36. Cómo ocho meses

20 13 0
                                    


-36-
AXEL

Mi móvil vibra en mi bolsillo y contesto la llamada una vez salgo de la sala donde también están Alec y Brooke. Siento el peso de la tensión acumulándose en mi pecho, cada paso hacia la privacidad es más pesado que el anterior.

—¿Hola?

—¿Hablo con Axel Meyer? —El acento italiano no pasa desapercibido.

—Hablas con él. ¿Con quién hablo?

—Enzo Rinaldi. —El apellido hace que todos mis músculos se tensen de inmediato. Rinaldi y problemas siempre han sido sinónimos para mí. —Tranquilo, solo tengo un mensaje de Hela.

Mi respiración se congela, el corazón me late con fuerza mientras mi mente se acelera, imaginando el peor de los escenarios.

—¿Qué pasa con ella? —La ansiedad empieza a filtrarse en mi voz.

—Está embarazada.

Intento procesar la noticia, pero me cuesta. No solo porque no lo esperaba, sino porque la situación es surrealista.

—¿Por qué me cuentas esto tú?

—Porque la bebé es tuya y mi hermana loca la tiene secuestrada.

Mi cuerpo se queda paralizado al escuchar esas palabras. La noticia golpea como un mazo. Involuntariamente, apoyo la espalda contra la pared más cercana, intentando no perder el equilibrio.

—Eso es imposible. Hela y yo solo tuvimos sexo una vez hace... —intento explicar, aunque más para convencerme a mí mismo.

—¿Cómo ocho meses? —me interrumpe.

La verdad se cuela en mi mente como un cuchillo. La bebé es mía. Mi hija, secuestrada junto a su madre. No me lo puedo sacar de la cabeza, repitiéndolo una y otra vez.

—¿Qué puedo hacer? —La urgencia y la desesperación vibran en cada palabra.

—Yo llamaré cuando llegue el momento, mientras tanto quédate quieto en tu casa —corta la llamada antes de que pueda replicar.

El móvil se desliza entre mis dedos, pero lo atrapo justo antes de que caiga al suelo. ¿Cómo mierda espera que me quede sin hacer nada? Hela está en peligro. Mi hija está en peligro. Siento una mezcla de rabia e impotencia ardiendo en mi pecho.

Vuelvo a la sala con pasos pesados. Alec y Brooke alzan la vista en cuanto entro, notando de inmediato que algo está mal. Me desplomo en el sofá, la cabeza aún dándole vueltas a lo que acabo de escuchar.

—¿Quién era? —indaga Alec con curiosidad, aunque su tono es cauteloso.

—Un Rinaldi...

Alec frunce el ceño. Brooke se acerca con el ceño preocupado.

—¿Qué quería contigo?

—Tienen a Hela secuestrada.

—¿¡Qué!? —La voz de Brooke tiembla un poco mientras se lleva una mano a la boca.

—Ella está embarazada —respondo sin rodeos, las palabras salen como si quemaran.

—¿Su esposo ya la embarazó? Vaya que no pierden tiempo —habla Walter, entrando a la sala junto con Raina. Su tono despreocupado me irrita, pero antes de que pueda decir algo, él también parece captar la tensión en la sala.

—Es mío —confieso, sintiendo el peso de sus miradas clavándose en mí, el silencio se hace más denso.

—¿Cuándo pasó? —pregunta Alec, tratando de mantener la calma, aunque la preocupación es evidente en sus ojos.

—En su luna de miel —admito, sintiendo la vergüenza mezclada con la realidad que nos golpea.

—Eso fue como hace siete meses —Alec entrecierra los ojos, claramente haciendo cálculos en su cabeza.

—Ocho —corrijo en voz baja, pero suficiente para que todos lo oigan.

—Sí que eres fértil... Digno hijo mío—comenta Walter orgulloso, con una media sonrisa, pero mi paciencia se agota.

—¡Ese no es el puto problema! —me pongo de pie, la rabia se desborda. La situación es demasiado grave para tonterías. Miro a cada uno de ellos, esperando que comprendan la gravedad de lo que está pasando. —La tiene Chiara Rinaldi. —Esta vez, el silencio es más largo y pesado.

—Chiara... —murmura Raina, con una sombra de temor cruzando su rostro. Todos sabemos que la familia Rinaldi no actúa sin un motivo, y Chiara siempre ha sido la más impredecible de ellos.

—¿Qué hacemos? —Cuestiona Brooke, poniéndose de pie a mi lado, con los ojos llenos de preocupación.

—No podemos hacer nada más que esperar, es lo que dijo el italiano —respondo, sintiéndome impotente al recordar las últimas palabras de Enzo.

—Esto es una mierda —Alec se pasa una mano por la cabeza mientras teclea furioso en su laptop, intentando buscar alguna solución que aún no vemos.

—¿Crees que no lo sé? —murmuro, dejándome caer de nuevo en el sofá junto a él. Me llevo las manos al rostro, la angustia clavándose en mi pecho. La imagen de Hela, vulnerable y sola, no se va de mi mente.

—La próxima llamada que haga la rastrearé —me asegura Alec, aunque su tono está teñido de incertidumbre.

—No podemos dejarla ahí y esperar que salga con vida —dice Raina con una firmeza que no admite discusión, mirándonos a todos con ojos llenos de determinación.

—Ella es fuerte —respondo, aunque siento un nudo en la garganta. Me aferro a la esperanza de que Hela pueda resistir, de que todo esto termine bien, pero la incertidumbre y el miedo a perderla a ella y a la bebé me carcomen desde dentro.

Mientras la conversación continúa y las ideas se debaten, una sensación helada me recorre la columna. Sigo repitiéndome que la bebé es mía, que tengo que protegerlas a ambas, aunque no sepa cómo hacerlo. Esto va más allá de todo lo que imaginé, y ahora, la única opción es esperar... pero mi corazón me dice que pronto, muy pronto, tendré que actuar.
#
Selinwinter
2022

Dominio (Killers #0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora