Hotel en Londres
Camino de un lado a otro, la gente en el lugar hace lo mismo. Acepto la llamada a mi celular mientras comienzo a organizar las cosas que me llevaré conmigo. Una sonrisa inunda mi rostro al escuchar balbuceos a medias del otro lado de la línea.
●●●
Esquivo a la gente una tras otra al llegar al aeropuerto y despedirme de mi pequeño equipo. La pantalla que indica los vuelos próximos a despegar abarca todo el techo del área de espera colgando de este. Observó inquieta está sacudiendo mi pie contra el suelo, produciendo que el tacón de mi zapatilla rechine contra el suelo gris de aquí.
Solté un bufido sin poder evitarlo.
¿Por que todos los lugares de despedida tenían que llevar consigo colores opacos, lágrimas y dolor?
¿Por qué no mejor promesas vacías que traerán ilusión y consuelo temporales?
Los recuerdos de dos pupilas cafés en distintas facetas inundan mi mente. Los borró inmediatamente con algo de resentimiento e ignorancia.
Las ansias de estar de nuevo junto a ellos, de oler su olor único, eh escuchar aquel par de risas risueñas solo las vuelve más volátiles. Una voz por el altavoz aquí me hace ponerme de pie.
Comienzo a caminar entre el grupo de gente que viajará al mismo destino que yo mientras traigo conmigo aquella maleta pequeña de llantitas.
Una vez estoy en mi asiento me permito sacar mis audífonos para conectarlos a mi celular, donde comienzo a escuchar música, misma música que muchas veces me hizo promesas vacías al oído logrando sostenerme.
Cierro mis ojos, y me permito dejarme envolver mientras los recuerdos de mi adolescencia se reproducen en contra de mi voluntad.
Minutos después pude sentir como el avión comenzaba a despegar entre el bullicio y parloteo de los demás pasajeros.
No abrí los ojos, solo seguí perdida en mi mente. Dejándome consumir de nuevo.
Lo que se aparentaba era una cosa muy distinta a la realidad.
Comenzaba a caer entre sueños, cuando un sacudón me hizo retractarme exaltadamente y mirar a mi alrededor; la azafata se estaba encargando de pasar por cada asiento para calmar a los pasajeros y darles indicaciones.
Solo suspire, después de todo solo era una turbulencia. Nada de qué preocuparse.
Cerré mis ojos, integrándome de vuelta a la letra de la canción. Cuando está vez, una turbulencia más brusca que la anterior resonó, causando más escándalo entre las personas aquí.
Subí la cortinilla de mi ventanilla, había relámpagos bastante cerca del avión. Un presentimiento se instaló en la boca de mi estómago, algo no andaba bien.
ESTÁS LEYENDO
Rastros de lo que un día fuimos
RomanceAmélie es perseguida por los fantasmas de su pasado; pero todo empeora tras aquel accidente aéreo que le provoca amnesia disociativa, al llegar a casa; tiene que enfrentar su vida real. En compañía de dos mellizos, la clara consecuencia de aquel rom...