capítulo 12

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Un extraño silencio se implantó, y ambos continuaron con su rutina fuera de pista hasta terminarla, tomando después un pequeño descanso mientras bebían agua y se colocaban los patines. Hyunjin era muy distinto a como le había imaginado. A corta distancia podías descubrir ese aroma floral y fresco que le envolvía, también como su expresión no siempre era tan seria y su cabello, aun desordenado, lucía muy natural. Como si su simple existencia, aun siendo un caos, fuese perfecta.

Y por primera vez no sintió envidia. Sino admiración. Como quien observa un hermoso cuadro pintado muchos años atrás y es capaz de ver la historia y no solo las pinceladas.

-¿Y a ti?

-Me gusta imaginar cosas.

-¿Imaginar cosas?

El chico asintió, rascándose la nuca con cierto nerviosismo, para después continuar con sus botas, ajustándolas bien.

-Ya sabes, escenarios, como si fuese una película. Creo que por eso veo tantas series -continuó explicándole-. Hay muchas cosas que me encantaría poder experimentar, pero no tengo amigos, así que es más sencillo fantasear.

El chico se puso en pie, abandonando a un Félix sorprendido y confundido. Perplejo ante como su visión de los hechos era tan diferente. Ante como una persona podía sentirse tan sola cuando tenía toda la atención que él deseaba.

Le siguió a través de la pista, empezando a calentar mientras su entrenador le indicaba los circuitos que harían. Aunque siendo honesto, su mente no terminaba de estabilizarse sobre el hielo. Tenía muchas cosas revolviéndole por dentro: miedo, lástima, confusión, culpabilidad...

Por suerte, todo fue bien. Al menos hasta que alcanzaron el final de la sesión. No era la primera vez que veía los programas de Hyunjin, que se sentía patético a su lado y envidiaba la magia que desprendía cada uno de sus movimientos, la forma en la que cada salto lucía tan natural. ¿Cómo iba a mostrar los suyos después de aquello? Era quedar en evidencia, era mostrarle al mundo que aquel no era su lugar. Que jamás alcanzaría su nivel.

-No puedo -negó, empezando a quitarse las botas.

-Félix, espera -le pidió su entrenador, sentándose a su lado y apoyando la mano en su espalda-. Escúchame.

Sin embargo, el chico era incapaz de pensar en otra cosa que no fuese en huir. En el miedo que le producía clavar las cuchillas en el hielo y que volviese a ocurrir lo de aquel día. En tener tantos ojos sobre él mientras todas las voces del pasado giraban a su alrededor y aquel veneno espeso cubría su alma, ensuciando la pureza de la escarcha a su paso.

-No puedo hacerlo -repitió, frotándose los ojos con insistencia al sentir la primera lágrima cayendo.

-Mírame -insistió-. Claro que puedes hacerlo. Y si hoy no sale estoy aquí para que busquemos la forma de que funcione. No todo tiene que ser perfecto, Félix.

-Pero él lo hace perfecto...

-Por supuesto que no -protestó, estrechándole contra sus brazos-. Todos tenemos un proceso, y el de Hyunjin y el tuyo son muy diferentes.

-Lo estoy echando todo a perder...

-Estás aquí, intentándolo. Y eso es un gran logro.

Pero el rubio no lo veía así. No lo veía así en absoluto, y eso le rompía en mil pedazos.

-Haciéndolo lo mejor que sabes-continuó, acariciando su cabello-. Lo mejor que puedes hacerlo en este momento.

Hay días en los que es sencillo remontar, en los que tropezamos con una piedra y la gravedad no tira de nosotros con tanta fuerza. También otros en los que el mundo es demasiado pesado para nosotros. Tal vez fuese uno de esos, pues el joven solo deseaba cerrar los ojos y que aquella horrible tormenta cesase, aun si eso significaba arrastrarle al fondo del océano.

Under my skin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora