⚜️2⚜️

1.8K 348 83
                                    

Pañuelo negro

— Joven Kim.— brinco un poco del susto por la inesperada llamada de la sirviente, que atendía la casa principal, a sus espaldas.

— ¿Ocurren algo ?— preguntó dejando el cesto de frutas en la mesa de madera, observando unas manzanas enormes, tan rojas como la seda, que sobresalían de ella, haciendo que le dieran ganas de comerse una. Tomo una de las más rojas y pequeñas que sobresalía en la parte superior de todas con la única esperanza de poder comérsela una vez que la empleada se fuera y lo dejara solo. No tenia permiso ni autorización de comerse ninguna fruta del huerto de la casa, por lo que una vez la limpio la volvió a dejar a un lado esperando que la sirvienta se fuera.

— La señora mando a llamar por usted, quiere verlo inmediatamente. — La voz de la empleada sonó temerosa y llena de nerviosismo que le advirtió que algo malo estaba pasando, trato de recordar sus actividades anteriores, en el transcurso de la semana, no encontrando alguna que le trajera problemas con su madrastra.

— ¿A mi? ¿Por qué? ¿Ahora? — preguntó demasiado nervioso y confundido. No teniendo idea de lo que le pudiera decir la esposa de su difundo padre. 

— Si, quiere que este ahí inmediatamente. — la beta parecía abatida y demasiado nerviosa para continuar a su lado, sus manos pálidas temblaban visiblemente sobre su estomago y la mirada de la joven escondía temor de que la señora de la casa la castigara por no cumplir con su orden. 

—Esta bien, ahora voy. Gracias. — sin hacer esperar mas tiempo a su madrastra salio de la cabaña, su hogar y casa desde que tenia recuerdo. Sus sandalias se volvieron a inundar del lodo y agua que el jardín había creado en la lluvia. Sus pantalones estaban mojados, su camisa y cabello también lo estaban. Todo él estaba empapado por el torrencial aguacero que azoto el pueblo.

Toda la tarde había estado lloviendo a cantaros refrescando la tierra que estaba más que seca por el caluroso de los rayos del sol, ahora el nublado del cielo daba un hermoso paisaje con las flores y las arboles verdear bajo la brizna que un seguía cayendo de las nubes. Sus pies se volvieron a llenar de lobo al compás de sus pasos al cruzar el jardín de la casa. Su frente, mejillas, nariz y labios fueron nuevamente bañados por las gotas de agua que se estamparon a su paso. Al paso que iba era más seguro que pescará un resfriado. 

Debió de hacerle caso al señor Shin de tomar la sombrilla que le ofrecía antes de la salir de la panadería, pero es que no quería ser una molestia ante su patrón. Además de que en esos momentos la lluvia era apenas una brizna, que en la camino de regreso a casa esa brizna se transformó en una tormenta que lo obligo a resguardarse bajo la copa de un árbol para evitar que la lluvia lo mojara, no sirvió de mucho porque aun así termino completamente empapado.

Apenas subió los escalones de la parte trasera de la casa se quito las sandalias, su madrastra le tenia prohibido entrar a su casa por la puerta principal por lo que su único acceso era la puerta trasera por donde los empleados entraban y salían, a pesar de ser hijo de su difundo padre, parecía ser solo un sirviente, que un familiar de la familia.

Algo que realmente lo entristecía porque era la casa de sus padres y la suya, no de aquella mujer que le había quitado todo cuando su padre murió en ese aparatoso accidente.

Se limpio los pies con la madera de los escalones que daban a la puerta evitando entrar a la casa con lodo, la señora de la casa odiaba que entraran a su casa con tierra y polvo, por lo que entrar con lodo era una barbarie que sabia le costaría dos semanas en los campos de labranza con los jornaleros, como castigo por la falta a su respeto como señora y dueña de la fortuna Kim.

Besos Sabor A Miel (Yoontae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora