capítulo 3

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Un poco más.

Solo un poco más de fuerza. De impulso. De energía. Eso era lo único que necesitaba.

Deslizarse con suavidad y fiereza, rasgando el hielo con la suficiente delicadeza para sentir que volaba sobre él. Que podía acariciar la cálida victoria con sus dedos. O con sus uñas. Con lo que fuese. Y entonces saltó.

Sus pies bailaron en el aire, girando y haciéndole sentir libre. O así debería ser ¿no? Sin embargo, la cabeza de Félix estaba repleta de todo menos de alas desplegadas y plenitud. Justo por eso cayó antes de tiempo, perdiendo el equilibrio e intentando recuperarlo antes de derrumbarse contra el suelo.

-¿Estás bien? -Asintió, restándole importancia, aun estando tan frustrado consigo mismo-. No ibas mal, Félix, te ha faltado impulso en el último deslizamiento.

-Sí, lo sé... -murmuró, rascándose la nuca avergonzado.

-Prueba de nuevo.

Y volvió a intentarlo, con la presión estrujando su corazón, con toda esa bruma espesa y pegajosa anegando sus pensamientos. Negó en un cabeceo, patinando con furia, hundiendo la cuchilla y ordenando a sus músculos funcionar por una vez. Solo una. Porque Félix lo necesitaba, hacer esa maniobra bien para irse a dormir tranquilo aquella noche.

Por eso respiró aliviado cuando sus pies volvieron a tocar la gélida superficie sin perder el equilibrio y dando el número de giros correctos. Continuó hasta finalizar su programa sin muchos más fallos, terminando exhausto, pero conforme con el resultado, pues al menos era un avance respecto al día anterior.

-Bien ejecutado, Félix. Vamos por buen camino ¿vale? Solo hace falta seguir puliendo, pe

El rubio asintió, limpiándose el sudor. Tal vez no fuese perfecto pero que su entrenador le repitiese que era cuestión de tiempo le hacía sentir un poco mejor. Que quizá si se esforzaba lo suficiente y ponía todo lo que tenía en la pista existiese alguna posibilidad de hacer un mejor programa que aquel chico de mirada gélida que era capaz de derretir el corazón de los espectadores.

El muchacho caminó hasta la salida con intención de estirar en compañía de Changbin, retirando sus patines y guardándolos en la bolsa antes de dejarse caer en el suelo para relajar los músculos de las piernas. Si algo agradecía del campeonato era mantener a su entrenador y al muchacho a su lado, pues tenía claro que sin ambos habría tirado la toalla el primer día.

-¿Ves? Te dije que iría mejor.

-No sabía que veías el futuro -bromeó.

-Hay muchas cosas que no sabes aún de mí.

-Wow, que místico -rio, llevándose un codazo-. Pareces un Cullen de repente.

-¿Ahora te van los vampiros?

-"Soy el depredador más peligroso del mundo" -imitó, tornando su voz más grave.

-¿Ah sí? A ver esos colmillos.

El moreno se lanzó prácticamente encima suya, intentando tomarle de las manos mientras el chico se retorcía entre risas e intentaba esquivar sus intentos por atraparle. Hasta que ambos se detuvieron, con la respiración acelerada, y empezaron a ayudarse a estirar.

-¿Crees que lo he hecho bien hoy?

Changbin asintió, tirando de sus brazos, obligándole a inclinar la espalda.

-Aunque tienes que tener cuidado cuando picas el hielo al saltar.

-No sé a qué te refieres.

-En el lutz.

Under my skin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora