8| Hola Sangre

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En cuanto abro la puerta, ahí esta

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En cuanto abro la puerta, ahí esta. En el suelo. Acostado.

Tiene una almohada en la que reposa su cabeza y un edredón grueso hasta el cuello. Duerme profundamente, sin pensar en su futuro dolor de espalda.

¿Y este qué?

Me lo quedo mirando un rato, antes de empujarlo con el pie en el trasero. Ben se incorpora con cara asustada y mira a ambos lados antes de girarse en mi dirección.

No permito que hable.

— ¿Me estas vigilando? — levanto una ceja mientras cruzo los brazos.

Se pasa una mano por la cara antes de hacer lo mismo con su pelo azabache. La verdad era que resultaba raro como el contraste de sus ojos de un café tan claro quedara tan bien con el de su cabello. Su rostro también era hermoso, pero de una forma única.

Una belleza delicada diría yo.

Le tomo un momento responder mientras se terminaba de despertar por completo. No obstante, no se le miraba perdido sino adormilado. Parpadeo dos veces antes de verme de arriba a abajo; un mal hábito que ya empezaba a reconocer en él.

— ¿Qué hora es? — cuestiono mientras echaba un vistazo a la ventana al final del pasillo.

El sol derrochaba rayos de luz por todas partes y los gorriones cantaban con alegría. El día había comenzado sin esperar por nadie, al igual que el tiempo. Suspire; la panza me rugía con furia. Me giré, cerré la puerta con llave en mano y avance ya lista para nuestra pronta partida.

No espere a que me siguiera y me coloque frente a la habitación con el numero de 42 a un costado. El pensamiento de encontrarme a un recién levantado Phil sin camisa cruzo con rapidez y se quedó ahí un momento, nublándome. Toque la puerta tres veces, pero nadie abrió. Volví a tocar y el silencio me recibió de nuevo. Es imposible que sigan durmiendo, ¿verdad?

— Se fueron — anuncio Ben mientras se estiraba aun con pereza.

— ¿Qué? — grazné. No sé si era por el hambre, pero mi buen humor desapareció junto con mis pensamientos indecentes. — ¿A dónde fueron? — exigí. Me miro otro buen rato antes de fruncir los labios para decir:

— Tenían cosas que hacer.

Presione mis labios en una línea. ¿Primero ponen a este a vigilarme y luego desaparecen sin decir nada? Mi poca dignidad estaba sufriendo golpes críticos, ¡me tratan como una puta cosa!

Cerré los ojos un momento, intentando canalizar mi enojo interior.

Calma Ash. Calma. No es la primera vez que te hacen de estas pasadas. Lo repetí unas cuantas veces antes de volver a abrir mis ojos.

Claro, Ben me miraba como bicho raro.

Lo ignore y me encamine hacia abajo. Si las cosas no van a salir como lo deseo entonces voy a hacer que al menos yo consiga lo que quiero.

Sus Ojos de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora