capítulo 30

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Verle patinar era un espectáculo. No se trataba de sus movimientos, tampoco de la dificultad de sus saltos. Era la energía que traía consigo a la pista, esa que lograba que las personas se entusiasmasen y aplaudiesen al unísono. Su sonrisa no dejaba de brillar, sus ojos tampoco. Félix pensó en que deseaba alcanzar aquel punto algún día, conseguir que el público sintiese lo que brotaba en su interior de la misma forma, que fuese capaz de transmitir todo lo que el hielo y las cuchillas significaban para él.

—Oye, una pregunta, ¿quién era ese? —preguntó Jisung cuanto el peliazul se marchó.

—¡¿No sabes quién es?—exclamó Changbin, sorprendido.

También deseó que Changbin le mirase como lo hacía Seungmin desde las gradas. Con esos ojos de amor y orgullo.

—Creo que si he preguntado es porque no sé quién es.

—Es que Jisung se conoce mejor a Yuri, Yurio, Victor... —explicó Jeongin, llevándose un codazo por su parte.

—Es el ganador del Grand Prix 2018. Compitió con el entrenador de Hyunjin. Es uno de los mejores patinadores de Corea.

—Ah.

—¡¿Cómo que "Ah"?!

Esta vez fue Félix el que saltó.

—¿Estáis ya preparados?

La voz del entrenador del rubio captó la atención del grupo, que asintieron y siguieron las indicaciones del staff para posicionarse en la puerta desde la que saldrían. El espectáculo final sería llevado a cabo por todos los participantes del campeonato, después de que el ganador volviese a realizar su programa. Ver a Hyunjin brillar de nuevo le hizo sonreír. Porque lo merecía. Pero nada en comparación a cuando ambos compartieron pista, a cuando sus miradas se cruzaron mientras se deslizaban por la pista al son de la música.

Había meditado mucho la noche anterior sobre lo ocurrido, mientras tomaba la mano de su amigo y dormía entre los brazos de su no tan amigo. Tenerles a ambos en su cama era curioso e inesperado, pero fue algo que les pidió como favor personal. Porque cuando terminó el campeonato solo pudo llorar. No fue tristeza. No fue felicidad. Fue todo lo que había contenido y que decidió emanar de golpe en cuando el Sol se escondió.

Y es que Félix había descubierto y aprendido demasiadas lecciones a lo largo del torneo, como por ejemplo que no puedes tomar como referencia los resultados, por mucho que te esfuerces, cuando estás pasando por un proceso tan complicado. Sin embargo, también se sentía diferente. Porque las voces del pasado ya no lograban escalar hasta su corazón con tanta facilidad, porque por fin se había atrevido a limpiar aquellas heridas que tanto sangraron. Pero sobre todo, el hacerlo de la mano de esa persona que siempre sostuvo la de él, y aprender a tenderle la suya a aquel que despertaba a todos sus demonios.

Porque eso era lo único que deseaba de ahora en adelante. Volar junto a las personas que le recordaron cómo hacerlo. Surcar el hielo sin miedos, trazando nuevos senderos y descubriendo todo lo que el futuro le tenía preparado.

Y allí, bajo aquellos focos azulados, mientras sus patines se cruzaban con tantos otros, lo supo. Que él siempre fue su mayor enemigo, pero también su mayor fortaleza.

Y ahora que había aceptado su camino, jamás volvería a caer al vacío. No sin intentar batir sus alas con fuerza.

Sin intentar alzar el vuelo y brillar para siempre.

[...]

Jeongin les regaló una de sus dulces sonrisas cuando les vio aparecer, atrapándoles en un abrazo. Jisung se encontraba a su lado, enfundado en uno de sus curiosos atuendos, compuesto por una chaqueta fucsia que cubría en parte su pecho, prácticamente desnudo a excepción de una especie de camiseta de rejilla negra. Sus pantalones seguían el mismo patrón de color, solo que eran ceñidos por arriba y terminaban en campana, ocultando unos tacones de plataforma. Sus complementos, su maquillaje... todo parecía haber sido construido con detenimiento, a diferencia de su amigo, que lucía un clásico traje en tonos verde pastel.

Under my skin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora