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"Presentación oficial"





Se sentía extraño.

Alguien totalmente desconocido para sí mismo y para aquel que lo pudiera  reconocer en esos momentos, ¿Acaso alguien lo haría? ¿Alguien sabría que era él el que estaba en ese lugar? ¿Con esa vestimenta? Probablemente nadie lo haría, ni siquiera él podía reconocerse así mismo frente al enorme espejo frente a él que lo hacía sentir pequeño e indefenso, tan diferente a su yo de hace un par de minutos atrás, la vestimenta lo cambio de sobre manera, dándole el toque de delicadeza y elegancia que como Omega debía tener, dejando al descubierto sus atributos que lo avergonzaron hasta las orejas al mirarlos atraves del espejo, su reflejó mostraba a otra persona que no era él, una persona totalmente diferente, irreconocible, difícilmente alguien lo reconocería con las ropas elegantes y sofisticada que portaba, la misma que veía a través de las vitrinas de los negocios de ropa de la clase alta, exclusiva de la burguesía.

Su cuello estaba cubierto por una máscara de seda color negro haciendo referencia al pañuelo que se le había dado semanas atrás, específicamente cuando lo eligió Yoongi como Omega. Un chaleco sin mangas en color vino teniendo de bajo una camisa de seda en color blanco, casi transparente en la parte de atrás, unos pantalones algo holgados en la parte de abajo pero en sus caderas y muslos eran más ajustados, resaltado su pequeña cadera, algo que lo avergonzaba dado que nunca había usado ropa ajustada a su cuerpo, siempre holgado y grande para su talla, por lo que de sentía incómodo y expuesto, temeroso por las miradas que tendría sobre el cuando estuviera en el mismo lugar que las demás prometidas y prometidos de los nietos del alfa Min.

Un suspiro cargado de confusión, miedo e incertidumbre salió de sus labios sonoramente, su Omega estaba asustado por lo que estaba por pasar, alerta al verse expuesto ante mucha gente que no conocía y que podían hacerlo menos, asustado por saberse fuera de lugar y ocupar un lugar demasiado para el.

Quería irse de ahí pero no podía pensar siquiera en ello, no sabía en que parte de la enorme casa estaba y mucho menos podría pensar en regresar a su casa, eso traería muchos problemas para el.
Los rumores apuntaban que la traición era algo imperdonable para un Min, nadie podía traicionarlos o si quiera pensar en ello, el poder y alcance de un Min era comparado con el que poseía el mismo rey, por lo que pensar en hacer algo contra ellos era suicidarse con sus propias manos.

— ¿Estás listo? — se asusto por la repentina pregunta del alfa en la habitación que le había sido asignada, su corazón latió fuertemente en consecuencia.

— S–si— susurro mirándose una última vez en el espejo frente a él, viendo y sintiendo su propio nerviosismo, sus manos temblaban sobre su estómago.

— Los invitados de mi abuelo están por llegar, es momento de que bajemos.— trago saliva asustado dándose la vuelta lentamente para mirar al alfa que dentro de unos minutos se convertiría oficialmente en su prometido.

Yoongi vestía un traje completo, negro y corbata del mismo color, nada diferente a las veces anteriores en las que se reunieron, pero podía diferenciar que traía una pequeña flor en color blanco en en saco.
Su postura lo hacía ver determinado y fiero, demasiado serio, elegante y sofisticado.

—Esta bien..— bajo la mirada al encontrarse con los ojos oscuros del alfa sobre de el, sus manos estaban sudando por lo que tuvo que secarlas discretamente con la manga de su camisa.

—Vamos.— asintió cuando el alfa de hizo a un lado dejándole pasar primero, entendió en mensaje y pronto estaba avanzando a la salida de la habitación, sintiendo la mirada penetradora del alfa sobre su cuerpo, provocándole estragos a su pobre Omega que parecía estar a punto del colapso.

No tuvo que abrir la puerta dado que ya estaba abierta por lo que solo salió percibiendo los pasos ágiles y rápidos del alfa detrás de si.

Al salir al pasillo se detuvo al no saber a dónde debía ir.

— Es por aquí.— mencionó Yoongi colocándose a su lado y mostrándole su brazo en señal de que debía tomarlo, sus mejillas se tiñeron de rosa sin saber la razón pero tímidamente entrelazó su brazo con el contrario percatando se de que la diferencia de tamaños era evidente, que el aroma que emanaba el alfa era fuerte, varonil y embriagador, algo adictivo. Había escuchado que los todos los alfa Min eran portadores de aromas masculinos y fuertes pero nunca creyó que fuera cierto, Yoongi poseía un aroma territorial e imponente que doblegaba a su Omega a encoger la cola y mostrar el cuello en sumisión ante el poder territorial que imponía el alfa con su aroma.

No se había dado cuenta de ello hasta ahora que estaban muy cerca, tal vez era por los nervios o porqué todo parecía más real que días atrás.

— No bajes la cabeza ante nadie y no te muestres temeroso ni asustado pase lo que pase.— advirtió a su lado Yoongi, deteniendo sus pasos y girándose a mirarlo de frente sin soltarlo.— Por ningún motivo debes de mostrarte débil aunque lo estés y lo seas, ellos te comerán vivo si muestras temor. Ahora, debes de mostrar porque fuiste tú el que fue elegido para ser mi Omega y no cualquier otro ¿Entiendes? — asintió por obligación pero verdaderamente no había entendido ni comprendido nada.

¿Porque debía ser alguien que no era?

¿Por qué debía comportarte como otra persona?

¿Acaso la familia Min era diferente a como lo rumores decían?

¿Demostrar porque había sido elegido? Ni siquiera podía procesar eso como para pensar en las razones del porque era menor opción. Sinceramente no lo era, no era la mejor opción de nadie, ni siquiera de si mismo ¿Cómo podría mentir frente a la persona que había fundado la tierra pisaba cada habitación de Corea?

Se asusto cuando la mano contraría del alfa se posó sobre su cabeza, deja dejándolo asustado y al mismo tiempo aterrado por la acción repentina del alfa. Sintió como sus cabellos eran alborotados con delicadeza, los mechones de cabello eran acomodados de manera que parecieran rebeldes y desordenados.

— Mucho mejor.— apenas Yoongi terminó de decir aquello la voz de una Omega de hizo presente a la lejanía, aquella persona parecía estar demasiado alterada para que sus palabras y quejas fueran perfectamente escuchadas por ellos. —Vamos, el abuelo ha de estar esperando en el salón.— sin esperar respuesta el alfa lo llego del brazo por el enorme pasillo estiló tradicional, con toques europeos, en las paredes se podían apreciar algunos retratos de la familia; mujeres, hombre y niños, vistiendo sus mejores vestimentas y accesorios.

Apenas llegaron al final del pasillo, el silencio se hizo presente, demasiado profundo que tuvo escalofríos.

Dentro de la enorme casa había un salón, con pocos muebles y decoraciones, con un enorme piano de madera baja la luz de la ventana que cubría gran parte de la pared, dejando al centro al enorme piano café.
No había más que solo eso.

Sin sillas, mesas, arreglos, cuadros.

Nada.

Solo el enorme piano café al contraste de la luz natural de la ventana.

— Siempre siendo el primero.— saludo una voz ronca y cansada desde alguna parte del salón.

— Abuelo.— se asusto al saber que aquel hombre era el respetado y tenido Mil HinCham, a quien tendría de frente y tan cerca.

Besos Sabor A Miel (Yoontae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora