capítulo 29

65 8 4
                                    

Todo a su alrededor siempre había estado congelado. Pero también en su interior. Jamás creyó que la soledad pudiese ser tan desoladora. Que un abrazo podría significar tanto cuando todo a tu alrededor son sombras que te atraviesan y continúan con su camino, enormes ojos que te admiran, pero nunca ven más allá.

Hyunjin siempre había deseado que le admirasen por lo que era, no por quien era. Sin embargo, la figura del "Príncipe de Hielo", aun manteniéndole seguro y ayudándole a llegar hasta aquel punto, también le había consumido. Por eso decidió cambiar el programa, porque estaba cansado del frío que calaba sus huesos y escalaba hasta devorar su alma. Porque estaba cansado de ser visto como una criatura sin emociones, que prefería la soledad y solo pensaba en sí mismo y en el hielo. Dejar de ser visto como lo que fue durante tantos años.

La canción era tan suave al principio que permitió que todo aquel dolor fluyera. Siempre había odiado que el amor no estuviese a su alcance, que le arrebatasen algo tan fundamental como el cariño paternal y que las personas en su entorno girasen alrededor suyo como si fuese una estrella, alimentándose de su calor y consumiéndole poco a poco. Porque jamás le había importado a nadie. Porque el patinaje fue lo único que mantuvo su ilusión. Hasta que lo destruyó. Hasta que las medallas comenzaron a pesar más que el hielo. Hasta que todo su mundo se hundió y descubrió que ningún trofeo valía en la soledad de su hogar.

Y entonces apareció él, y todo recobró el sentido. Pudo sentir algo más que deseo y necesidad, algo más que esa horrible ansia por ser el mejor. Amor, aun si no era correspondido. Aun si era secreto. Pero le bastaba con estar a su lado y poder admirar su hermoso rostro, con deleitarse del tono de su voz y de cómo la comisura de sus labios se alzaba de forma puntual. Minho había sido su estrella, entregándole el calor suficiente para ser el Príncipe de Hielo y no congelarse en su camino. El hombro en el que llorar, su confidente cuando las palabras quemaban demasiado para guardarlas, pero también el protagonista de cada una de sus fantasías.

"El día en el que ambos seamos capaces de compartir esta pasión y no de vivir el uno por el otro, entonces hablaremos de sentimientos" le dijo.

Deslizó sus patines con la naturalidad a la que acostumbraba, serpenteando como si su cuerpo fuese una simple brisa invernal. Girando e impulsándose para alzarse por los aires, respirando más de aquellos recuerdos.

Pero para el joven ya no era suficiente.

Porque todo su mundo de hielo ya no congelaba a su paso. Ahora quemaba. Una llama gélida que incineraba su pecho y le asfixiaba. Algo en él que había despertado a lo largo de aquel campeonato. Ese sentimiento que siempre atesoró en lo más profundo de su alma, el mayor de los secretos, ahora era incontenible. Ahora arrasaba con todo a su paso.

"Mientras tanto, sigamos patinando juntos, Hyunjin" concluyó.

Con Minho.

"No quiero estar solo otra vez" dijo.

"Y no lo estarás".

Con Félix.

Consigo mismo.

Con el hielo que rasgaba a medida que las cuchillas avanzaban con determinación y alzaban vuelo.

Porque ya no volvería a ser una estrella moribunda que luchaba por no apagarse. Porque los fantasmas del pasado no podían abrirse paso a través de aquella llama que incendiaba su pecho. Porque la soledad era un sentimiento ínfimo si lo comparaba con el caos que el amor había generado en su interior.

No existía nada que pudiese frenarle.

Ni siquiera él mismo.

Por eso, cuando acabó, con el corazón a punto de abandonar su pecho y las piernas temblando, le miró.

Under my skin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora