Especial Chibi

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Así es amiguito.
¿Eres alguien que no tiene otra cosa que hacer esta noche de Navidad?
Jajaja, pues igual yo.
Así que te tengo un especial Chibi, donde obviamente todos los personajes de esta historia están en forma Chibi. Ahora sín más, espero lo disfrutes.

En un salón de clase todos los personajes se encontraban en sus designados asientos: Pupitres individuales de madera y sillas metálicas.

Eran cinco columnas de mesas compuestas de cinco espacios o como también se le dice, filas.

El salón era un caos, chicas platicando chismes, unos alumnos gritándose amenazas inaudibles por su condición de caricatura chibi y uno que otro jugando alrededor.

Marco, quien siempre se duerme a media clase, generalmente se sienta en la última fila de la parte media del salón (es decir, la tercera columna) para que de esa manera el profesor no lo note.

La clase se había acabado ya que el profesor recién acababa de cruzar la puerta para retirarse y como se ha de suponer, Marco no perdió el tiempo.

Entusiasmado, empezó a doblar hojas de papel convirtiendolas en avioncitos.
Sus manos trabajaban tan rápido que pronto inundó todo el salón de cosas blancas voladoras.

Al otro extremo, solitario, en su lugar preferido, alejado de la ventana de enfrente por un metro de pared, Hiro se sentaba en la esquina derecha del salón, alejado del resto del mundo tapándose los oídos del ruido de sus castrantes compañeros.

Sobre todo del ruidoso de Marco.

Trina se sentaba justo a lado izquierdo de Hiro ya que igual que este,  también se sentaba hasta atrás pero ella lo hacía en la penúltima columna.

Quedando así en medio del pelo azabache y desgraciadamente, del ojos claros.

Viniendo de su lado izquierdo, Trina al sentir la punta de un avioncito atorarse en su sedoso y castaño cabello, se volteó furiosa, apretando sus manos sobre la mesa.
Con violencia se levantó y  retirándolo de su ondulante cabello, aventó el avión direto al ojo.

El chico sólo se tocó la cara del dolor, cayendo de lado sobre su hombro con un agudo “¡Ouch!” y un golpe sordo del piso resonó.

En la misma columna de Marco, Leo se encontraba en la primera fila tratando de callar a todos, pues debía acatar su responsabilidad de jefe de grupo.
Y parado a lado de su pupitre, alzaba los brazos haciendo soniditos tiernos intentando llamar la atención de todos. Pero era inútil, nadie prestaba atención.

Afortunadamente, Miguel era de los pocos tranquilos del salón, pues tenía sus cuadernos acomodados y escritorio organizado esperando la próxima clase.
No es que fuera alguien tan aplicado y responsable como el jefe de grupo, puesto que era alguien muy distraído, pero ¡Hey! al menos respetaba.

Su sonrisa tierna y ojos entusiastas lo caracterizaban de entre todos los alumnos. Se ubicaba un asiento atrás de Leo pero en la columna del lado derecho, por donde apuntaban las ventanas.
O en otra perspectiva, a la columna izquierda del lado de Hiro pero a una distancia más que lejos, pues uno era muy participativo y otro el callado del salón.

Existían otros alumnos allí esparcidos.
Por ejemplo, quién estaba en primera fila frente a lugar de Miguel, era una niña de piel negra y unas coletas cortas en forma de algodón de azúcar.
O también aquel personaje que tenía el cabello largo atado con un copete que cubría por completo sus ojos en ésa pálida piel.

AVATAR HiroguelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora