cosas no están bien, y sé que te debo muchas cosas, pero, por ahora debo volver a Sælickê y en verdad quiero que vengas conmigo, necesito tenerte cerca para poder cuidar de ustedes, pero antes debes saber algo que es incluso más importante que el hecho que soy un Rey.

Mi hogar es muy importante, y mi pueblo, lo, es más, he estado viajando por todos lados, sí, sé que soy muy indeciso en muchas cosas, pero, he estado buscando otras formas de mantener a mi pueblo estable. Yo, en efecto soy más que un rey, mi familia ha gobernado por milenios y no seré precisamente yo quién dé cabida a que eso deje de ser así. Además, tenemos habilidades que para los humanos son impensables, o bien son cosas del infierno, como sea, podemos hacer muchas cosas, creo que te fijaste en la fiesta, muchas diferencias en los invitados, la piel, el cabello, los ojos, no negarás que al ojo humano son criaturas sumamente hermosas, bueno eso es parte de quién somos en esencia.

―Creo que no estoy entendiendo a qué o a dónde quieres llegar con eso, pero podrías ser más específico, te estas enredando y no te estoy siguiendo. además, sólo permíteme hacer café, sabes que no funciono sin café.

―No tenemos tiempo para eso Ariel... lo lamento... pero es imperativo que regresemos lo antes posible al palacio.

― Está bien... ― traté de prestarle atención mientras partía unas frutas en cubitos, tenía hambre, y además dejaré un poco por si se aparece mi calefactor.