Capítulo IV

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Volteo hacía donde proviene la voz, mi madre está en el umbral, me pongo de pie para caminar hacía ella de forma relajada

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Volteo hacía donde proviene la voz, mi madre está en el umbral, me pongo de pie para caminar hacía ella de forma relajada.

—Creí que te tardarías más—dije, llegando hasta donde ella.

—Tu tía tuvo que salir de imprevisto a trabajar—asentí—llegando me encontré a unas personas que quieren verte.

Me crucé de brazos confundida, comenzó a alejarse hacía las escaleras conmigo siguiéndola. Nos adentramos a la cocina del primer piso, mientras sentía una gran expectación.

Cuatro personas estaban sentadas en los sillones, dos mujeres de mi edad y dos hombres que sacudían los pies al unísono.

Al notar nuestras presencias, voltearon, sonrieron a la par con cierto alivio notable en el rostro, antes de ponerse de pie.

El primero en hablar fue uno de los dos hombres, tenía el pelo pelirrojo, ligeras pecas, y ojos azules.

—Nos enteramos de lo que sucedió, quisimos acompañarte desde el primer momento, pero no tuvimos oportunidad hasta ahora—asentí lentamente, con duda.

Desvíe mi mirada a los demás, nos sumimos en un gran silencio mientras nos mirábamos entre todos con vacilación.

—Amélie...fue diagnosticada con amnesia, es probable que no vuelva a recordar nada—explico mi madre, y las miradas volvieron a recaer sobre mí, sin embargo solo sentí empatía.

—Soy Adara—la chica pelirroja y ojos verdes se presentó, se acercó hasta el frente con una sonrisa cordial curvada en sus labios—Soy la directora editorial.

Asentí, con la confusión aumentando con cada presentación.

—Yo soy Olena, la editora técnica—una chica castaña, ojos mitad azules mitad cafés me extendió la mano con una pequeña sonrisa.

—Yo Leonardo, el editor a sus órdenes—hizo un gesto con los dedos en la frente, indicando lo último dicho.

No tuve tiempo a reaccionar, cuando recordé que uno de los presentes aún no se había presentado, y era justamente el chico pelirrojo y ojos atrapadores.

—Diego, un placer volver a encontrarte Amélie—sonrío, mostrando una perfecta dentadura, que aunque no me creyeran, había relucido.

—Estábamos preocupados por ti—dijo después de unos minutos, todos los demás sonrieron divertidos.

Fruncí una de mis cejas, al notar algo.

—Aún no me has dicho aquello a lo que te dedicas—libere, el pareció sonrojarse por unos segundos volviendo lo casi imposible de percibir.

—Soy el coordinador editorial—dijo después de otros segundos—pero nada muy importante—se encogió de hombros—tú eres el principal talento del grupo.

Me señale silenciosamente con duda y confusión claras en el rostro.

¿Directora editorial?

¿Editora técnica?

Rastros de lo que un día fuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora