Capítulo II

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Eché un vistazo a aquellos pequeños antes de volver mi vista hacía los lugares que pasaban velozmente por la ventanilla

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Eché un vistazo a aquellos pequeños antes de volver mi vista hacía los lugares que pasaban velozmente por la ventanilla.

Mis dos hermanas iban en los asientos delanteros, mientras que mis padres iban hasta atrás para poder descansar mejor.

momentos atrás.

Camino con los nervios latentes en mi interior, mis ojos logran divisar el aeropuerto y unos cuantos aviones pasan por encima de nosotros volando.

Los ruidos que producen los aviones al pasar, me traen leves recuerdos en forma de flashes, caigo de rodillas al suelo y todo a mi alrededor es remplazado por un gran poso negro en el que estoy perdida.

Intentó frenar los ruidos del avión cubriendo mis oídos con mis manos, pero no funcionó, y pareciera que todo a mi alrededor estallaría pronto. Me hago un ovillo en el suelo, comienzo a sollozar desesperada porque no sé cómo frenar todo esto.

Los latidos de mi corazón están tan alterados, la respiración me pesa de pronto.

Siento que me ahogo lentamente y a éste punto, no sé qué hacer.

Amelie...

Comienzo a hacer respiraciones ahogadas, intentando seguir tomando oxígeno.

Amelie

Una voz dulce, pintada de miedo absoluto me hace salir de aquel poso negro, mi respiración sigue alterada y aún hay lagrimas que bajan por mis mejillas cuándo observo a la niña de risos.

Observo a la gente detrás de ella, parecen ser su familia, lo que no entiendo, es porque me ven a mi con lagrimas en los ojos y la preocupación intacta en el rostro.

¿Quiénes son ellos?

Trago saliva, recomponiéndome por completo. Observo todo mi alrededor y entonces mis ojos algo hinchados dan con el cartel de bienvenida al aeropuerto aéreo.

Mi mente me ordena que debo salir de este lugar lo más pronto posible, mis instintos me dicen que hay algo mal aquí, y que no debo adentrarme a ese lugar, muy por el contrario, debo alejarme lo más posible.

Camino pasando por un lado, pero un par de llantos logran detener mis pasos. Giro lentamente y mis ojos dan con dos bebés, ambos piden que los abrace, parecen asustados.

—Amelie—la señora intenta acercarse, y yo retrocedo algo extrañada.

—¿Quiénes son ustedes?

Murmuró con cautela y a la defensiva, mi cuerpo está bastante tenso y mis puños están tan apretados.

—Somos tu familia, Amelie—aquella señora traga por lo bajo, se da prisa y comienza a rebuscar en su bolso.

Rastros de lo que un día fuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora