SIN ORILLA NI HORIZONTE
Horizonte longevo preso de la distancia hacia el silencio,
Repleto del oleaje verbal del mirar inquieto;
Del eco del atroz golpe y erosión de arena que anhela cemento.
Muéstrame senderos y róbame la huella.
Línea divisoria marca el territorio que mis pies han de sellar,
Y corto de raíz el tallo del fruto prohibido.
Cactus que desinfla el surtido de sentimientos que componen el alma,
Muy a mi pesar corto de raíz el tallo del fruto prohibido.
Me reitero;
No vuelvo.
Recalco palabras más que hacer de ellas calcomanía de un poemario que no lleva mi firma.
Estáncame en el beso y cicatriza heridas que supuran olvido a gritos de voz despeluchada y promesa absuelta de mentira.
Yo no soy poeta mar sin horizonte.
Ni sé si tú eras tan mar sin horizonte porque siempre busqué que fueras barco.
O bote salvavidas.
O chaleco salvavidas.
Pero no eras tan barco ni yo tan náufrago.
Cauce de río sin afluente y caudal tímido,
He de resquebrajar el soniquete del golpear sabor roca.
Han de hallar oro entre matices color bronce.
Han de sentir el agua tibia correr por las grietas del latido.
Horizonte longevo, he de admitir que soy de sucesos.
De lunas cuya luz baila en el anillo del agujero negro.
Horizonte longevo.
Efímera distancia.
Nunca fui tan preso.
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Náufrago del ademán.
PoesíaTe recito a ti. Cada verso nace del subsidio de lírica necesario para alimentar al alma. Es el nido del pájaro cuyo pavor es el vuelo, el caudal de cada lágrima que desviste al rostro, el amarillo de Van Gogh o el azul de Vermeer. Ademán es el espej...