Oculto una gran sonrisa que quiere asomarse, y huelo el ramo de flores que Diego ha traído para mí. Está concentrado a su alrededor pero no tarda en mirarme, mostrándome una reluciente sonrisa.
—Oye, este lugar de Canadá es hermoso—comenta, asiento desviando mi mirada hacía uno de mis costados.
—¿Ya habías venido aquí?
—En realidad, sí. He venido a recogerte un par de veces para ir juntos a la editorial.
Asiento una vez más, sin atinar a que responder. Conectamos miradas y en un impulso muevo un poco el ramo, haciendo que el las vea por una fracción de segundos.
—Són hermosas, gracias.
Asiente.
—Siempre será un placer llevarte flores Amelie.
No se si sus palabras, o el que haya mencionado también mi nombre, hace que logre dejarme sin aliento por unos segundos, logrando desestabilizarme.
Afortunadamente no se entera, tomó un gran respiro, aprovechando que el desvía su atención.
Pedimos un par de malteadas al mesero que se nos acerca, y continuamos charlando sobre cosas sin importancia haciendo que el tiempo volara amenamente.
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—¿Te gustaría pasar?
Pregunto antes de abrir la puerta del auto, él se lo piensa por unos segundos.
—No puedes irte sin comer—recordé.
—Sabes, es cierto. Para un corazón contento, estómago lleno.
Reí divertida por su intento de conjugación de dicho, cerré la puerta a mi espalda y rodee el auto mientras él me alcanzaba.
Chocó su hombro contra el mío, juguetonamente.
—Vamos, tienes que admitir que no sonó tan mal—sonrió, mientras caminábamos hacía la puerta principal.
Me encogí de hombros, indiferentemente, reprimiendo una sonrisa divertida.
—¡Diego!
Ambos miramos a mi madre, quien meneaba el contenido en una olla. De inmediato supe lo que preparaba.
—¿Cómo está?—mire como se acercaba, y ambos se daban un abrazo amistoso.
—Me da gusto verte, tomen asiento que estoy preparando la afición de la familia.
—Déjame adivinar.
Mi madre fijó su vista en mi.
—Pozole—afirme.
—¿Cómo lo supiste?
Rodé los ojos divertida.
—Mamá, el olor está en el aire. Olvidé muchas cosas, pero una buena comida jamás, relájate.
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Rastros de lo que un día fuimos
RomanceAmélie es perseguida por los fantasmas de su pasado; pero todo empeora tras aquel accidente aéreo que le provoca amnesia disociativa, al llegar a casa; tiene que enfrentar su vida real. En compañía de dos mellizos, la clara consecuencia de aquel rom...