capítulo 1

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La vida de Félix siempre había girado en torno al patinaje. Desde que descubrió aquella fascinante sensación la primera vez que decidió adentrarse en las pistas de hielo. Era solo un crío asustadizo, enganchado a la mano de su madre y temeroso por soltarla y terminar pegado a aquella superficie pulida y gélida. Sin embargo, en cuanto sus piececitos comenzaron a moverse, esa curiosa e inexplicable sensación de libertad inundó su pecho, y supo que aquel era su lugar. Que lo sería por siempre.

Por ese motivo, la Navidad terminó siendo su época favorita, justo cuando montaban el enorme recinto en el centro y se pasaba las tardes pululando en su interior. Llegaron los giros, los saltos... pero también las súplicas a sus padres para apuntarse al equipo de patinaje sobre hielo. Lamentablemente, en su pequeño pueblecito no existía nada así, salvo aquella pista puntual. Pero Félix nunca desistió y fruto de ello terminaron mudándose a la capital de Corea. Aunque no todo sucedió como deseaba.

Tiempo después conoció a Seo Changbin.

El moreno era un chico peculiar, seguro de sí mismo y con una enorme sonrisa, un tanto fanfarrona, siempre dibujada en su rostro. Una de esas personas con las que te sientes como en casa. Tal vez por eso su relación se estrechó con tanta facilidad. Por eso y porque volvió a recordarle cuál era el motivo por el que siempre deseó patinar. Si algo tenía, era una enorme facilidad para regalar cumplidos, para apuntar aquello que hacías bien y señalar de la forma más dulce y asertiva posible donde podrías mejorar. Y al rubio no le cabía duda de que aquello lo había aprendido de su entrenador.

Fue a sus veinte años cuando se le presentó la primera oportunidad de lanzarse a la aventura y atrapar su sueño: el campeonato de Seúl. Solo podrían participar los mejores candidatos de los equipos del distrito y para ello puso todo su esfuerzo y determinación en los meses antes de la selección, siendo premiado no solo con su admisión sino con la compañía de su amigo.

Esa enorme felicidad, la sensación de sentirse válido y especial. De saber que aquel niño que un día se adentró en las pistas de hielo estaría muy orgulloso. Que el Félix del pasado por fin podría verse a sí mismo como alguien capaz de cumplir sus metas.

Pero también tenía miedo. Estaba aterrado.

Y Changbin fue capaz de verlo a través del brillo de su mirada.

—¿Qué es esa cara? ¡Vamos al Campeonato de Seúl! —exclamó, zarandeándole—. ¿Sabes lo que eso significa?

—¿Que ahora somos rivales? —apuntó con una mueca de desagrado.

—No digas eso —Negó en un cabeceo, volviendo a abrazarle—. Me refería más a lo de semanas en un hotel con gastos pagados y comida a montones.

Félix asintió, con la mirada perdida. Se sentía un tanto mal, pero no sabía por qué. No obstante, en cuanto el moreno volvió a atraparle en sus pupilas y observó aquella sonrisa infinita fue capaz de enterrar esos pensamientos en lo más profundo de su mente y centrarse en el presente.

—Me parece que te has olvidado de la parte de los entrenamientos exhaustivos y la vida saludable.

—Sh, vamos, Lee, no lo estropees —le pidió, dándole un empujoncito mientras caminaban hacia la salida del polideportivo.

Y eso esperaba, no estropearlo.

—¿Crees que...? Ya sabes, que lo haré... ¿bien?

Changbin sonrió, sentándose a su lado en el autobús y dándole un par de palmaditas en el muslo.

—Lo harás increíble, Félix.

Sus labios se curvaron y asintió, concentrando todas sus energías y esperanzas en que llevase razón. Tal vez fuese una buena oportunidad para demostrar esa confianza que había intentado pulir a lo largo de los años. Para enseñarle a los demás cuán capaz era de lograr sus metas.

Under my skin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora