⚜️13⚜️

1.6K 296 17
                                    






"Primeras lecciones"



Se sentía demasiado pequeño e intimidado por las miradas que tenía sobre de él, la atención que no deseaba estaba puesta única y exclusivamente sobre sus acciones, que tontas y torpes lo avergonzaban cada vez más.

— Manten recta tu espalda, completamente para que el libro no vuelva a caer nuevamente.— el comentario de la madre de Yoongi lo puso más nervioso de lo que ya estaba. Trato de seguir correctamente las indicaciones para no verse más tanto y torpe de lo que ya de veía. Detuvo sus movimientos al sentir como el libro hacía amago de resbalarse de su cabeza, con ambas manos lo regreso a su lugar escuchando un suspiro cansado del mayordomo de la familia.
Entendía que su torpeza estaba acabando con la paciencia del mayordomo y de la madre de Yoongi quienes se habían encargado de enseñarle las cosas más básicas de etiqueta; desde la forma de caminar, de comer y de hablar, habían sido muy duros y cansados los días de estudio. Seguía trabajando en la panadería y a su regreso era empapado con sus clases de modales. Le señora Min era la más interesada en qué aprendiera todo a la perfección dejándolo demasiado cansado y estresado con sus actividades del día.

No llevaba mucho tiempo viviendo bajo el mismo techo que la familia del alfa Yoongi lo que lo hacía aún más difícil de sobrellevar todo lo que le sucedía. Ciertamente no le habían hecho cosas malas o tratado de manera similar pero se sentía como un extraño, como un bicho que no encajaba entre la familia.
La señora Gong Hyo–Jin había resultado ser una dama como nunca había conocido a ninguna otra; era ducada, inteligente, astuta pero humilde y llena de paciencia para con él. Especialmente después de todo lo que ha tenido que aprender en tampoco tiempo.

— Descansa por hoy.— permito la madre de Yoongi antes de tomar el libro entre sus pálidas manos.— ¿Mañana irás a la panadería?

— N–no, es mi día de descanso.— informó con timidez al tener la mirada evaluadora de la señora Min sobre su cuerpo por lo que bajo la mirada a sus pies. La aura de la Omega le intimidaba apesar de que no le había daño alguno.

Su porte y mirada eran demasiado pesadas que su Omega bajaba la cabeza cada que la escuchaba hablar.

— Perfecto. Avisaré al profesor de piano que se presente temprano, has avanzado rápido y bien con los asuntos de etiqueta por lo que es momento de que empieces a tocar un instrumento. Yoongi me comentó que sabes tocar el piano por lo que sera más práctico retomarlo. — alzó la mirada de sus pies al escuchar que ahora debía empezar con el piano.

— Ha pasado mucho tiempo desde que toque el piano, puede ser que ahora no recuerde nada.— confesó con un susurro al saber que sería difícil sobrellevar su nueva vida. Nunca sé imagino que terminaría de esa manera, que llegaría a una casa desconocida en todos los aspectos y que debía aprender todo lo que no aprendió de pequeño, como un Omega de familia.
Si bien, era un Omega de familia pero había crecido como cualquier otro Omega del pueblo, entre establos y tierra de los campos.

No sabía escribir correctamente ni leer perfectamente, no había recibido educación especial como Omega, como algún otro Omega de la burguesía, en cambio, ahora estaba ahí. Aprendiendo cosas que nunca se imagino conocería y tenía más cosas por aprender, sería muy difícil pero no tenía opción. Yoongi ya había hecho público su matrimonio y habían pactado fecha para unirse en matrimonio, la misma fecha en la que debía saber todo lo que estaba aprendiendo. Seis meses, el límite eran solo seis meses antes de vísperas de diciembre y poco después del matrimonio de Jungkook con el hijo del señor Park.

Sonaba demasiado lejos la fecha límite pero sabía que no era así, el tiempo pasaba rápido acortando la fecha que tenía de prueba.  Los nervios ya se habían apoderado de él con solo saber la fecha en que sería desposado por Min Yoongi, con la persona con la que viviría y compartiría el resto de su vida.

— No se angustie joven Taehyung, estoy seguro que con la práctica mejorará sus habilidades. — trato de mostrar una pequeña sonrisa al hombre mayor a su lado, el mayordomo era un hombre educado y reservado pero atento y siempre con palabras de aliento para apoyarlo.
Haciéndolo sentir seguro y menos tímido.

— Muchas gracias, y–yo también lo espero.— tomó con delicadeza el libro de pasta gruesa que sostenía el mayordomo en sus manos para ojearlo un poco.

— Etiqueta de la familia real.— susurro el beta informándole el contenido del libro que pesaba entre sus manos, la pasta era de un color rojo con letras negras. Que tenía el símbolo de la realiza impreso en él.
El diseño en sí era muy bonito y delicado digno de tener en una vitrina. — Sólo hay tres libros por lo que su valor es incalculable. Le recomiendo leerlo con calma, joven taehyung.— asintió mirando la pasta roja del libro sintiéndo como esté pesaba aún más en sus manos al saber que tenía un valor incalculable.
Era el quinto libro que le recomendaban leer en menos de una semana y por el grosor era el más grande y pesado de todos a comparacion con el que empezó a leer.
Sumándole el hecho de que leía más lento que un niño pequeño y su comprensión era mala, su esfuerzo era el doble que cualquier otra persona.

Tardaría una vida entera en terminar los libros que le habían dado a leer.

— Me retiró, joven Taehyung.— hizo una reverencia al mayordomo que se alejo lentamente del salón en el que practicaba todos los días; era grande y muy espacioso, sin muchos muebles o decoraciones pero que tenía si razón de existir, no lo sabía ciertamente pero era el lugar que más intriga le causaba.
Aferró el libro entre sus manos y se acercó con pasos lentos a los muros enormes que se alzaban a unos metros de él. El sol del atardecer estaba a nada de ocultarse detrás de las montañas dejando que el naranja del cielo fuera más hermoso de ver. Los pinos, árboles y demás arbustos movían sus ramas al compás del viento. El aire frío de la naturaleza lo llamó, sus pasos salieron un poco más a la orilla del balcón. Haciendo que el frío fuera más potente con su cuerpo y que tiritara de frío.

Escuchó perfectamente las ramas moverse y el viento soplar haciéndole recordar a su antiguo hogar, añorando la familiaridad de los campos y la vista a la colina, lo fácil que era subirla y llegar a la cabaña que le pertenecía.  La única cosa que me pertenecía y la más valiosa que tenía.

— Es hora de la cena, la señora Min lo espera en la mesa.— se asusto un poco al escuchar a la sirvienta personal de la casa.

— Muchas gracias, enseguida voy.

Besos Sabor A Miel (Yoontae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora