capítulo 19

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—¿Celoso? —preguntó sorprendido, observando como el moreno descendía su mirada hasta clavarla en sus pies.

—No soporto que Hyunjin pase tanto tiempo contigo, que hagáis planes parecidos a los que hacemos tú y yo —admitió finalmente—. Que estéis cogiendo confianza así de rápido.

Fue en ese instante cuando todas las piezas encajaron en el puzzle del rubio, que comprendió a qué se debían sus extraños comportamientos en la última semana. Changbin siempre acostumbró a ser una persona independiente, de esos que no miran el móvil en horas y aparecen al día siguiente explicando que se puso una serie y terminó dormido y sin batería. Y en otra ocasión Félix habría pensado que ocurrió lo mismo, sin embargo, la noche que pasó en la habitación de Hyunjin fue extraña: su respuesta al comentárselo, su expresión y cómo desapareció sin dejar ni rastro.

—Y sé que el problema es mío —continuó, guardando las manos en sus bolsillos—, pero me molesta muchísimo.

—¿Por qué?

—Porque quiero seguir siendo tu persona especial.

El rubio suspiró, curvando sus labios sin siquiera darse cuenta mientras le observaba, escrutando su rostro como si fuese la primera vez que lo observase. Sus mejillas y nariz estaban coloreadas con sutileza y su cabello, mecido por el viento, ocultaba parte de sus ojos, que continuaban anclados en el suelo. A veces se preguntaba si así era como mirarías a tu mejor amigo, o si la forma en la que su pecho se inundaba de paz significaría algo más.

Tal vez continuase teniendo muchas dudas al respecto.

Pero lo esencial estaba muy claro.

—Changbin, siempre has sido, eres y serás mi persona especial —contestó, posando la diestra sobre su brazo mientras descendía en suaves caricias—. Que aparezca alguien nuevo en mi vida no cambia eso. No estoy gestionando mi problema con Hyunjin porque sea mejor que tú, sino porque es quien estimula que aparezcan esas ideas tan feas —trató de explicarle, sacando su mano del bolsillo y rozando sus dedos—. Quizá él sea capaz de provocarlas, pero tú las haces desaparecer.

Changbin negó, con la sangre bombeándole a una velocidad vertiginosa y mareándole un poco. Se sentía demasiado íntimo: su mirada, la manera en la que sus dígitos buscaban enredarse con los suyos y sus labios se curvaban en cálidas sonrisas. Sonrisas que eran solo para él.

—¿Entonces por qué no me buscas cuando necesitas paz?

—Porque no quiero cargarme la tuya.

Sabía que llevaba razón y le molestaba admitirlo. Ser objetivo y apoyar la teoría de que Hyunjin era su mejor opción para solucionar el problema. Debía ser bonito que alguien quisiera poner cierta distancia para no dañarte, ¿no? Pero al mismo tiempo le quebraba por dentro.

Por suerte, la forma en la que sus miradas conectaron mientras sus dedos se entrelazaban consiguió calmar su corazón. Como si estuviese regalándole todas las pruebas de las que disponía para mostrarle que cumpliría su promesa. El moreno alzó su zurda, palpando su mejilla, un tanto gélida, con la yema de su pulgar, pasándola con suma delicadeza por su tez. A veces es aterrador tener que aferrarse a simples palabras, a la quimera de que algún día todo volverá a ser, quizá no como antes, pero sí mejor. Afortunadamente, Félix intentaba regalarle más que palabras y quimeras.

—Yo también estaría celoso si fuese al revés —admitió tiempo después mientras se adentraban en la cafetería.

Hace tiempo que no se permitían pasar tiempo en una y merendar sin tener en mente entrenamientos o rutinas. Ir a un sitio bonito donde pasar el tiempo y disfrutar de la compañía del otro. Justo por eso, a Changbin le pareció una gran idea, aunque en el fondo supiese que se había lanzado a la aventura justo por arrebatarle algo de tiempo y despegarle de las garras del Príncipe de Hielo.

Under my skin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora