Según la tradición del Omegaverse:
~Los Alfas son fuertes, serios, seguros de si mismo agresivos y posesivos; en cambio los omegas son débiles, sumisos y muy tímidos.
Pero saben algo "𝙇𝙖 𝙏𝙧𝙖𝙙𝙞𝙘𝙞ó𝙣 𝙋𝙪𝙚𝙙𝙚 𝘾𝙖𝙢𝙗𝙞𝙖𝙧"
Zhong Chenle es...
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—¡No quiero ir!—lloraba Jeomi abrazada a uno de los pilares de la casa mientras Chenle tiraba de ella—. ¡Voy a morir en el campo!
—No seas dramática, Jeomi—dijo el alfa aún luchando para que su hija se soltara de aquel pilar—. ¡Ya suéltate!
—¡JAMÁS!—los curiosos vecinos se asomaban a ver lo que ocurría en la casa de aquella extraña familia. Las omegas vecinas miraban deseosas al alfa que estaba a nada de llorar de la frustración. Chenle era un alfa muy bien colocado en la escala económica luego de haber recibido la empresa de su abuelo.
—¡Auxilio, Appa Lele!—ese había sido el grito de Junhi, fue lo que se dijo Chenle sin entender, ¿a qué se debía el grito de su cachorro mayor?—. ¡Me arrancan el pie!
Y ante eso el alfa soltó a la pequeña beta de nueve años que siguió aferrada al pilar.
Chenle corrió hacia el interior de la casa y supo el motivo del grito de su hija mayor. Jisung había atado a la menor para que fuese imposible el moverse y la arrastraba por un pie hacia el exterior de la casa.
—¿Qué estás haciendo, Sunggie?
—Es obvio la llevo al auto. También se negaba a ir de campamento—y como si nada el omega siguió arrastrando a su hija mayor hacia el exterior de la casa. Al llegar a las afueras alzó a la alfa de quince años para luego dejarla en el asiento trasero de la camioneta, dejando las puertas con seguro para niños.
—¡Suéltame!—chilló Jeomi cuando Chenle la volvió a sostener para quitarla del pilar. Jisung negó y se acercó a su esposo.
—Zhong Park Jeomi—y la pequeña beta tembló al escuchar la voz del omega mayor—. Tienes tres para subir al auto, y voy en dos.
Y como si huyera del diablo la niña se soltó del pilar arregló su vestido y corrió hacia el auto para subirse junto a la maniatada Junhi.
—¿Por qué siempre te hacen caso a tí?—preguntó Chenle, viendo como su esposo arreglaba su ropa y acomodaba los flequillos de cabello que se le habían desordenado por luchar para amarrar a Junhi.
—Eres débil de corazón, Chenle—dijo el omega, para luego mirar a sus hijas—. Y nuestros hijos se aprovechan de eso. Ahora amado alfa, ayúdame que falta Jeojun.
—¡Carajo!—soltó Chenle sabiendo que esa sería una lucha fuerte. Por lo menos ya habían subido todo el equipaje.
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