Día 15: "Nuestra primera pelea"

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Shipp: Death Mask x Mei

Universo de Saint Seiya.// Cambios en el cannon.// Cambios en las edades.// Headcanon.// What if...?// Muerte de un personaje.

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Aún no podía creer lo que había pasado. Aún no podía asimilarlo, mucho menos aceptarlo...

Su maestro... No, el Beta al que amaba en secreto desde adolescente... Muerto.

Cuando le dieron la noticia, no podía creerlo, no quería creerlo, no podía ser cierto. Fue como si le vaciasen un balde de agua helada encima, pero a pesar de ello, logró contenerse el tiempo justo para apartarse y llorar en soledad.

Se suponía que como el santo de Coma Berenice que era ahora, y a sus casi 19 años, debía estar familiarizado con ese tipo de cosas, ser capaz de lidiar con ellas y superarlas rápido, pero simplemente no podía... No recordando las últimas palabras que cruzaron.

Fue justo un día antes de la cita de batalla contra los santos de bronce. Death Mask, fiel al Patriarca, no dudaba en absoluto y estaba dispuesto a luchar con todo su poder contra los rebeldes. Mei, sabiendo el parentesco que él y los cinco jóvenes poseían, se negaba a dejarlos sólos, pero era poco lo que podía hacer por ellos sin ser siquiera nombrado santo y sin tener armadura aún.

Así que decidió intentar al menos ayudar desde las sombras, convenciendo a su maestro y amor platónico secreto, de no luchar contra ellos o al menos tenerles algo de consideración. Pero nada salió bien.

- Ya te lo dije. No puedo hacer eso.- Repitió el italiano.

- ¡¿Por qué no?!- Cuestionó Mei, ya hasta alterado y perdiendo cualquier rastro de paciencia y respeto.- ¡¿Por esa farsa?!

- Mucho cuidado con lo que dices, Mei...

- ¡¿O qué?!- Interrumpió el Omega.- ¡¿Acaso vas a matarme a mí también?!, ¡pues házlo!, ¡llévate a tu primera víctima de los santos de bronce!

- Mei, por favor no hagas ésto así de difícil.

- ¡¿Difícil?!- Cuestionó nuevamente, aún más enfadado.- ¡¿Eso es todo esto para tí, eso son las vidas de mis hermanos?!, ¡¿algo difícil?!

El Santo de Cáncer no respondía nada, y eso solo logró enfadar aún más al joven.

- Tu silencio me responde todo.- Gruñó el menor, dando media vuelta, comenzando a caminar.

- ¿A dónde vas, Mei?

- Lejos de un egoísta e interesado que se deja comprar con un par de monedas como tú.- Respondió, sin siquiera voltear, soltando todo lo que se calló por años.- Maldita la hora en que me crucé contigo. Ojalá nunca vuelva a verte. Renuncio como tu discípulo. Quédate con tu armadura y tu moral barata de pacotilla. No entiendo cómo alguien tan cruel y egoísta puede llamarse Santo de oro.

Esas fueron las últimas palabras que cruzaron. Después de eso, Mei intentó buscar una forma de apoyar, encontrándola en recibir a sus hermanos y siendo un guía. Desgraciadamente, poco fue de ayuda contra Ptolemi, terminando con una herida algo profunda en el brazo y una flecha clavada en el hombro al percatarse de un par de flechas, e intentar frenarlas haciendo de escudo humano para Saori. Logró frenar una, pero no la que era el verdadero peligro.

Algo había escuchado al respecto de esa flecha, y se lo hizo saber a sus hermanos. Después, el caballero de Aries apareció, y luego de reparar las armaduras, comenzó su ascenso en esa Odisea de la que quizás no volvería con vida.

Mei, a pesar de su innegable fuerza y habilidad de manejo del cosmos, sin una armadura, el hombro herido y un brazo prácticamente inmovilizado, no podía hacer nada más que quedarse custodiando a Saori, logrando cumplir al menos ese objetivo.

Cuando la luz del escudo de Athena brilló sobre Saori, logrando salvar su vida, fue hasta cuando Mei finalmente cedió al cansancio por haber luchado y después haberle dado algo de su cosmos a Saori para buscar ganar algunos minutos más para sus hermanos, estando herido y haber perdido algo de sangre, quedando inconsciente.

Despertó en el hospital unas horas después, al lado de sus hermanos, en condiciones mucho peores que la suya. Él con unos puntos de sutura y algo de sangre y suero estaría como nuevo. Fue Saori quién le dió la noticia, junto al caballero de Aries, sobre la muerte de su maestro. Saori también le preguntó más sobre él, ya que no recordaba haberlo visto en el orfanato de niños, y ahí fue cuando Mei tuvo que revelar toda la verdad.

Saori le agradeció por todo lo que hizo, incluso el desafiar a su propio maestro por ellos, y como Athena, le hizo entrega de la armadura que por derecho era suya, nombrándolo oficialmente como santo de Coma Berenice.

Su vida había cambiado completamente. Ahora era un Santo oficialmente, era el encargado de custodiar a Athena mientras sus hermanos se recuperaban de sus heridas, pero... Su maestro no estaba, y jamás volvería. No estaría ahí para verlo vestir su armadura, y sí, aceptaba que su maestro no era perfecto, pero tampoco era un monstruo y no podía evitar echarlo de menos.

- Tu maestro realmente te quería, muchacho.- Le dijo el Alpha guardián de Tauro, quién por voluntad propia había hecho guardia a los santos de bronce heridos desde que llegaron al hospital.- Conocí a tu maestro desde que nací prácticamente, y créeme que tú eras realmente importante para él.

Las ganas de llorar lo invadieron nuevamente, y solo pudo abrazarse a sí mismo y agachar la cabeza.

- ¿Sabes?, antes de que la batalla iniciara, Death Mask tuvo que pasar por mi templo, y él lucía algo preocupado.- Le contó el Alpha.- Cuando le pregunté el porqué, no me dijo nada por varios segundos. Pero después solo suspiró, y... Me pidió que tuviera algo de consideración con los "niños de bronce".

Mei se sorprendió por saber esa información. No esperaba algo así de su maestro. ¿Entonces sí le importaba?

- Death Mask no siempre fue un despiadado. De niño solía ser bastante cariñoso y dulce con todos, pero después de obtener su armadura y ser enviado a Sicilia por un año para concluir su entrenamiento... Él nunca quiso contarnos qué fue lo que pasó o qué vió ahí, pero desde ahí jamás volvió a ser el mismo Beta que se fue. Hubo un tiempo en el que incluso sus iguales le teníamos algo de temor, a sus 13 años, solo teniendo un par de años de haber vuelto al Santuario, ya había llenado Cáncer con esos rostros.- Añadió Tauro.- Pero, después de que le asignaran un discípulo, se calmó un poco. Jamás volvió a ser el Beta que conocimos de niños, pero al menos dejó de asesinar personas a diestra y siniestra, limitándose a los que le ordenaba el Patriarca. Y siempre, siempre alardeaba de su discípulo y los grandes avances que tenía... Eras realmente importante para él, incluso si nunca llegó a decírtelo de frente.

- Él... Él fue alguien demasiado importante para mí...- Confesó el Omega, derramando un par de lágrimas.- Yo... Yo dije cosas de las que ahora me arrepiento, pero... ¿Qué puedo hacer ya?. Yo no quería perderlo, no quería que muriera recordando esa discusión cómo las últimas palabras que le dije, yo solo quería que mis hermanos estuvieran bien...

Al final, Mei no pudo contener el llanto, y terminó llorando desconsolado, siendo escuchado y reconfortado por el guardián de Tauro.

- Todos cometemos errores. Nos dejamos llevar por las emociones del momento, y hacemos y decimos cosas de las que después nos arrepentimos.- Le alentó el más alto.- Pero estoy seguro de que él siempre te recordó por lo que significaste en su vida. Por cuánto te quería, y cuánto lo querías. No muere quién se va, solo muere quién se olvida. Y estoy seguro de que tú jamás lo olvidarás.

En eso tenía razón. Por más que quisiera, jamás podría olvidar a ese Beta, que aunque con mala fama y algunos hábitos y formas de pensar que no le gustaban, había logrado ganarse su corazón. Llevaría si recuerdo siempre con él, con la esperanza de reencontrarse algún día y pedir perdón por esa discusión... Lo cuál quizás sería más pronto de lo que esperaba.

Omegacember 2022: Saint Seiya Shipps Donde viven las historias. Descúbrelo ahora