Capitulo VII

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Larisa

Hola, realmente no he podido ver noticias de mi accidente.

Estoy...digamos que ahora estoy intentando seguir los rastros de mi pasado.

Asique, no recuerdo de que nos conocemos, perdón🫤.

3:45 Pm

¡Hola! Estaba muy preocupada, y creeme, es mejor que no veas las noticias.

Si, era de esperarse. Pero se que lograrás recuperarte💗.

Y creo que este nuevo capítulo amerita una nueva presentación, así que me presento: Soy Larisa, tu amiga desde hace algunos años, nos conocimos de forma virtual y no nos hemos conocido en persona.

Doy vueltas con Amelia en mis brazos, mientras mi cabello vuela y se revuelve como loco, los rayos de la puesta del sol nos dan de lleno y solo puedo escuchar sus carcajadas y las mías combinadas.

Mis pies no dan más después de un rato, que finalmente decido parar. Cerciorándome de que había perdido la noción de mi alrededor, que no me he dado cuenta de las presencias de mi madre y mi hermana Sara a unos metros de nosotras.

Solo por ver los brazos en jarras de mamá, y su rostro de enfado, logró prever lo que se viene. Sara no hace más que mirarme divertida.

Ambas comienzan a acercarse, y yo me dedico a recostar a Amelia sobre la manta tendida sobre el suelo.

-¿Estás loca Amelie?-miro a mi madre confundida-No puedes cargar a la pobre bebe como si fuera una muñeca de juguete, la puedes lastimar.

Suspire, antes de asentir.

-Lo sé, es por eso que lo hacía con cuidado. Madre, solo estaba jugando con mi hija-aclaré de brazos cruzados.

-¿Si? ¿Y dónde está Mateo?-cuestiono, acentuando sus ceños.

-Está dormido en su cuna, yo lo estaba cuidando. Ya puedes relajarte un poco.

Respondió Sara, poniéndose de mi lado. Mamá no hizo más que suspirar y retirarse en silencio.

-Ya te acoplarás al mal humor de nuestra madre.

Me encogí de hombros.

Charlamos de cosas sin importancia por un rato más y después Sara se marchó con sus dos amigos rumbo a una fiesta. Yo tuve que entrar porque comenzaba a helar, me encargue de preparar un rico arroz con leche para que toda la familia cenara.

●●●

El atardecer comenzaba a pintar el cielo, estábamos en los últimos días invernales, así que el frío era menos intenso ahora.

Los mellizos estaban muy dormidos sobre el colchón en el suelo, y yo estaba completamente cansada. No había dormido muy bien anoche a causa del insomnio.

-Ey-gire sin muchas ganas el cuello, para ver a mi madre quién venía hacía nosotros.

-Hola-salude.

-Son unas ternuritas andantes-exclamó.

Se sentó a mi lado en el sofá.

-Estuve mal, ayer.

Habló después de unos segundos, mientras yo luchaba por no quedarme dormida, mis ojos se cerraban continuamente y se volvía cada vez más difícil el no dejarlos cerrados.

-Pero es que toda está situación me estresa, jamás había ocurrido nada similar y...

-¿Y qué mamá...?-susurre somnolienta.

Rastros de lo que un día fuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora