EPITAFIO

4 0 0
                                    

Alcen la lírica sobre mi epitafio:

Redundante de lo superfluo.

Retozaba entre miradas y fundaba patrimonios fugaces,

compuestos de momentos a escalas de Mohs,

Forjando el hierro a la temperatura del bronce.

Por eso de hallar la parsimonia en el error,

era de los virtuosos que no contemplan la cantidad del vaso,

medio lleno o vacío;

Permanecían pocos que examinaran a través del cristal templado, del eco de su consciencia.

Amaba a temperatura de ebullición,

Era un hombre volcán en erupción.

De los que tiñen de morado el rojo que baila entre amarillos;

Y sonríen desconsolados cuando la mujer alza su voz.

Era de derechos y justicia,

Emprendedor del código binario que supone;

hallar la razón entre lo justo o injusto,

De los que manifiesta que el gris es gris porque es 50% blanco y 50% negro.

Jugador de ajedrez entre la hegemonía social,

Observador de la gente heterogénea,

Arriesgaba como Vermeer con su perla,

y el azul de piedras preciosas que desvinculó su obra del éxito por la marca del artista en ella.

Tendía a desayunar el amarillo con Van Gogh,

y titubear sobre el hueco de cada oración;

que dejó de escribir por miedo.

Alcen la lírica sobre mi epitafio,

y digan que él no entendía de fronteras.

Que jamás dijo en vida,

aquello que en su muerte no lega.

Náufrago del ademán.Where stories live. Discover now