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"Verdad a medias"







Era Los rayos de sol acariciaban cálidamente la piel de sus brazos y rostro mientras regala las plantas del jardín, en una mañana calida y tranquila apesar de que los sirvientes ya se empezaban a mover con los preparativos de la boda, nerviosismo que le azotaba el cuerpo cada que escuchaba alguna recomendación con la decoración o en los pequeños detalles que, al final de cuentas eran muy importantes. Poco a poco el día estaba llegando.

La señora Min estaba demorando más de lo pensando en su viaje, según la carta que recibió días atrás, le explicó que encontró algunas irregularidades en las cuentas de uno de sus negocios en el pueblo vecino haciendo que terminará por quedarse más días en ese lugar, al igual que su prometido, que tampoco regresaba de su viaje, seguía estando solo. Dejándolo con la responsabilidad del hogar y los contratiempos que surgían en el día a día, sus clases siendo menos estresantes que al principio, ahora, comprendiendo mucho mejor la importancia de saber aquellos temas y de que debíaa saber cualquier persona, así mismo, mejorar sus modales y formas de comunicarse aunque no haya tenido muchas oportunidades de ponerlas en práctica, al encontrarse solo la mayor parte del día.

La compañía de su acompañante personal le alegraba y  aligeraba sus días haciéndolos más fáciles de soportar, la enorme casa Min seguía siendo inmensa y colorida acostumbrándose poco a poco a ella aunque no del todo dado que extrañaba salir al campo, ir a su cabaña en la colina, o la panadería, quería salir y ser libre como antes de la era, respirar el aire fresco de afuera como o hacía antes.

Salir sin tener que preocuparse por como vestía, por su forma de hablar o comportarse en público, ahora que era parte de la familia Min tenía una gran responsabilidad. Tener y mantener el legado de la familia, ser como ellos lo eran ante la sociedad y dejar en claro qué y quién era frente a todos. La señora Min siempre le impuso eso, ser un Min respetado e imponente, jamás por la fuerza, solo por su astucia e inteligencia, ganarse un lugar en la sociedad en base a sus capacidades, más aún al ser parte de los Min que iban en contra de las costumbres de su demás familia y de aquellas otras burgueses, no sabía que tanto eran diferentes en comparación con otras familias dado que el contacto con el exterior era nulo.

Y lo que conoció antes de llegar ahí seguía siendo incomparable en todos los sentidos.

A pesar de tener unos cuentos meses en ese nuevo lugar sentía que poco a poco iba familiarizando con todo; con los jardines, la biblioteca, los salones, el lago, la gente que estaba a su alrededor y con la que convivía con él durante el día, desde el día en que llegó ahí, poco a poco.

Sentía que apesar de no ser como la familia Min y sus costumbres estrictas, estaba creando un lugar dentro de la misma, con el tiempo y sus méritos.

No lo hicieron sentir menos cuando recién llegó y los conoció, tampoco cuando llegó a vivir a su casa, siempre lo trataron bien apesar de no recibir beneficios económicos como otros matrimonios o algún otro estatus político como muchos buscaban alcanzar con un matrimonio, la señora Min fue estricta y lo seguía siendo pero hasta ahora jamás lo humilló y lo trato mal. Era paciente con él y estricta pero entendía que debía serlo para que pudiera mejorar y ser mejor que antes. Pero nada más.

En las noches de insomnio se preguntaba la razón por la que fue elegido por Yoongi, por qué lo escogió a él teniendo a sus otras hermanas disponibles para casarse, ¿Por qué?  No se encontraba en el estándar de un Omega de familia, tampoco tenia dinero o una herencia por la que luchar; desde pequeño vivió y creció como cualquier otro Omega del pueblo; trabajo para comprarse ropa, comida y cualquier pequeño antojo que deseaba, siempre y cuando su madrastra no supiera que tenía dinero. Trabajo bajo el sol, en el campo, nada comparado a lo que vivían los omegas de familia.

No tenía el cuerpo suave y delicado como los omegas que vió en la boda del joven Jungkook, sus manos conservaban los callos del trabajo del campo y la panadería, apesar de la educación que estaba recibiendo, seguía siendo escasa a comparación de los omegas burgueses que tuvieron profesores personales desde pequeños.

Nada encajaba en lo que la sociedad imponía, lo que le preocupaba ahora que faltaba poco para la boda.

— No has cambiado nada.— se asustó al reconocer la voz de aquella persona detrás de él provocando que una espina de las rosas que podaba se incrustada en su dedo, haciendo sangrar. — Sigues siendo el mismo Omega tonto y aburrido que arregla las plantas. Lo has dejado de hacer en mi casa y ahora lo haces aquí. ¿Cuál es la diferencia entonces? Ser el jardinero de los Min no es algo importante.

Dejo aun lado la herramienta para podar las flores, recomponiendo su postura, pensando en una respuesta a las palabras groseras de su madrastra, a aquellas cueles e hirientes palabras que tenían la intención de hacerlo sentir mal como era costumbre.

— No me esperaba verla tan pronto, sinceramente creí que jamás la volvería a ver.— expresó con tranquilidad observando la cara de preocupación en los sirvientes detrás de su madrastra sin atreverse a hablar.

Tal vez aquella mujer los amenazó para que la dejaran pasar y pudiera entrar a la fuerza. Podía estar cualquier cosa de esa mujer.

— Yo también, pero es difícil no escuchar de ti por cualquier lado como si realmente fueras importante. Me sigue sorprendiendo el poder que tiene la familia Min para jamás dejar de ser relevante a dónde quiera que vaya. Una verdadera lástima para ti.

Apretó los puños tratando de controlar las palabras groseras que querían salir de sus labios para defenderse de ese ataque, ¿Por qué siempre lo quería humillar? Sus manos se apretaron en puños reteniendo las ganas de regresar su grosería. No podía, al fin de cuentas seguía siendo su madrastra y la esposa de su difunto padre.

— No estoy aquí por cortesía Taehyung. — el semblante divertido de su madrastra paso a uno serio y aburrido al mismo tiempo.

Denotando el desagrado que sentía al estar ahí.

— En fin, vine a dejarte las escrituras de la cabaña que está en la colina, es lo único que mi esposo dejo para ti y como estás a días de casarte pense que era correcto entregártelo ahora.

— ¿D–de verdad? — pequeñas lágrimas se formaron en la esquina de sus ojos, no creyendo todo lo que le dijo su madrastra.

¿Era posible que al final de cuentas su padre si le dejo algo? ¿Qué se acordé de él antes de morir?

Sus defensas bajaron al notar los papeles frente a él, aquellos papeles que mostraban lo que su madrastra dijo y lo que su padre le dejo. No podía creerlo aunque lo estuviera viendo con sus propios ojos.

— Es su letra, la colina es tuya. Fue lo único que te dejo. La hacienda y la demás herencia fue para sus demás hijas y para mí.

No podia creerlo.

Era suyo. ¡La cabaña que fue de su madre ahora le pertenecía! ¡Le pertenecía ese pequeño lugar en el que se refugiaba cuando las cosas iban mal, el único lugar que sintió como su hogar apesar de estar viejo y frío, era suyo.

— Gracias.— Expresó con sinceridad ahogando los pequeños sollozos que querían bajar de sus ojos.

La pequeña cabaña la creyó perdida cuando se comprometió, aunque nunca la vio como suya porque su madrastra administraba todo y era la dueña de todo, la única que administraba y mandaba en la herencia de su padre.

Jamás se llegó a imaginar que sería suya.

— No es la gran cosa, así que solo hice lo que dice el testamento.

Besos Sabor A Miel (Yoontae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora