𝐒𝐇𝐀𝐃𝐎𝐖 𝐌𝐎𝐒𝐄𝐒, hotd

𝟎𝟔 | 𝐘𝐄𝐀𝐑𝐍𝐈𝐍𝐆 𝐘𝐄𝐀𝐑𝐒

1x06 | YEAENING YEARS
𝗌𝗁𝖺𝖽𝗈𝗐 𝗆𝗈𝗌𝖾𝗌 𝖻𝗒 𝗆𝖺𝗅𝖿𝗁𝗈𝖾

AVELLEY

La pelirroja sintió como el llanto de su hijo solo hacía que quisiera saltar del balcón en el que se encontraba, solo podía pensar en ello mientras que la copa que tenía en mano se acercaba a sus labios para poder dar un trago del vino que contenía. Intentaba ignorar en esos momentos el hecho de que el niño que había llevado en su vientre cuatro años atrás en realidad no era suyo, después de todo era el trabajo de las sirvientas y septas el hacerse cargo de él.

Aún pensar en aquello hacía que quisiera golpear a su hermano por haberla maldecido con aquel crío y el matrimonio que menos deseaba. No era feliz porque no era la vida que se le había prometido todos los años que pasaba en la capital, sólo podía observar en los jardines cómo su sobrina vivía lo que sería la vida soñada de su vida mientras ella tenía que lidiar con un niño que la había atado a un hombre infeliz a la par de nada honorable para su persona.

—Maldita niñata —murmuraba entre alientos, negando con su cabeza al observarla.

Odiaba el hecho de que Alicent actuara como si toda su vida fuera una pesadilla cuando era la que menos estaba sufriendo en ese momento, como si llevar los hijos del rey fuera algo que hacía que toda persona fuera una prisionera de ello. Avelley recordaba aún cómo le había rogado a su hermano que la casara con el rey, de rodillas con lágrimas cayendo por sus mejillas mientras que sus manos caían en su vientre, dónde todavía no era notable el niño, cuando todavía podían fingir que el niño era del monarca.

La palma de la mano de su hermano mayor había marcado su pálida piel por unas horas al haber sugerido aquello, además de los gritos ensordecedores por sus palabras dónde dejaba en claro que clase de dama era ella. "Una ramera", había dicho, "una deshonra a la familia". Otto se había encargado de averiguar de quién era el bebé que cargaba y había tenido la mala suerte de ser el mismo Rey quién se acercó a él preocupado, Avelley recordaba que esa vez quiso ser enterrada muchos metros bajo tierra.

Sin embargo, fue mucho peor cuando la Mano del Rey anunció frente al consejo privado que quién la desposaría sería Grennan Celtigar, padre del niño que cargaba.

No podía borrar la sonrisa que llevaba él al anunciarlo a la par de cómo el tío de su antiguo prometido parecía estar padeciendo con las mismas emociones que ella había tenido en un principio: enojo, irritación e indignación por la situación en la que se encontraban. Estaba segura que nada como aquello sucedería de verdad porque se encargaba de tomar siempre el té que le preparaban los maestres, que en verdad funcionaría y podría salirse con las suyas.

Los dioses tenían una manera graciosa de decirle que en realidad se encontraba en su contra.

Y entonces el rey anunció quién sería su siguiente esposa, quién mantendría cálida su cama por el resto de su vida y supo que sería mucho peor su vida al ver las manos de su sobrina. Sus uñas lastimadas por los nervios, un mal hábito que nunca había logrado que se terminara por más que su hermano mayor se lo pidiera. Avelley sólo se dedicó a mirarlo con el ceño fruncido mientras que un nudo en su garganta se formaba, el gran ruido que hizo Lord Corlys al retirarse del lugar había sido lo que la había sacado del trance que llevaba.